En estos tiempos en que el sacrificio hacia los demás no es ni siquiera anécdota, algo loable o digno de encomio, el acto del párroco de 36 años Miguel Conesa se antoja como todo un ejemplo.
Fue el héroe del accidente de autobús en Murcia, que se saldó este sábado 8 de noviembre de 2014 con 14 muertos y 38 heridos: no dudó ni un instante en entregar su vida a cambio de la de un joven feligrés de la parroquia de nuestra señora del Rosario de Bullas, -en la que llevaba destinado desde hacía dos meses-, y que iba a su lado rumbo al Cerro de los Ángeles.
Sí; murió como vivió: dando la vida por los demás.
SIN CINTURÓN
Según informa ‘La Verdad de Murcia‘, en el momento del accidente ocurrido en Cieza acababa de ponerle el cinturón a su acompañante. Vio venir el choque, y fue lo primero que hizo. Después le arropó con su cuerpo. No le dio tiempo de nada más.
El chico, David, se había sentado a su lado tanto en la ida como en la vuelta, y está ingresado en el hospital Virgen de la Arrixaca, donde fue operado este lunes 10 de noviembre.
BONDAD
«Un ejemplo más de su bondad», cuentan desde la parroquia donde pasó gran parte de su vida, en Espinardo,
«era un ejemplo a seguir, siempre tenía una sonrisa para todo el mundo, nunca decía que no a nada»
Siempre había sabido que iba a ser sacerdote, y con 25 años se ordenó, un 13 de julio. A los 19 había entrado en el seminario. Siempre lo había sabido y de pequeño
«jugaba a las procesiones, montaba altares, ayudaba en misa»
explicaba su madre a ‘La Verdad de Murcia’.