LOS CONCEJALES DE AHORA MÁLAGA E IU ACABAN CON EL SUEÑO CULTURAL DEL ACTOR EN SU CIUDAD NATAL

El acoso, los insultos y el trato humillante de los podemitas hacen huir a Antonio Banderas con el rabo entre las piernas

Anuncia su renuncia al proyecto cultural del Astoria tras haber ganado el concurso de ideas

El acoso, los insultos y el trato humillante de los podemitas hacen huir a Antonio Banderas con el rabo entre las piernas
Antonio Banderas.

Las críticas de la oposición municipal de izquierdas han podido con Antonio Banderas, que ha anunciado que renuncia al proyecto del Astoria -un proyecto cultural que sería de primera importancia para Málaga- harto de «los insultos y el trato humillante».

Banderas está muy dolido por las críticas recibidas, lo que le ha llevado a tomar esta decisión. En una carta publicada por el diario SUR, uno de los actores españoles más internacionales habla así de la actitud de los concejales de Ahora Málaga (la marca municipal podemita) y de IU-Málaga:

Ni siquiera conocen el tema, ni siquiera se habían dignado a contactar conmigo para hablar de ello

Según el diario malagueño, todo esto ha tenido el peor de los desenlaces. Antonio Banderas comunicó este 15 de mayo de 2017 al arquitecto José Seguí y a los máximos responsables de la empresa Starlite su decisión de abandonar el proyecto cultural y teatral del conjunto Astoria-Victoria, que había ganado el concurso de ideas -no vinculante- en su momento y que fue objeto de descalificaciones por parte de Málaga Ahora e IU-Málaga para la Gente en el último pleno del Ayuntamiento de Málaga.

SUR informa en su edición digital que las descalificaciones, incluso personales, de los concejales Ysabel Torralbo y Eduardo Zorrilla, y la tibieza de Ciudadanos han sido los elementos determinantes que han hecho que Banderas adopte tan radical decisión.

BANDERAS: «EL TEMA PÚBLICO DA MIEDO»

El actor ha explicado los motivos de su renuncia en una extensísima carta de la cual rescatamos algunos pasajes destacados:

No resulta fácil escribir esta carta. He reflexionado sobre lo que en ella expongo y he tratado de tomar una decisión consecuente y seria que a continuación paso a detallar.

Hace ya bastante tiempo que me rondaba la idea de lanzarme a un proyecto cultural en Málaga.

Creo que es una idea no carente de lógica, pues esta es la ciudad que me vio nacer, en ella desarrollé mis estudios de Arte Dramático y aquí fue donde comencé mi actividad teatral hace aproximadamente 40 años.

Soy al mismo tiempo un entusiasta de la inercia cultural que se ha ido apoderando de nuestra ciudad y esto ha ido acrecentando mi interés por aportar, por unirme a esa inercia poniendo mi granito de arena y participar de una forma directa en los acontecimientos que en ese sentido están teniendo lugar en Málaga, por lo tanto creo que entra dentro del sentido común el pensar que yo tuviese una inquietud de este tipo, para con mi ciudad y para conmigo mismo.

[…]

La ilusión era tan fuerte que superaba con mucho las dificultades, los esfuerzos y los sinsabores propios de embarcarse en un proyecto de estas características.

Por tratarse de Málaga me planteé desde el principio no escatimar y apostar fuerte por convertir la idea en algo grande que comenzase satisficiendo a mis paisanos para más tarde conseguir traspasar las fronteras de nuestra ciudad y proyectarse a nivel nacional e internacional.

Había que poner toda la carne en el asador. Desarrollar un proyecto teatral serio, con una producción propia fecunda y regular, con dos espacios teatrales, que no solo diesen cabida al teatro, sino a una producción televisiva de calidad con distribución internacional.

Más allá del teatro, el edificio contaría con múltiples espacios que acogerían el debate, la música, la danza, el flamenco y el jazz además de lugares dedicados al ocio y el disfrute de la gastronomía.

Un lugar de cultura viva y efervescente que no muriese ensimismado, sino que reventase hacia afuera, que se fuera definiendo desde la vocación intrínseca al propio proyecto de que el malagueño lo hiciese suyo y se sintiera orgulloso de poseerlo y usarlo.

