El congreso de Vistalegre 2 de este fin de semana de 11-12 de febrero de 2017 dejó sobre la plaza de toros de Carabanchel un mandato de ‘unidad’ para los líderes podemitas, llegando a gritos desde la grada interrumpiendo a menudo todo tipo de discursos bastante huecos.
Pero en esta guerra de egos, está por ver en qué medida el nuevo Consejo Ciudadano electo de 62 personas que dirigirán Podemos a partir de ahora acopla esa unidad. Pablo Iglesias asalta Vistalegre: aplastante victoria ante su enemigo íntimo Íñigo Errejón.
Lo que sí se vivió sobre la pista de Vistalegre fue mucha felicidad entre los pablistas, visiblemente emocionados, que comentaban cómo han «recuperado la fe en la gente», tan asustados que estaban por el auge del errejonismo. Pablo Iglesias es el nuevo líder reforzado, Irene Montero es la verdadera número dos aunque saliera con el cuatro, y Juan Carlos Monedero se ha vuelto a colocar en el foco, en la foto y en los discursos de sus compañeros. El cofundador y chamán podemita fue aclamado por las masas, haciéndose fotos sin parar y agitando el puño en alto para enardecer a la grada. Eso sí, cuando aparece una tele, Monedero lanza sus dardos contra Errejón y los suyos.
Otras estrellas del rock, paladeando el éxito sobre Vistalegre: el ‘asalta fincas’ Cañamero, sin parar de tirarse fotos entre los seguidores enfervorecidos, aunque sin entender muy bien su lugar allí y solo capaz de decir que ahora toca «trabajar juntos entre todos, que no hay otra». O el rastas del Congreso, Alberto Rodríguez, como si fuese un afamado cantante de reggae; Rafa Mayoral, aclamado como un cantautor después de un concierto de madrugada o Pablo Echenique, el auténtico vencedor junto a Iglesias del último cónclave.
La otra cara, la de los errejonistas y los anticapitalistas. Los primeros, encabezados por un Íñigo Errejón que no pudo esconder su fracaso en la expresión, se lamentaban por las esquinas de la pista morada de Vistalegre. Después de haber jaleado al propio Errejón, a Pablo Bustinduy, Rita Maestre o Clara Serra al ser nombrados al Consejo Ciudadano, se quedaban mudos al contemplar el resultado final y dejaban el lugar privilegiado del centro de la pista para sus rivales ganadores.
Rita Maestre fue de las pocas que se atrevió a charlar con los militantes y periodistas en la conclusión, seguramente porque a la errejonista número uno le avala un buen puesto número ocho en las votaciones de los inscritos. «Ahora mucha calma», decía, aunque reconociendo que «está claro que el sistema de las listas plancha no beneficia a nadie». Otro errejonista de gala, el juez Juan Pedro Yllanes, señalaba el día 13 como el momento clave para volver a trabajar y no intervenir en las televisiones en contra de sus rivales pablistas. Veremos si lo logran… «Trataremos de contenernos ante los medios de comunicación».
Y por último, completamente desaparecidos, los anticapitalistas de Miguel Urbán y Teresa Rodríguez, los grandes perjudicados del ‘aquelarre’, algo que ya auguraban y por lo que desde el principio pelearon en contra del sistema Desborda de Pablo Echenique. La guerra podemita no es solo cosa de dos: Urban y Echenique se destripan ahora por el sistema de voto en Vistalegre II.
Miguel Urbán fue la auténtica sensación del fin de semana, avivando la llama reivindicativa de las ocho mil personas congregadas con sus dos mítines encendidos y pasionales, subiendo los decibelios de Vistalegre como no lo había hecho Iglesias (y mucho menos Errejón). Además, Urbán había venido recabando los apoyos por el descontento del militante con la guerra fratricida dentro de la organización. Pero el sistema de votación planchó a los anticapitalistas, que apenas aportarán dos miembros al nuevo Consejo Ciudadano.
PERIODISTAS VIP Y DE SEGUNDA FILA
Predominantes quejas entre muchos de los 150 periodistas acreditados para seguir de cerca La Asamblea de Podemos, porque la distinción fue radical desde el principio: televisiones, radios, reporteros estrella y periodistas que siguen a Podemos día a día tuvieron un trato de favor. Pudieron vivir el fin de semana en la pista, cerca de los políticos y con comodidades para desempeñar su trabajo. Eso sí, pasando frío igual que todos.
Y por otro lado, el resto de periodistas acreditados mandados al gallinero en una grada lateral, a colocarse sus ordenadores sobre las rodillas o el suelo y las cámaras a decenas de metros de distancia en los vomitorios.