La joven de 23 años se acercó este miércoles 5 de abril de 2017 con sus dos imponentes perros a la playa nudista de Son Serra de Marina, situada en el municipio mallorquín de Santa Margalida, donde no había más de siete personas, y tranquilamente se puso a hacer topless.
De repente, se percató de un ruido extraño: un tipo se estaba masturbando a pocos metros de ella sin quitarle ojo y, lejos de amilanarse o huir, la mujer se puso a grabarle con el móvil bajándole algo más que los humos.
Según señaló la afectada a ‘La Vanguardia‘
«Como tenía el día libre, decidí irme sola con mis dos perros a una playa apartada del alboroto de la ciudad. Me pegué una hora en coche y luego una caminata para ir a la parte más tranquila. Cuando encontré un sitio bonito, tranquilo y sin más perros a la vista, me tumbé a relajarme. Por el camino venía detrás de mí este señor. También buscaba un lugar donde sentarse y lo hizo a unos metros de mí, en paralelo.
En un momento me giré y lo vi. No le di importancia porque se podía estar sacudiendo la arena de encima. Pero ya en el segundo vistazo me di cuenta de que se estaba haciendo una paja descaradamente. Tumbado y mirándome».
Ni siquiera trató de disimular tapándose con una toalla o poniéndose detrás de las dunas. Como fue tan descarado, me levanté y le pregunté si le parecía normal.
Por desgracia este tipo de cosas son algo habitual en nuestra sociedad, pero no debe consentirse. A nivel particular no permito nada así, él me hizo sentir mal y yo reaccioné haciéndole sentir mal a él. En ningún momento me imaginé que esto se pudiera hacerse viral, pero celebro que se comparta para que este tipo de personas se lo piensen dos veces. Animo a aquellas mujeres que se hayan sentido así alguna vez a ponerle cara a estos machirulos de mierda. ¡Ninguna agresión sin respuesta».
El hombre, tras poner pies en polvorosa, volvió a recuperar sus chanclas y trató de disculparse a su manera:
«Él me decía que como sólo le funcionaba una pierna debía perdonarlo, pero era mentira porque andaba perfectamente. Además, ni que eso justificara el hacerse una paja mirándome».