AUTOR DE 'NO HAY ALA OESTE EN LA MONCLOA' (PENÍNSULA)

Javier Zarzalejos: «La izquierda incendió la calle con el Prestige y con Irak cuando vio que la derecha sacaba mayoría absoluta»

El secretario general de la Presidencia con Aznar revela el funcionamiento real del poder en España

Javier Zarzalejos: "La izquierda incendió la calle con el Prestige y con Irak cuando vio que la derecha sacaba mayoría absoluta"
Javier Zarzalejos.

Javier Zarzalejos, uno de los más estrechos colaboradores de José María Aznar durante sus dos legislaturas al frente del Gobierno de España, conoce muy bien los mecanismos del poder. Los ha manejado. Y lejos de la idealización buenista de la política, la suya es una visión desde la realidad, que rechaza, al mismo tiempo, la concepción conspiratoria y malvada de la responsabilidad política que tienen algunos.

Articulado sobre experiencias reales, autobiográficas en muchos casos, de quien fue testigo y en mu chos casos participó directamente en diverso grado en algunas de las decisiones que definen la etapa de Gobierno desde 1996 a 2004, No hay ala oeste en la Moncloa trata de explicar el porqué, pero, sobre todo, en este caso, el cómo se gobierna un país que tiene fortalezas y limitaciones.

Bajo esa idea, se muestra el arranque de la administración popular tras muchos años de dominio socialista, la política antiterrorista y la intrahistoria de decisiones estratégicas que conllevó, la relación entre la Moncloa y la Zarzuela, la proyección exterior de España, la dinámica del Gobierno bajo la dirección de José María Aznar y la sucesión a cargo de Rodríguez Zapatero, con incursiones en sucesos posteriores y en la actualidad.

ALGUNOS EXTRACTOS DE LA OBRA

«Como seguidor selectivo de series no he encontrado una explicación convincente para la falta de producciones españolas sobre política. Las que se han intentado realizar carecen de calidad equiparable a la de otras muchas que han sido grandes éxitos con todo merecimiento. […] Tal vez una explicación simbólica sea bastante sencilla: no hay ala oeste en la Moncloa. La Casa Blanca es sin duda más icónica que ese mal llamado y mucho más modesto palacio . En la avenida de Pensilvania vive un jefe de Estado, y no uno cualquiera, mientras que en el lado oeste de la carretera de La Coruña reside el jefe de Gobierno de un país por cuya dimensión internacional se lo define como una potencia media .»

«La política real no se encuentra ni en la idealización bue nista ni en la demonización que sirven las ficciones televisivas, por buenas que sean, y estas lo son. Hay muchas formas de poder, pero es el poder que se ejerce en la política el que establece una relación única y singular con la realidad de las sociedades pluralistas . Es única esta relación por su complejidad en la respuesta a las dos preguntas esenciales: quién manda y cómo manda. A la primera tiene que responder la fuente de legitimidad del poder; la segunda la responde el conjunto de normas y prácticas de valor normativo que limitan el poder y lo someten a la racionalidad jurídico – constitucional. La legitimidad del poder lo habilita; el derecho lo restringe y limita. Ningún otro fenó meno de poder económico, mediático, social o cultural, por intenso que pueda ser, establece con la sociedad una relación equiparable a la del poder político .»

NUEVOS TIEMPOS

«Los medios de comunicación, la comunicación política, han alterado sustancialmente la competición política al personalizarla , fijando la atención sobre el líder y lo que inspira frente al debate programático; el «quién habla» frente a » lo que dice «.» « Las redes, de nuevo, acentúan esa transformación de los ciudadanos en espectadores que […] priman lo visible sobre lo inteligible y, por tanto, recompensan políticamente a quien maneja de manera convincente lo visible, lo emocional . En otros términos, en el mundo de Twitter y de la telerrealidad, Donald Trump no es un fenómeno errático y casual sino una cosecha mucho más natural de lo que estamos dispuestos a admitir. »

« Los partidos no son lo que eran . Han perdido en gran medida su condición de organizaciones mediadoras entre el electorado y los líderes. […] La personalización de la política devalúa el papel de los partidos y afecta a la competición política. El espacio para la confrontación ideológica real «dentro del sistema» se ha ido estrechando, hasta el punto de que una buena parte de sus políticas, una vez en el Gobierno, parecen intercambiables, también aquellas que tradicionalmente definían la identidad a derecha e izquierda. Los grandes partidos aspiran a la máxima transversalidad – los partidos «atrapalotodo» o catch – all parties – y creen que la mejor manera de conseguirla consiste en rebajar su perfil ideológico. Buscan la mayor versatilidad y se concentran en definir un estilo que los acerque a los segmentos menos politizados del electorado. En otros casos, la aceptación se quiere conseguir anclando el discurso en un pragmático concepto del sentido común como valor general en el que todo resulta evidente por sí mismo .»

