Las resistencias que yo veo están más en la jerarquías de las Iglesias, que tienen miedo de perder miembros, de abirse a lo nuevo, lo cual asusta
(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- El diálogo ecuménico es uno de los grandes desafíos del cristianismo. El Concilio Vaticano II supuso un momento importante en la reflexión teórica en este campo, pero en la práctica no hubo pasos significativos durante décadas. El Papa Francisco, desde su llegada al Vaticano, ha tratado de tener gestos concretos que ayuden a avanzar en la vivencia ecuménica desde un punto de vista práctico.
La Reverenda Lucia Dalponte es clériga de la Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil. Desarrolla su trabajo pastoral en la Parroquia Anglicana San Jorge de Londrina, estado de Paraná, Brasil, ciudad que acogerá de 23 a 27 de enero de 2018 el 14º Intereclesial de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), con quien tiene un trabajo de colaboración en diferentes proyectos.
En esta entrevista, la reverenda anglicana destaca el trabajo en común que se lleva a cabo entre diferentes Iglesias, sobre todo en aquello que hace referencia a la promoción de la vida. Por encima de diferencias históricas, que en algunos casos persisten de uno y otro lado, destaca las tentativas de diálogo que se llevan a cabo y la importancia de la llegada de un Papa latinoamericano.
Estamos en el V Centenario de la Reforma Luterana, un momento importante y que puede convertirse en decisivo para el diálogo ecuménico. ¿Qué puede suponer este momento en ese camino de diálogo?
Creo que puede ser muy importante si las Iglesias se abren para estar juntos en este proceso de reflexión de lo que significó para el pueblo, para la gente, para nosotros, cristianos y cristianas del mundo entero, este momento del inicio de la Reforma Protestante.
En esta reflexión vamos a percibir la importancia de los cuestionamientos y de la postura, de buscar nuevas formas de vivir el cristianismo y mirar para eso como algo que pueda traer una transformación en ese sentido y hacer que la propia Iglesia Romana pueda rever sus acciones en aquel momento.
Este es un momento muy importante para que podamos hacer ese proceso de reflxión, de buscar lo que condujo a esa reforma, cuáles fueron las causas de eso y lo que trajo de novedad para los cristianos y cristianas de la época y en este proceso de estos quinientos años.
Creo que es necesario rever y reflexionar sobre eso con mucho cariño en cuanto Iglesias diferentes de la Iglesia Luterana, lo que ya se está dando a través de diversos movimientos, reflexiones y diálogo entre la Iglesia Luterana, Romana, Anglicana…, a través de diferentes medios y formas, de encuentros en este sentido, para ver que es lo trajo de beneficio, que es lo que aprendimos y las nuevas Iglesias que surgieron como nuevo modo de vivir el cristianismo, pues no existe una única reforma y sí varias reformas que nos llevan a vivir ese proyecto de Jesucristo, lo que creo que es muy importante para nuestra caminada.
¿Cuáles son las resistencias que tienen lugar dentro de la Iglesia Romana y de las diferentes Iglesias protestantes a la hora de hacer avanzar ese diálogo ecuménico?
Las resistencias que yo veo están más en la jerarquías de las Iglesias, que tienen miedo de perder miembros, de abirse a lo nuevo, lo cual asusta. Estamos cumpliendo quinientos años de este proceso, en Brasil la Iglesia Anglicana y la Luterana ya están presentes desde hace más de cien años, y todavía percibimos la dificultad para esta abertura.
Desde hace más de treinta años, después del Concilio Vaticano II, vino esa abertura al ecumenismo, en el que la Iglesia Anglicana y Luterana comenzaron el diálogo con la Iglesia Romana. Hubo avances en esa discusión, pero después de cierto tiempo hubo un retroceso, un cerrarse por parte de las diferentes Iglesias.
Del mismo modo influyen los líderes, pues en las diferente Iglesias, a veces, hay obispos abiertos al diálogo, lo que provoca un avance. Pero en otros momentos aparecen obispos, clérigos, clérigas, pastores y pastoras más cerrados a esa abertura ecuménica, lo que hace que se cierre de nuevo. Parece que siempre es un proceso de idas y venidas, que depende mucho de quien lidera y de como se lleva a cabo la abertura, dentro de cada institución religiosa, para con el otro, en el sentido de reconocer la otra Iglesia, sea la que sea.
