Está claro que a Victoria Rosell no le gustan los arcos de seguridad ni los propios seguratas de los aeropuertos –La cara de castuza que se le queda a la ‘Miss Aeropuerto’ de Podemos ‘ tras exigir trato VIP a la Guardia Civil-, pero parece que tampoco le van los jueces que tendrán que juzgarla por sus demoras a la hora de despachar los asuntos que llegaban a su mesa en el juzgado de Las Palmas de Gran Canaria.Para ‘Miss Aeropuertos’ –‘Miss aeropuertos’, a un solo paso de embarcar rumbo al banquillo del Tribunal Supremo–
«Hay una percepción de cuanto más se sube en el escalafón menos independientes son los jueces» dijo Rosell tres días después de que el Supremo haya admitido a trámite una querella contra ella por cohecho y prevaricación.
Pero no solo cuestionó los nombramientos de los jueces del Supremo, sino también los de los miembros de los tribunales superiores de justicia, en los que intervienen, aseveró, los «grandes partidos». Prueba de la vinculación entre política y justicia es esa relación «un poco sumisa» de los aforados políticos ante los tribunales que tiene que juzgarles.
Hasta el 28 de abril de 2016 ella era uno de ellos, aunque el hecho de que haya renunciado a estar en la Diputación Permanente del Congreso cuando las Cortes se disuelvan supone que dejará de ser aforada política y que la pelota de su posible imputación pasará ahora del Supremo al Tribunal Superior de Justicia de Canarias, que tendrá que investigarla en su calidad de juez (aunque sea en excedencia). Ahora bien, si tras el 26-J Rosell repite como diputada su caso volverá al Supremo.