Nunca pasó por mi cabeza la idea de que este proyecto fuese rentable para mí. La idea era más bien la contraria. Lo que he ganado en mi larga vida como profesional, ha sido ganado básicamente fuera de mi tierra, peleándome todos los días en los lugares más competitivos del mundo, viviendo en hoteles, en aeropuertos, sin ver crecer a mis hijos. No, aquí venía a gastármelo.

Gastármelo en el importante desembolso económico que había que hacer en la construcción de un edificio que fuese capaz de albergar un proyecto tan ambicioso como este, en los ‘cánones’ que se llegasen a establecer por parte de quien otorga la concesión.

Además para ayudar a la financiación, sólo de la actividad teatral, me animé a hacer un ofrecimiento económico que se establecería en el entorno de los 250.000 euros anuales, que ayudase a cerrar un presupuesto por temporada, repito, solo para los teatros, que rondaría los 3,000,000 de euros.

Esto se llevaría a cabo de forma totalmente privada, y vendría por la vía de la esponsorización. Pero la aportación más importante que yo podría realizar no era la económica.

Casi cuarenta años como profesional del cine, y el hecho de haber realizado la mayor parte de mi labor artística en Hollywood me han proporcionado un buen número de importantes relaciones personales que naturalmente pondría a disposición de esta idea ambiciosa y eso sí podría haber marcado un factor diferencial para dotar a todo el proyecto del prestigio, la profundidad y el brillo necesario para hacer ‘ruido’ en el mundo de la cultura, un ‘ruido’ que se oiría lejos.

Además no solo se contaría con personas sino que trataríamos de echar las redes a instituciones como el Actor’s Studio, las escuelas de interpretación de Stella Adler de Los Ángeles, el Roundabout Theatre de Nueva York, etcétera.

Hay mucho más, mucho más, pero desgraciadamente creo que no se dan las condiciones para ello.

Tras haber ganado el concurso de ideas, no vinculante, al que se presentaron 72 participantes, y haber obtenido un segundo lugar en la votación popular que se llevó a cabo a través de las redes sociales, nos dimos cuenta casi de inmediato de que no existía el ambiente adecuado para seguir compitiendo por la concesión.

Queríamos competir y ganar porque creímos tener el mejor proyecto para la ciudad. Nunca perdimos el respeto a nuestros ‘rivales’.

Nos someteríamos deportivamente a la decisión final a la que se llegase por parte de quienes hubiesen de tomarla.

Pero los coros de voces que comenzaron a alzarse contra nuestro proyecto, dentro y fuera de los ambientes políticos locales, que además no se detenían en la crítica al mismo, sino que se extendían a la sorna, el cachondeo y por qué no decirlo, la mala leche, me hicieron comenzar a reflexionar sobre si realmente valía la pena arriesgar tanto, enfangarse tanto, y exponerse tanto.

Hablé por teléfono con mis compañeros de viaje, pues yo me encontraba trabajando en una película.

Tanto Pepe Seguí, como Ignacio y Sandra no entendían lo que estaba pasando, no entendían los insultos, las descalificaciones, el trato humillante.

También ellos reflexionaron y todos juntos llegamos de forma clara a la misma conclusión. Había que salir de ahí, había que salir y buscar un mejor lugar en el que depositar todas las energías positivas que deseábamos para este desafío, un mejor sitio en el que sudar por ofrecer nuestras ideas a Málaga, un rincón en el que no huela a corralón y podamos construir algo interesante.

Espero que esta decisión limpie el concurso de la intoxicación en la que parece ser me he convertido. Yo seguiré buscado la posibilidad de integrarme en el movimiento cultural tan esperanzador que está teniendo lugar en nuestra querida ciudad, pero lo haré desde el ámbito absolutamente privado, porque visto lo visto he de reconocer que el tema público da miedo.

Ahí se mezclan unos intereses que no favorecen ni la gestión, ni la administración, ni la creación en libertad, y uno quiere eso, crear, trabajar y arriesgar a tope si se siente mínimamente apoyado, si esto no es así se hace muy complicado, muy difícil. No quiero convertirme en un nuevo Moneo en mi propia casa.

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Autor

Roberto Marbán Bermejo

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente cursa el grado de Ciencias Políticas por la UNED, fichó en 2010 por Periodista Digital.

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