« El sentimiento no es lo mismo que la sentí mentalización , como tampoco lo son la emoción y el emocionalismo, ni la bondad y el buenismo . La diferencia que separa un término y otro es lo que diferencia la virtud de una elaboración ideológica partidista. » « Un caso que conocemos bien es el de la lucha contra el terrorismo de ETA (Euskadi Ta Askatasuna). Naturalmente, hablar de libertad, de justicia y de Estado de derecho, solidarizarse con el sufrimiento de las víctimas y alentar el compromiso cívico de los demócratas aportaba una extraordinaria carga afectiva al discurso político. Pero frente a la sentimentalización , la política real exigía no quedarse ahí, ni siquiera quedarse en la empatía hacia las víctimas . La responsabilidad de la política consistía en dar contenido al funcionamiento del Estado de derecho, en definir cómo se traducía el deber de solidaridad con las víctimas, en impedir la actuación de los cómplices políticos de los terroristas, en asumir el coste tantas veces extremo y cruel del compromiso político.

TRABAJANDO CON AZNAR

«No importaba la cercanía personal que hubiera, sino para qué estábamos allí, que era facilitar la acción del presidente del Gobierno en el sentido más amplio. Nunca he hablado de José María Aznar como «mi amigo» aunque lo sea . El presidente del Gobierno puede tener amigos entre sus colaboradores, cla ro está, pero ni me parecía apropiado entonces ni me parece apropiado ahora hablar del presidente como de «un amigo».»

«Pronto se debe aprender una lección: siempre hay que evitar hablar como si uno fuera la voz del presidente, salvo que el presidente expresamente lo quiera . La segunda lección es que, aunque uno no lo haga, tiene que contar con que el interlocutor creerá que, efectivamente, todo lo que uno dice, lo dice en nombre del presidente del Gobierno. En esta situación sin salida, el único recurso es la prudencia.»

« En contra de cierta imagen, Aznar es una persona sensible a los argumentos; le gusta escuchar y contrastar sus ideas . No era infrecuente que Aznar hiciera una observación o propusiera una iniciativa de la que él mismo no estaba en absoluto convencido, con el único propósito de ver cuál era nuestra reacción y en qué términos y con qué argumentos la discutimos.»

«Por temperamento y por su idea del ejercicio de la autoridad, rara vez se habrá recordado una bronca de Aznar a un subordinado . Sospecho que algunos la habrían preferido al len guaje no verbal pero inequívoco con el que a veces se expresa. Él mismo se define como tímido – paradójicamente un tipo frecuente en política – que se supera. Su gestualidad contenida y sus silencios a veces no son fáciles de administrar para sus interlocutores, que, como compensación, identificaban en él a una persona fiable y comprometida con la palabra dada, eso que se entiende por tipo serio. Su reserva es bien conocida y no solo responde a lo que imponía su responsabilidad, sino a la desconfianza en la discreción ajena.»

IRAK

« Irak es la clave de un relato divisivo, que unos siguen alimentando y otros recuerdan con incomodidad. Da la impresión de que hace tiempo que la controversia perdió casi cualquier posibilidad de revisión razonable . »

« En nuestro país, Irak fue Irak y algo más porque una parte del electorado fue movilizado en contra del partido del Gobierno , no por la supuesta ocultación de la autoría de los atentados de Atocha como aún se sostiene, sino por la relación causa – efecto que se consiguió establecer a ojos de un sector de los ciudadanos entre el apoyo a la intervención militar en Irak y el terror del 11 – M. […] Lo que una izquierda exasperada ante la perspectiva de una probable nueva mayoría del PP había ido sembrando, lo cosechó el 11 de marzo de 2004 .»

« De nuevo la pregunta: si Sadam ya no tenía armas de destrucción masiva, ¿por qué no permitió que en unos pocos días los inspectores certificaran que se había deshecho de ellas, evitando así una intervención que era inminente? Y de nuevo la respuesta: primero, porque admitirlo habría sido una muestra de debilidad ante sus enemigos internos y exteriores. Segundo, porque la evolución de la posición de Francia, Alemania y Rusia y las expresiones masivas de oposición a la intervención no habían hecho sino reforzar su convencimiento de que la intervención había embarrancado y de que, si llegaba a producirse, tam poco en esta ocasión los americanos llegarían hasta su derrocamiento. »

« De ninguna manera es objetable que la misión de estabilización de Irak contó con el aval indubitado de Naciones Unidas . Y esto para España es y era esencial. Porque significa, y sigue siendo relevante, que ningún soldado español no solo no participó en misiones de combate, sino que no estuvo ni un minuto en Irak sin la cobertura plena de la ONU , incluso según los criterios de los abogados de la legalidad más estricta.»

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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