Las oraciones junto a las carpas de los familiares y rescatistas se sucedieron durante los 17 días transcurridos
(Patricio Downes).- El contacto con los 33 mineros chilenos atrapados a 700 metros de profundidad fue producto del «trabajo y de la ayuda de Dios», dijo el presidente de Chile, Sebastián Piñera, mientras mostraba el mensaje enviado por ellos desde la entraña de la mina de Copiapó, con el mensaje :»Estamos bien en el refugio, los 33 mineros».
Los signos de fe en torno a la búsqueda han sido permanentes y el propio subsecretario de Minería, Pablo Wagner, dijo esta tarde a la CNN: «Cuando recibí la noticia del derrumbe, hace 17 días en mi despacho, solo a las 8 de la noche, recé para tener la fuerza de estar ahí».
Al atardecer, el obispo de Copiapó, Gaspar Quintana, celebraba una misa con los familiares, rescatistas y funcionarios. A meros de allí, el presidente Piñera leyó la carta enviada por la sonda por el minero Mario Nicolás Gómez Heredia, de 63 años, dirigida a su esposa Lila: «Estoy bien, gracias a Dios, paciencia y fe. Dios es grande. La ayuda de nuestro Dios que nos avaló».
El mismo mensaje de fe dio el obispo de Copiapó, Gaspar Quintana Jorqueran, quien acudió al lugar luego de la misa del mediodía por los 33 mineros, uno de ellos boliviano, Carlos , señalando que la eucaristía de esta noche sería para agradecer. Recordó que se pedirá más ayuda divina, pues el rescate puede demorar varias semanas, pero con la ventaja de la certeza de vida de los mineros y de la posibilidad de enviarle hidratación, alimentación y medicamentos. La primera ingesta deberá ser cuidadosa, con hidratación en gel por ejemplo, pues los 33 mineros llevan 17 días en un refugio, donde había suministros para muy pocas horas.
Las cadenas de televisión muestran a los familiares señalando su agradecimiento a Dios y su alegría inmensa. Piñera recorrió la zona acompañando a los familiares, junto a sus funcionarios, dejó un mensaje de su esposa que hoy vive el duelo de la pérdida de su padre, y entonó el himno desde la altura que domina la entrada al socavón. Y desde el martes, permanece junto a la mina San José, una imagen de la Virgen de la Candelaria, hallada por un arriero hace 200 años y es venerada en Copiapó con el cariñoso sobrenombre de «La Chinita».
Maglio Cicardini, alcalde de Copiapó, confesó que llegó al lugar «un poquito tarde porque no podía dejar de pasar frente a la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, a agradecer este verdadero milagro». Señaló que espera que el rescate sea menor a los dos o tres meses previstos, pues se aguarda la llegada de una máquina especial de la empresa Andina. Cristian Tapia, alcalde de Vallenar, municipio en el que se encuentra la mina, abogó porque «cosas como esta no ocurran más y Chile sea un país minero como debe ser», aludiendo a las medidas de prevención y de seguridad indispensables para este trabajo.
Las oraciones junto a las carpas de los familiares y rescatistas se sucedieron durante los 17 días transcurridos, siempre con la presencia del obispo Quintana, quien hoy no podía ocultar su enorme satisfacción por el contacto logrado con los mineros atrapados a través de una sonda que llegó al refugio donde se encuentran, al parecer en buen estado de salud.
El martes, el obispo Gaspar Quintana Jorqueran acompañado de sacerdotes y diáconos de toda la diócesis, y con las imágenes de Nuestra Señora de la Candelaria y de San Lorenzo, celebró con una misa junto a la mina, el día del minero. Allí manifestó su preocupación y cercanía con los mineros y sus familiares. Ante una asamblea que superó las mil personas, entre las que se contaba la Primera Dama, los invitó a no dejarse vencer por la angustia y la incertidumbre. También señaló que este terrible accidente debe dejarnos lecciones en todos los niveles, tanto a las autoridades, como a los empresarios y trabajadores.
El Obispo dijo que lo ocurrido es un llamado de atención, ya que no es posible en un país que quiere ser desarrollado, que los trabajadores, y de manera especial los mineros, realicen sus faenas sin las medidas de seguridad necesarias. «El desarrollo de un pueblo no son sólo las estadísticas económicas -dijo el Obispo-, sino el pasar de una situación menos humana a una de mayor dignidad». Agregó que «el trabajo no es una mercancía que se compra por un determinado valor, sino que es una expresión de la persona humana; las personas tienen derecho al trabajo, y a un trabajo realizado con márgenes de seguridad reales».
Lamentando profundamente este nuevo accidente minero, señaló que «los seres humanos no somos bestias de carga, sino hijos de Dios, dotados de dignidad, por eso todos merecemos que se nos resguarde nuestra integridad física, emocional y sicológica».
Las sentidas palabras del Obispo continuaron en la línea de pedir a Dios la fortaleza para las familias de los mineros, y la protección de la Virgen de la Candelaria, para que los acompañe y les dé esperanza y fuerza ante los distintos escenarios que se abren en esta etapa de la tarea de rescate. También pidió oración por las autoridades y parlamentarios, «para que el Señor les ilumine en las grandes responsabilidades que tienen» y por los rescatistas, «para que puedan llevar adelante esta tarea con prontitud y con el final que todos deseamos, de encontrar a nuestros hermanos con vida y en buenas condiciones».
El Pastor agradeció las múltiples muestras de solidaridad y cariño desde distintas partes del país, aprovechando de transmitir el mensaje de aliento de Monseñor Alejandro Goic, y de las personas, como Monseñor Carlos Camus, que a través de las redes sociales han manifestado su cercanía y oración con los familiares de los mineros atrapados.
Para la celebración de esta eucaristía, el rector del Santuario, P. Fernando Vega, trasladó la pequeña imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, que fue encontrada hace más de 200 años por un arriero de la zona, desde el templo hasta el yacimiento minero, y al finalizar la Misa se anunció que esta imagen permanecerá en el lugar hasta que los mineros sean rescatados. Esto trajo alegría a las personas, que como familias mineras, en su gran mayoría son devotas de «la chinita».