La Iglesia en los Estados Unidos, como en otras partes del mundo, está llamada a «salir» de su comodidad y a convertirse en fermento de comunión
(C. Doody/Agencias).- «La Iglesia en Estados Unidos, como en otras partes del mundo, está llamada a salir de su comodidad». El Papa Francisco mandó ayer este mensaje a la Asamblea General de la Conferencia Episcopal de EEUU, después de que los obispos estadounidenses optaran por el conservadurismo continuista en la elección del cardenal Daniel DiNardo y el arzobispo José Gómez como su nuevo presidente y vicepresidente, respectivamente.
«Nuestro gran desafío es crear una cultura del encuentro, que aliente a cada persona y a cada grupo a compartir la riqueza de sus tradiciones y experiencias, a abatir muros y a construir puentes«, indica el pontífice en su mensaje a los prelados, reunidos estos días en Baltimore, Maryland.
El pontífice señala que los católicos deben ser «portadores de buenas noticias en una sociedad sujeta a desconcertantes cambios sociales», pero también culturales, espirituales y a «una creciente polarización».
Al recordar su viaje a Estados Unidos en septiembre de 2015, el pontífice asegura que quedó «impresionado por la vitalidad y la diversidad de la comunidad católica».
«A lo largo de su historia, la Iglesia en su país ha acogido e integrado nuevos flujos de inmigrantes. Con una rica variedad de sus lenguas y tradiciones culturales, han dado forma al rostro en continua transformación de la Iglesia estadounidense», apunta.
En este sentido, Francisco pide al clero estadounidense que considere de qué manera las iglesias locales «pueden responder mejor a la creciente presencia, a los dones y al potencial de la comunidad hispana».
Se refiere al Quinto Encuentro Nacional de Pastoral Hispana que comenzará en enero próximo y que buscará «reconocer y valorar los dones específicos que los católicos hispanos han ofrecido y siguen ofreciendo» a la Iglesia estadounidense.
Las palabras del Papa contrastan con la controvertida intención del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de construir una barrera en la frontera sur del país para frenar la inmigración irregular procedente de México.
El pasado febrero, al regreso de su viaje pastoral a México, Francisco afirmó que construir muros «no es cristiano», lo que suscitó la respuesta del magnate, quien calificó de «vergonzoso» que un papa cuestionara la fe de una persona.
El por entonces portavoz vaticano, Federico Lombardi, defendió que el papa no había querido llevar a cabo «un ataque personal ni una indicación del voto» con sus palabras, sino reafirmar su mensaje de tender puentes entre culturas.
Trump zanjó la polémica y consideró al pontífice «un tipo maravilloso».
El cardenal DiNardo y el arzobispo Gómez, nuevo presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal
El cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston, estado de Texas, fue elegido ayer martes como nuevo presidente de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).
DiNardo, de 67 años de edad, fue designado por los más de 250 obispos del país, en el segundo día de la asamblea anual de la USCCB que se efectúa en Baltimore, Maryland.
DiNardo sustituirá en el cargo al arzobispo de Louiville, el arzobispo Joseph Kurtz.
Los obispos también eligieron este martes al arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, como vicepresidente de la USCCB.
Gómez, de origen mexicano, es el primer obispo hispano en ese cargo.
DiNardo, originario de Ohio, fue ordenado sacerdote en julio de 1977 y sirvió en varias parroquias en Pittsburgh y Nueva York y luego de una estancia de seis años en Roma trabajando para la Congregación de Obispos, en 1997 fue designado por el Papa Juan Pablo II como Obispo Coadjutor en Sioux City, Iowa.
En 2004 fue nombrado obispo coadjutor de la diócesis de Galveston-Houston y luego obispo titular y arzobispo cuando se elevo su rango a archidiócesis. En octubre de 2007 el Papa Benedicto XVI lo nombro cardenal.
A continuación, el texto completo del mensaje del Papa a los obispos estadounidenses
Mensaje del Papa Francisco a los obispos estadounidenses
Queridos hermanos Obispos:
Me alegra tener esta oportunidad para poder dirigirme a ustedes. Hace apenas un año estuve con ustedes en mi visita pastoral a los Estados Unidos. Allí, quedé impresionado por la vitalidad y la diversidad de la comunidad católica. A lo largo de su historia, la Iglesia en su país ha acogido e integrado nuevos flujos de inmigrantes. Con la rica variedad de sus lenguas y tradiciones culturales, han dado forma al rostro en continua trasformación de la Iglesia estadounidense.
En este contexto, quisiera referirme al próximo Quinto Encuentro Nacional de Pastoral Hispana. La celebración de este Quinto Encuentro dará inicio en sus diócesis el próximo mes de enero y concluirá con una celebración nacional en septiembre de 2018.
En continuidad con los anteriores, este Encuentro busca reconocer y valorar los dones específicos que los católicos hispanos han ofrecido y siguen ofreciendo a la Iglesia en su País. Pero es mucho más que eso. Es parte de un proceso más grande de renovación y de impulso misionero, al que están llamadas todas sus Iglesias locales.
Nuestro gran desafío es crear una cultura del encuentro, que aliente a cada persona y a cada grupo a compartir la riqueza de sus tradiciones y experiencias, a abatir muros y a construir puentes. La Iglesia en los Estados Unidos, como en otras partes del mundo, está llamada a «salir» de su comodidad y a convertirse en fermento de comunión. Comunión entre nosotros mismos, con nuestros hermanos cristianos y con todos los que buscan un futuro de esperanza.
Tenemos que ser cada vez más plenamente una comunidad de discípulos misioneros, llenos de amor al Señor Jesús y de entusiasmo por la difusión del Evangelio. La comunidad cristiana debe ser un signo y un anuncio profético del plan de Dios para toda la familia humana. Estamos llamados a ser portadores de buenas noticias para una sociedad sujeta a desconcertantes cambios sociales, culturales y espirituales, y a una creciente polarización.
Espero que la Iglesia en su país, en todos sus ámbitos, acompañe este Encuentro con su propia reflexión y discernimiento pastoral. De manera particular, les pido que consideren de qué manera sus Iglesias locales pueden responder mejor a la creciente presencia, a los dones y al potencial de la comunidad hispana. Conscientes de la aportación que la comunidad hispana ofrece a la vida de la nación, rezo para que el Encuentro contribuya a la renovación de la sociedad y al apostolado de la Iglesia en los Estados Unidos de América.
Con gratitud a todos los que participan en la preparación del Quinto Encuentro, les aseguro mis oraciones por esta importante iniciativa de su Conferencia Episcopal. A todos ustedes, así como al clero, a los religiosos y a los fieles laicos de sus Iglesias locales, los encomiendo a la intercesión de la Inmaculada Virgen María, y les imparto de corazón la Bendición Apostólica, como prenda de gracia y paz en el Señor.