La Teología de la Liberación va al margen. No ha habido un impacto directo, pero sí el mediático que el nuevo papa genera de por sí. La gente ve lo que dice Francisco, lo que hace
(Jesús Bastante).- Hanzel Zúñiga es Profesor de la Universidad Católica de Costa Rica, director de su revista teológica, Logos, y todo un experto en la materia. En esta entrevista nos habla de teología, de la situacion de la Iglesia en Costa Rica y del impacto del Papa Francisco.
¿Cuál es la situación interreligiosa en Costa Rica?
Es muy interesante. De hecho, hace poco se hizo un estudio, un muestreo de cómo está la situación religiosa en Costa Rica. Laura Fuentes, socióloga de la Religión, que estudió en la Sorbona de París, guió la investigación, que tiene un índice de cobertura de más del 90% de la población. Los resultados fueron curiosos: en diez años, del 98 al 2008, Costa Rica había pasado de tener un grupo de católicos que se llamaban adeptos de un ochenta y algo por ciento a un 70 por ciento más o menos. Del 2008 a la actualidad, la reducción deja la cifra en el 50%: parece que los que se dicen católicos en Costa Rica son la mitad de la población, no más.
Está dejando de ser la religión apabullantemente mayoritaria… ¿Y qué otras confesiones encontramos?
Protestantismo, pero pentecostal. No el protestantismo histórico, sino una especia de tercera generación. Es un grupo además muy vinculado a lo social. También la Iglesia anglicana es importante aunque muy minoritaria. Y la evangélica es la que más ha crecido: de un 10% a un 20%.
La labor evangelizadora de estos grupos pentecostales no sólo está afectando a Costa Rica, también a países como Guatemala, Brasil, México. La potencia de esta implantación, ¿es buena o mala? ¿Hasta qué punto puede configurar la faz de la sociedad costarricense? ¿Cómo se juega en ese tablero?
Yo, personalmente, no daría un calificativo moral a las cosas. La realidad no es buena o mala, simplemente creo que se atiene al proceso de la posmodernidad. Si arrojamos luz sobre lo analizado antes, vemos que, aunque crece el grupo evangélico y disminuye el católico, el grupo que más ha aumentado es el de indiferentes a la religión. Personas que pueden tener sus creencias en un dios personal o en algún elemento religioso, pero que sin embargo no participan de ningún grupo religioso. Ése es el grupo más grande.
O sea que el gran desafío está en la secularización de la sociedad.
Costa Rica, por su naturaleza, por tener una tradición de Educación Primaria y Secundaria bastante más alta que el resto de Centroamérica, y también por los procesos sociales (no vivió una guerra civil ni tanta violencia como otros países), que siempre llegaron después (la independencia de las colonias…) y con calma, ha creado el mito de que el costarricense es pacífico. En realidad, no es que seamos pacíficos, pues hay mucha violencia en las calles, muerte en la carretera, crímenes pasionales y conflictos de ese tipo… Pero somos más pasivos. Actuamos en un segundo momento. Primero, que se aclaren los nublados del día. Y luego ya veremos cómo nos acomodamos.
¿Cómo es la Iglesia costarricense?
En comparación con otras Iglesias, el autor argentino E. Dusel, en sus libros sobre la Historia de la Iglesia en América Latina, da como característica de Costa Rica la que acabamos de mencionar: que no ha tenido un proceso social complicado. Sólo una guerra civil puntual que no pasó de conflicto político a general ni se extendió en los años. La Iglesia, por ende, ha sido también tranquila. Conservadora. La mayoría del clero que llega a Costa Rica desde otras partes, termina radicándose ahí. Cuando Juan Pablo II visitó Centroamérica, su sede era Costa Rica. Iba a Nicaragua pero regresaba a San José. Por la estabilidad social, pero también porque la Iglesia costarricense es una Iglesia cómoda, que recibe bastante bien.
Con la reivindicación de algunos aspectos de la Teología de la Liberación, ¿está cambiando la vivencia religiosa en Costa Rica?
La mayor parte del clero fue ordenado durante el pontificado de Juan Pablo II, y eso ha marcado mucho. Por eso, la Teología de la Liberación va al margen. No ha habido un impacto directo, pero sí el mediático que el nuevo papa genera de por sí. La gente ve lo que dice Francisco, lo que hace. Y sí se plantea en los periódicos que en Costa Rica y en Roma están pasando cosas diferentes… Sin embargo, es un cambio lento para los que se han formado con los pontificados anteriores. Sí que hay una mayor posibilidad de encuentro, de diálogo. La misma Universidad Católica, que pertenece a la Conferencia Episcopal, tiene dentro de su cuerpo de profesores gente de muchas ideologías. De sensibilidades distintas.