Creo que lo que más impide ese proceso son los propios líderes, los líderes jerárquicos, obispos, clero, reverendos, reverendas, pastores y pastoras, como ellos ven eso, la formación, la preparación, el medio de donde viene, como es visto ese diálogo ecuménico.
¿Puede ser decisivo el liderazgo del Papa Francisco en la Iglesia Romana y la voluntad expresa, que él tiene, para avanzar en el diálogo ecuménico?
Veo al Papa Francisco como un profeta, con ese nuevo modo cariñoso, latinoamericano, de ser, con esta abertura. Para nosotros, de la Iglesia Anglicana, y también para los hermanos de otras Iglesias, en esa caminada más ecuménica, percibimos eso como un gran avance para la Iglesia Romana, esa abertura que él tiene, ese nuevo modo de mirar la vida, a partir de Roma, del Papa, esa búsqueda del cuidado con la Creación, del cuidado con la vida, de acoger a la madre soltera, al pobre, al mendigo, a las personas, de acoger la vida de un modo general.
Eso trae un gran avance para la Iglesia Romana y para la abertura ecuménica, pues en el ecumenismo debemos mirar para la vida y no para las instituciones, pues cuando miramos para las instituciones vamos a quedarnos encerrados y fijándonos en nosotros mismos. Cuando comenzamos a ver la vida que sufre, que grita, que está llena de necesidades, descubrimos cuanto podemos hacer juntos, y el Papa trae esa visión, a pesar de que se percibe que esa mirada del Papa todavía no llegó a los obispos, a las diócesis.
A pesar de eso, él hace que veamos la Iglesia Romana con otra visión, con otra abertura. Por eso, para nosotros que formamos parte de otras Iglesias, el Papa Francisco va a ser un gran profeta, un gran compañero, en esa abertura para el ecumenismo, con esa visión de acoger la vida, de buscar a las personas que sufren. Eso creo que va a ser un gran avance, ya lo está siendo.
¿Cómo es la convivencia entre quienes forman parte de las diferentes Iglesias, entre la Iglesia Romana y la Iglesia Anglicana, en la base?
Tenemos una convivencia muy tranquila. En Londrina tenemos un movimiento ecuménico de Iglesias cristianas y tenemos el movimiento macro ecuménico o interreligioso. La convivencia es siempre buena, sobre todo cuando tratamos de proyectos de transformación de la vida. Respetamos muchos la espiritualidad y la forma de vivir esa espiritualidad en cada Iglesia, cada uno tiene y vive la suya, pero en los momentos en que estamos juntos, nuestras liturgias y celebraciones son muy bonitas, participativas, creadas desde el grupo ecuménico, no una Iglesia que prepara para todos. Buscamos una espiritualidad y proyectamos trabajos en conjunto.
Si hablamos de Brasil, el diálogo entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Anglicana también es bueno. Hay un gran trabajo en conjunto, pues estamos muy próximos a nivel de liturgia, de trabajo, sobre todo con las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs).
En la Iglesia anglicana existe un trabajo que llamamos diaconía, a través del cual nos implicamos en movimientos de defensa de la vida, con mujeres, en la periferia de las ciudades. En esos trabajos, cuando vamos a los barrios con la gente de la Iglesia Romana, se da una buena convivencia.
Yo formo parte del Consejo Nacional de CEBI (Centro de Estudios Bíblicos) y por eso tengo mucha facilidad para estar en este ambiente ecuménico. La Iglesia Romana, sobre todo la Iglesia de las CEBs, tiene mucha abertura a la Lectura Popular de la Biblia, lo que facilita la convivencia, también con la Iglesia Luterana, que son las más unidas en este proceso.
¿Qué es lo que le aporta el camino ecuménico en su vivencia de la fe?
Para mí, Reverenda Lucia, el ecumenismo, esa espiritualidad ecuménica, es lo que me da fuerza en la resitencia y en la lucha por la vida. En cuanto cristiana, tengo un compromiso muy grande con el proyecto de Jesucristo, que es muy claro en la búsqueda de la transformación de la vida. Cuando hablamos de eso, no podemos avanzar sólos como Iglesia.
