Ilarraz ya tiene dictado el procesamiento. Ahora falta que se cumplan otras diligencias probatorias, que se concluirán en días, y es de esperar que la jueza corra vista al fiscal y a los querellantes para poder pedir la elevación a juicio
Una carta con la confesión del presbítero Justo José Ilarraz, efectuada en 1997 ante el Tribunal Eclesiástico de la Santa Sede, corrobora la declaración escrita del entonces arzobispo Estanislao Esteban Karlic, donde reveló detalles de una charla que tuvo con el cura en la cual este reconoció los abusos a menores seminaristas y además mostró arrepentimiento.
La carta es el descargo del acusado en respuesta a la presentación que hicieron los denunciantes por la falta de un pronunciamiento claro de la Iglesia ante uno de los casos de pedofilia más escandalosos de toda América Latina.
En un texto que puso en poder del Tribunal Diocesano de la Vicaría de Roma, el cura reconoció entonces que tuvo relaciones amorosas y abusivas con menores que estaban a su cargo como pupilos en el Seminario de Paraná mientras ejerció el cargo de prefecto de disciplina, entre 1985 y 1993.
El contenido de esa carta fue revelado por primera vez al abrir dos sobres que llegaron desde el Vaticano, vía Cancillería, en el despacho de la jueza Susana Paola Firpo, quien tramita la causa «Ilarraz Justo José s/promoción a la corrupción agravada». La jueza retomó el manejo de la investigación y reunió para este trámite a la querella, la defensa y el Ministerio Público Fiscal. Del encuentro participaron Firpo; el defensor de Ilarraz, Juan Fornerón; el fiscal Gervasio Labriola y el querellante Marcos Rodríguez Allende. Allí se abrió la carta de Ilarraz, que Rodríguez Allende considera clave y reveladora.
También se conoció el texto de un decreto firmado por el ex arzobispo Karlic en 1996, que luego de investigar los abusos de Ilarraz le impuso la pena del destierro y la recomendación de ir a un retiro espiritual por un tiempo.
En enero de 1997. De los dos sobres remitidos desde el Viejo Continente, el que revestía más interés tenía un escrito firmado por el único imputado en la causa que se instruye por graves abusos que denunciaron siete ex seminaristas en Paraná. «Fue escrito el 18 de enero de 1997, donde Ilarraz realiza una suerte de confesión ante el Tribunal Eclesiástico sobre hechos ocurridos entre 1991 y 1993. El se hace cargo de relaciones amorosas y abusivas con respecto a menores seminaristas», contó el abogado querellante, Marcos Rodríguez Allende.
En la actuación se desprende que debieron pasar tres años desde la presentación de una de las víctimas para que se iniciara una causa en la Iglesia, y casi dos décadas de la investigación que promovió la curia de Paraná, para que el Vaticano accediera a divulgar información que complica seriamente la situación procesal del acusado.
Además cuenta en la carta que «esas relaciones sentimentales se extendieron durante mucho tiempo y da a entender que es una suerte de enfermedad que venía ocurriendo desde hace mucho tiempo. Dijo que se sentía sucio de espíritu por esos hechos«, agregó el abogado.
«Ilarraz ya tiene dictado el procesamiento. Ahora falta que se cumplan otras diligencias probatorias, que se concluirán en días, y es de esperar que la jueza corra vista al fiscal y a los querellantes para poder pedir la elevación a juicio», acotó Rodríguez Allende.
En el artículo al que tuvieron acceso todas las partes, Ilarraz no aclara ni la identidad ni la cantidad de los menores internados en el Seminario. «El también habla en el documento de arrepentimiento de esas relaciones abusivas y pide perdón a la Iglesia y a las víctimas», reveló Rodríguez Allende.
De acuerdo a la interpretación del abogado, la misiva en cuestión también corrobora los dichos de las víctimas y adquiere más valor porque Ilarraz no sólo lo escribió, sino que también lo firmó, según consta en la respuesta que envió la máxima autoridad eclesiástica.
«El papa Francisco ordenó esclarecer todos los hechos de abuso, condenó esta situación y mandó a abrir todas estas documentaciones que estaban absolutamente selladas. Esta información fue requerida por mucho tiempo y en varias ocasiones», cuestionó el querellante.
Karlic lo sancionó. Como parte del documento, la jueza Firpo también dio a conocer una resolución de Karlic donde le imponía una sanción a Justo Ilarraz. La pena consistía 30 días de soledad en un lugar religioso y a la espera de las consecuencias posteriores a la confesión.
«Con esto se confirma que Karlic no mintió, que el que mintió fue Ilarraz», afirmó Rodríguez Allende, y anticipó: «Una vez que se haga el requerimiento formal a juicio de la causa vamos a pedir el original de este documento».
En Roma estaban al tanto de la investigación ordenada por Karlic en 1995, luego de que Juan Puiggari -entonces rector del Seminario- avisó de los casos de abuso que se responsabilizaba a Ilarraz. Karlic comunicó al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que tenía denuncias contra un cura bajo la especie «crimine pessimo» (pedofilia) y el 6 de septiembre de 1995 le informaron a Karlic que todo fue derivado a la Congregación para el Clero.
En el Vaticano se siguió investigando, pese a que Ilarraz intentó desmentir todo el 24 de junio de 2015 -cuando se sentó a declarar ante la jueza Firpo- y aseguró que jamás supo de que se lo investigaba por abuso, y además desmintió a Karlic -por sus afirmaciones en la Justicia- respecto de que el hoy procesado había aceptado los abusos.
(RD/AGencias)