La cobardía moral de la Iglesia ante el golpe de Estado de Cataluña y los nacionalistas sediciosos ha escrito un nuevo y vergonzoso capítulo evitando tomar partido con el golpismo catalán.
Seguro que los podemitas asalta capillas deben estar frotándose los ojos al ver cómo a aquellos a los que insultaban profanando sus sacristías, hoy hincan la rodilla, no para rezar sino para rendirse.
La declaración institucional de la comisión permanente de la Conferencia Episcopal fue leída ante los periodistas por el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la CEE. La «nota» de la dirección episcopal no habla de unidad ni condena los nacionalismos excluyentes como en anteriores manifiestos. —Casaldáliga: «Preferiría que no hubiese independencia (en Cataluña). No tiene sentido»—
Exactamente lo mismo que ha dicho la asalta capillas Maestre: «Orgullosa de ser equidistante».
Para salir de la espiral del conflicto, –explica el periodista José Manuel Vidal, director de Religión Digital– los obispos españoles, en línea con el Papa Francisco, que aboga siempre por la cultura del encuentro, apuestan, precisamente, por el diálogo. Pero un diálogo con condiciones claras para ambas partes. —La CEE pide “evitar actuaciones irreversibles y de graves consecuencias para la democracia”—
En una homilía autocomplaciente, los obispos piden un diálogo que «sea generoso y honesto» en el «respeto a los cauces de la Constitución». En segundo lugar, el diálogo tiene que salvaguardar tanto «los bienes comunes de siglos» como «los derechos de los diferentes pueblos que conforman el Estado».
Y de estas dos premisas del diálogo extraen las consecuencias. Piden a las autoridades, partidos, organizaciones y a los propios ciudadanos que «eviten decisiones y actuaciones irreversibles y de graves consecuencias, que los sitúe al margen de la práctica democrática amparada por las legítimas leyes que garantizan nuestra convivencia pacífica y origine fracturas familiares, sociales y eclesiales».
En los años ’30 los sacerdotes les cortaban sus partes y se las ponían en la boca a manos de los carniceros fieles al genocida separatista Lluís Companys.
En honor a la verdad que ha de hacernos libres, dice con acierto un editorial de Libertad Digital, «los jerarcas católicos deberían haber denunciado que la quiebra de la convivencia en Cataluña y la voladura de la legalidad democrática son crímenes que están perpetrando con gran orgullo los golpistas antiespañoles, y llamado a la restauración del orden constitucional en el Principado». —La inmoral equidistancia de la ‘Conferencia Episcopal de los Pueblos del Estado’—
En un día en que la organización terrorista ETA ha bendecido públicamente el proceso golpista, la inmoral tibieza cobardemente equidistante exhibida por la Conferencia Episcopal ha resultado especialmente lacerante.