En primer lugar, mi Iglesia es pequeña, tiene pocos miembros en Brasil, pero para mí lo que me hace sentir, vivir, es percibir que podemos traspasar las paredes de la Iglesia anglicana y colaborar con otros Iglesias, iluminados por esa espiritualidad bíblica, hacer trabajos, ir al mundo desde la transformación de la vida. La cuestión ecuménica es muy fuerte y creo que eso es lo que me motiva a vivir esa espiritualidad a partir del proyecto de Jesucristo.
Uno de los impedimentos para avanzar en el diálogo entre la Iglesia Católica y la Iglesia Anglicana es el papel de la mujer en la Iglesia Anglicana, ¿qué es lo que la ordenación de las mujeres podría aportar para la Iglesia Romana?
Si analizamos el trabajo de la Iglesia Romana percibimos que quienes están en la base, como líderes, son las mujeres, aunque están como ejecutoras del trabajo y no dentro de un proceso de discusión y de creación, que forma parte de la jerarquía.
Creo que el trabajo de las mujeres, si hubiese mayor abertura, acogida y las mujeres estuviesen también dentro de ese proceso de la ordenación femenina, la Iglesia Romana iba a tener otra vivencia, otra energía para la vida de la Iglesia y también para el mundo.
Pero sé que no es una cosa fácil, como tampoco lo fue para la Iglesia Anglicana la ordenación femenina. Estamos en Brasil desde hace ciento cuarenta años y sólo hace treinta y cinco años que la Iglesia de Brasil ordena mujeres, porque la Iglesia Anglicana es una comunión de Iglesias, cada provincia tiene su organización.
En Brasil, celebramos treinta y cinco años de la ordenación femenina el año pasado, y no fue un proceso fácil, fue muy difícil, de lucha, de exclusión, de enfrentamiento, para llegar a ese momento. Creo que eso también tiene que suceder en la Iglesia Romana, pues son procesos que se llevan a cabo.
En Brasil, cuando la ordenación femenina fue aprobada, fueron las tres órdenes, diáconisa, presbítera y obispa, pero hasta ahora, después de treinta y cinco años, no conseguimos elegir una obispa en Brasil, por culpa de ese patriarcalismo que está presente. Somos personas, en nuestra Iglesia todos somos iguales, pero en la Iglesia Anglicana existe un patriarcalismo muy fuerte, inclusive por parte de algunas mujeres, que no siempre tienen claridad sobre su papel y cómo pueden ser parte importante para esa transformación, y en el momento en que hay una elección, pues en la Iglesia Anglicana el obispo es elegido y no indicado, la propia mujer, que no tiene esa conciencia, acaba no votando en la mujer como obispo. Es una prueba de cómo es difícil eso en Brasil, y tal vez en el mundo entero, como consecuencia del patriarcalismo y sexismo. Tenemos que avanzar mucho en cuanto mujeres.
En la Iglesia Católica, el Papa Francisco está dando papeles de responsabilidad para algunas mujeres en el Vaticano. Él también está haciendo la propuesta de la posible ordenación de diaconisas. ¿Cree que es suficiente, importante, el primer paso para poder llegar un día más lejos?
Puede ser importante, pero no creo que sea lo suficiente. Pienso que tiene que haber otra movilización, otra lucha. Si vemos la sociedad, todas las conquistas vinieron de la base, pues las conquistas no es algo que venga de arriba. Si las mujeres se organizan, pues desde mi punto de vista, si las mujeres en la Iglesia Romana hiciesen un movimiento de decir que van a parar y exigir sus derechos, la Iglesia Romana pararía, pues las mujeres son esa fuerza, esa energía, esa lucha, esa organización, son ellas quienes trabajan.
Todavía creo que no es suficiente y que la abertura no va a venir por allí, sino desde la movilización de las mujeres, de exigir sus derechos. Ya oí decir a muchas mujeres de la Iglesia Romana que no se van a apartar, pues quieren estar dentro para incomodar y defender lo que piensan. Pero en cuanto no haya una mayor resistencia, una toma de decisión de la propia mujer en esta búsqueda, no creo que esto tenga lugar.
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