La política de comunicación del Govern balear es ardua labor. Lo sabe muy bien el que dirige este digital, puesto que durante apenas dos meses estuvo en la cocina del ‘poder’ -léase Gabinete de Comunicación del PP- cubriendo una baja. Injusto sería el no reconocer el durísimo trabajo de las tres grandes profesionales que conforman el mismo, igual que lo sería el hecho de negar el poco calado que entre la ciudadanía tiene el mensaje que se pretende transmitir.
Perdidos entre los tuiters navegan a la deriva los caracteres que buscan con ahínco llegar a buen puerto, mas tan sólo alcanzan las orillas donde rompen las opiniones de los mismos ‘peperos’. Se pierden así en la embravecida mar del despropósito, y no alcanzan más eco que el de sus propios seguidores, esto es: Yo lo digo y tú lo repites para que todos nos quedemos más tranquilos. No es eso.
La última estrategia lanzada pretende hacer creer que el mismísimo Govern está «enfadado» con el propio Gobierno, el que le manda los recados y marca la mal llamada hoja de ruta. La excusa son los Presupuestos Generales del Estado, pero podría ser cualquier otra. Desgraciadamente la actitud altiva y distante de quien tiene el timón, se ha ganado el odio de todos y cada uno de los sectores que conforman el motor económico y social de Baleares. Ya no hay marcha atrás. El que siembra recoge.