Hablando de escuelas, háblanos un poco de la Universidad. ¿Qué estudios tiene? Decías que es propiedad de la Conferencia Episcopal costarricense…
Fue fundada en el 93. En ese sentido, es una Universidad reciente. Sin embargo, tiene una tradición que comienza con el Seminario Nacional y la Escuela Pedagógica de Religión, todavía anterior, que formaba docentes. A partir de eso, se dio la necesidad de que ambos, profesores y docentes, se unieran para dar un título universitario. La crisis global estaba golpeando mucho la economía de la Iglesia costarricense… Ahora, con la nueva rectoría, de la Profesora María Eugenia Pan y Agua, que fue Ministra de Educación, se percibe el bagaje administrativo. Ella, solamente en un año, ha sacado la universidad a flote. De la deuda a la estabilidad.
La universidad tiene ahora significativos recursos. La Escuela, que forma parte de la Universidad, como expliqué al principio, tiene varias carreras. Enseñanza de la Religión en Primaria y Secundaria, Ciencias Teológicas y también los programas de extensión. Nosotros formamos, por ejemplo, uno para personas casadas. El ambiente está muy bien… Ha crecido muchísimo. Y eso hace que haya un cuerpo docente muy amplio, en el que ninguno de los docentes puede dar más de dos cursos de peso, para conservar la calidad académica. Y que no se convierta esto en una repetición, sino que haya más de cuarenta docentes, especializados. Gente formada en Roma, en París, en España, en Latinoamérica…. Una diversidad muy interesante.
Por supuesto que hemos hecho recortes, porque la crisis pegó aquí y pegó allá. En todas partes, desafortunadamente. La revista Logos, por ejemplo, hasta el momento se editaba físicamente y este año ya va a hacerse sólo digital. Ya el recurso no da para tanto, pero llega más digitalmente. A pesar de que ya llegaba, pues tenemos una relación cercana con el Instituto Católico de París. Entonces llega a París, llega a Barcelona, con un colega y amigo, Javier Velasco, a la Facultad de Teología de Cataluña. Llega a Israel, a Estados Unidos, por un jesuita del concilio. Llega a Canadá, a Chile, Argentina…
¿La relación entre las universidades católicas latinoamericanas es fluida?
Sí, desde la FIUC, Federación Internacional de Universidades Católicas, tenemos posibilidad de relacionarnos a través de pasantías. Pero las pasantías las tenemos que financiar nosotros, porque está la cosa difícil. Pasantías de estudiantes y docentes. También hay una cátedra interna de Filosofía que conecta la filosofía personalista con el cristianismo social. Formamos parte de la Asociación Iberoamericana de Personalismo. El ámbito filosófico despliega puentes.
Hoy hemos publicado en Religión Digital que la comisión de expertos teólogos ha dado el último paso para que a monseñor Romero se le declare beato: el milagro. ¿Cómo vivís, como latinoamericanos, esa realidad de que el arzobispo mártir del Salvador, un mito para muchos, suba a los altares? ¿Qué supone para vuestra Iglesia?
Es un hecho importante para un sector. Para otros, que son más radicales, subirle a los altares sería condenarle a la comercialización… Sin embargo, la gran mayoría está contenta de que se reconozca no solamente una línea de pensamiento. Es esperanzador leer, por ejemplo, la Evangelii Gaudium de Francisco, cuando dice que en la Iglesia coexisten distintas formas de pensamiento. No hay que pensar todos igual: hay que fomentar encuentros en la Iglesia. Si no, sería monolítica, cerrada y, en fin, desafortunada. No respondería a la realidad, que es plural. No entraría en contacto con ella por entero. Para la Iglesia de Centroamérica, ciertamente Romero es un pastor muy relevante. El que la dio voz propia. En la otra universidad en la que trabajo, existen dos escuelas: la de Teología Sistemática y la de Ciencias Bíblicas, que se ocupa de la exégesis. Ahí, desde hace mucho tiempo hay encuentros ecuménicos, se dialoga entre las religiones y las tradiciones y, en las celebraciones litúrgicas, la figura de Romero como mártir es fundamental, aunque el punto de arranque de muchas personas sea el luteranismo, el calvinismo… Es un personaje que trasciende.
Como Jesús en su momento, siendo germen de contradicciones en alguna ocasión.
Yo creo que esa contradicción nace del hecho de desligar áreas de pensamiento. Porque, cuando nosotros hablamos de Teología, pensamos que el teólogo debe de ser un místico. Nos manejamos en una separación demasiado radical entre el racionalismo y la fe, cuando en realidad la Teología entra en diálogo con la Historia, la Sociología…Ahora en la teoría la interculturalidad es el eje. Las universidades lo están asumiendo.