Si no fuera porque a este buen señor se le está pagando un verdadero pastizal al mes por ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados, habría que partirse necesariamente la caja con Gabriel Rufián.
Ahora el republicano se nos revela como escritor de relatos, concretamente de temática gay-pornográfica. El breve ‘cuentecillo’ ya se puede leer en un libro de relatos eróticos editado por Jot Down.
Quizá ahora se entiende por qué un día en su asiento del hemiciclo tenía una impresora. Seguramente es que estaba sacando las pruebas para ver cómo había quedado su obra literaria.
El texto en cuestión es este:
Ahora, sonríe él. Incapaz de mantener su mirada directa, me refugio en la imagen que el espejo me revela: su desnudez. No hay respuesta física ante el estímulo de esta visión y es él quien reacciona a mi inmovilismo atrapando con su dedo uno de los rizos que se enroscan en mi barba. Estira obligando a mi cabeza en un movimiento descendente con el fin de retomar el contacto visual. Estoy perdido».
Entra en escena una tercera persona:
Celoso, observo cómo toma una actitud protectora, casi paternal; le acaricia la nuca recién rasurada. Rendido se da a mi compañero.
Hasta que llega el culmen:
Caen. El frío suelo no detiene la pasión exaltada. Contemplo el nudo de los cuerpos desbordados de excitación. Los intuyo erectos bajo sus pantalones. Sujetos sus cuellos. obligo a sus cuerpos a una posición cuadrúpeda. Unos ojos aguamarina se giran para mostrar su disconformidad pero aprieto asfixiante mi mano y mi fogosidad le subyuga. Sucumbe. Alterno dominante y disfruto rasgando las cavidades ofrecidas.