Muchas veces, caímos en la tentación de ajustar el Evangelio a nuestras ideas. Pero Cristo no es una idea, ni una ideología
(Cameron Doody).- Los católicos no deberían enzarzarse en interminables debates políticos e ideológicos en la sociedad civil sino hacer que su conducta refleje un testimonio aún más convincente de su fe en Cristo. Así de claro se ha manifestado el nuevo representante papal a los Estados Unidos, el arzobispo Christophe Pierre, en una entrevista concedida a finales de mayo a la revista jesuita America.
Aunque en los últimos años el país se ha visto dividido por importantes conflictos ideológicos entre los valores conservadores y los impulsos progresistas, el nuevo comisionado del Vaticano a los EEUU no parece tener el menor interés por las así llamadas «guerras de cultura» (culture wars). «¿Debemos luchar con nuestra verdad contra las otras verdades?», se pregunta Pierre en la cita con America.
«Creo que no. Creo que lo que tenemos que hacer es dejar que Cristo nos transforme, que nos diga cuál es el camino de la verdad». Y no hay mejor exponente de este punto de vista, para Pierre, que el Papa Francisco, quien está enseñando a la Iglesia «que el camino para conocer a la verdad es también el amor, la caridad, el tipo de tolerancia profunda que no es el relativismo. Es algo diferente».
Aunque sea difícil para los católicos dejar de reñirse con sus conciudadanos no creyentes, aprender este tipo de comprensión respetuosa con las otras opciones de vida es el único camino auténtico para la Iglesia. Los seguidores de Jesús, opina Pierre, no pueden refugiarse en la ideología, o lo que es lo mismo: contentarse con la misma respuesta de siempre frente a los retos de hoy.
«Pienso que el papa nos está pidiendo convertirnos en católicos en todos los sentidos de esa palabra», manifiesta el nuevo nuncio. «El católico no es la persona que defiende una mera postura y ideología, una moral. El católico es un discípulo de Cristo. Esta cualidad de discípulo de Cristo cambiará la vida de una persona. Convertirá a esa persona en un misionero y organizará su vida», argumenta.
Y más que las palabras que digan o los argumentos que sostengan, lo que distingue a un católico, para el prelado, es un comportamiento modesto, respetuoso y sobre todo, consistente con la fe que profesa. De nuevo el papa -quien se ha ganado el respeto y la admiración de mucha gente no católica en cada rincón del mundo- es un modelo a seguir.
«El papa», en la opinión de Pierre, «le impresiona a la gente precisamente porque dicen, «Este es un hombre de Dios». Este tipo de compasión palpable es, además, al alcance de todos: según Pierre, se le reconoce a un cristiano por el impacto visible que deja Cristo en su vida.
Si bien en esta entrevista con America alega no saber por qué Francisco le ha elegido a él precisamente para su nuevo puesto, el arzobispo Pierre tiene muy claras cuáles son las prioridades del pontífice y por tanto, el trabajo que él mismo tiene por delante en los EEUU. «Hay muchas injusticias, muchos pobres, mucha personas a las que se les trata injustamente. La Iglesia debe de estar ahí. La Iglesia debe de estar cerca a los pobres».
Se trata de que las teorías del catolicismo se conviertan en realidades, ya que la solidaridad, humanidad y justicia que predica la Iglesia -sobre todo en su doctrina social- «no son solo ideas» sino también «deberían de ser conductas». Según mira Pierre, la tarea de los católicos es «respetar la vida del principio al fin, pero respetar también el trabajo por la justicia [y] el trabajo en contra de las desigualdades».
Pero para el nuevo representante papal a los EEUU, por encima de cualquier otra consideración -o, mejor dicho, englobándolas a todas- es el deber de la Iglesia de estar cerca de la gente. Es, además, la mayor preocupación del Papa Francisco: salir al paso de las personas de a pie.
«Cuando escuchas al Evangelio, cuando sigues a Cristo», dice Pierre, «él te está pidiendo algo muy radical». «Cristo nos está pidiendo que estemos cerca de la gente, cerca de los pobres. Que lo dejemos todo. Que tengamos a Dios en el centro de nuestras vidas». Y lo que le interesa a la gente no son las polémicas sino los cambios reales y la corroboración de la promesa de un mundo mejor.
«Muchas veces, caímos en la tentación de poner nuestras ideas primero, ajustar el Evangelio a nuestras ideas», reflexiona Pierre. Y eso pese a que «Cristo no es una idea. Cristo es una persona que vino y que nos ofrece el Evangelio». Aunque sea más fácil dejarse llevar por el rígido guión de la tradición, los católicos tienen a otro libreto que les encamina en la vida: la Biblia. «Tenemos que dejarnos transformar por el Evangelio», afirma el nuevo nuncio. «Muchos de nosotros, básicamente, nos olvidamos de . . . las Escrituras. Nos olvidamos de escuchar a Cristo. Tenemos que ser informados no por la ideología sino por la Palabra de Dios».