Conozco pocas personas que tengan esa dedicación tan exquisita, tan perseverante, tan comprometida con la Iglesia como el Papa
(Virginia Bonard).- Entrevista al presbítero Jorge Eduardo Scheinig, sacerdote del clero de San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina, quien asumirá como obispo auxiliar de la arquidiócesis de Mercedes-Luján el próximo sábado 15 de Julio.
Por Virginia Bonard (desde Buenos Aires)
El padre Scheinig tiene precisión alemana, tecnología japonesa y picardía argentina para responder las preguntas de Religión Digital. Más allá del tono jovial de esta expresión, suelo decírselo a él personalmente cuando organiza encuentros y congresos. Su vida tiene ese ritmo ordenado y su hablar también. En su nuevo destino lo esperan con alegría, curiosidad y mucha esperanza.
La celebración de su ordenación episcopal que tendrá lugar en la Basílica de Luján, santuario nacional argentino, será presidida por el arzobispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, y serán co-consagrantes monseñor Jorge Casaretto, obispo emérito de San Isidro; el obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Torres Carbonell; el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea y monseñor Esteban Laxague, obispo de Zárate-Campana.
¿Cómo te tomó la noticia de tu nombramiento como obispo auxiliar de la arquidiócesis de Mercedes-Luján, en la provincia de Buenos Aires?
Cuando uno es llamado por Dios, la verdad es que, a medida que pasa la vida uno se va acostumbrando a que Dios tiene sorpresas. Yo tengo 34 años de sacerdote y muchas veces he sido sorprendido por Dios. Tal vez esta sea una de las sorpresas más importantes de mi vida. Un llamado de estas características siempre sorprende y porque es verdad que para la elección de un obispo hay mucha «cosa», movimientos, consultas, y aunque es el Papa el que elige nosotros sabemos por la fe que el que está en todo esto es Dios. La sorpresa de Dios siempre es grata y buena. Me ha tomado con mucha serenidad y con mucha paz. Y sigo así en este tiempo.
Describinos, por favor, estos primeros días, las charlas con el arzobispo Radrizzani, ¿qué sabés de tu nuevo destino?
Tuve un primer encuentro con el arzobispo titular monseñor Radrizzani. Fue muy lindo. Me contó de su vida, le conté de mi vida. Y después charlamos cosas de la diócesis. Hasta ahora estaba acostumbrado a charlar con curas y obispos porque en estos años de mi ministerio he dado muchas charlas a cleros pero no había tenido este tipo de diálogos con el obispo titular. Ha sido realmente muy lindo. Monseñor Radrizzani me abrió el corazón, las puertas de la diócesis, me invita a hacer un trabajo con él. Él es el titular y yo, por supuesto, soy el auxiliar, soy el segundo. Él es una persona muy buena, con mucha experiencia pastoral, con corazón muy de pastor. Creo que son charlas distintas, tienen toda la novedad de una diócesis que no conozco. He ido a muchas diócesis del interior pero a Mercedes-Luján nunca fui a dar charlas. Es una diócesis muy grande, con tres características marcadas: municipios de suburbe, de segundo y tercer cordón urbano; muchas ciudades agrícolas y ganaderas, más de campo, de pastoral rural; y la basílica de Luján que es el santuario nacional, tiene una pastoral popular hermosísima. Es una diócesis con muchos desafíos.
El santuario mariano más importante de la Argentina, el de la patrona de nuestro país, Nuestra Señora de Luján, está en el corazón de tu nuevo territorio. ¿Cómo previvís esta convivencia, qué relación tenés desde antes con la advocación?
Tengo una foto con mi madre y mi abuela, yo tendría 3 o 4 años, y de fondo la basílica; las fotos típicas que uno se sacaba en la plaza, con las cámaras de fotos de madera… con trípodes… La verdad es que desde chiquito voy a Luján. Como cura he ido muchísimo también, en peregrinaciones, con comunidades. He tratado de ser fiel a mi devoción a la Virgen de Luján y también he entusiasmado a mis comunidades, armando encuentros… Siento que es un lugar muy particular para mi vida y para la vida de muchísimos. La peregrinación a Luján… Siento que es un lugar de gracia, el lugar de María es de gracia. Las veces que vamos parece que vamos a Caná de Galilea, ahí está la fiesta de la vida, la fiesta del amor, el santuario es una fiesta permanente de encuentro, especialmente en las gentes más sencillas, más pobres, en los anawin* diría la Biblia, los pobres de Yahveh, aquellos que sienten que ir a Luján es ponerse en las manos de Dios y de la Virgen. Incluso llama la atención que es una piedad muy masculina, siempre me llamó la atención la cantidad de hombres que son muy devotos de la Virgen de Luján. Esa maternidad que ejerce la Virgen en todos nosotros. Para mí es lindísimo ser pastor de esa Iglesia con el santuario, tanto que pedí que mi ordenación episcopal sea ahí. Es una gracia, un mimo de Dios.
¿Ya sabés qué actividades están ya preparadas para que vos asumas cuando llegues a Mercedes?
Voy conociendo la diócesis. Esa será mi primera actividad. Tendré una serie de encuentros, voy a visitar parroquias, ver curas, ya me voy encontrando con sacerdotes. No tengo una actividad específica. Quedamos con monseñor Radrizzani que iré conociendo la arquidiócesis y creo que eso será mi trabajo de este año: empaparme de la realidad y, sobre todo, conocer las personas, los protagonistas de la vida pastoral arquidiocesana.
Contanos algo de tu vida «anterior», especialmente ese trayecto tan nutritivo en Pastoral Urbana y en la parroquia-colegio que estás dejando en Vicente López, donde tu paso y compromiso ha sido muy valorado por toda la comunidad.
Como sacerdote he trabajado como párroco fundamentalmente, pero también he indagado, incursionado en distintas pastorales, por ejemplo, Pastoral Educativa. Fue muy lindo trabajar en el colegio San Gabriel [de la Dolorosa], tiene proyectos pedagógicos muy interesantes, muy aggiornados a este tiempo y a los tiempos que se vienen, una antropología cristiana más afinada. Parroquia-colegio forman una pastoral que tiene sinergia, se potencian una y otra: la Pastoral Educativa y la Pastoral de la Parroquia.
En cuanto a la Pastoral Urbana fue un descubrimiento estupendo, un aprendizaje lindísimo que hicimos con un montón de gente. Nosotros somos personas de ciudad, la ciudad tiene dinámicas propias, tiene formas de vida propias. No es lo mismo una persona que nace, vive y muere en una ciudad que la que nace en el campo. Pero la verdad es que dentro de 10 años el 85% de América Latina va a vivir en grandes ciudades. La tendencia es ir a la ciudad, donde están los servicios, el trabajo, la posibilidad de desarrollo. Más allá de si es bueno o malo, esa es la realidad. Pero la Pastoral Urbana ha sido para mí un descubrimiento, sobre todo descubrir las dinámicas de la ciudad. Dios es ingenioso con su Espíritu y nos adelanta, Dios da pasos más rápidos que nosotros. A veces creemos que las pastorales de la Iglesia son de avanzada. El de avanzada es el Espíritu de Dios. Dios da pasos rapidísimo y ya está metido en la ciudad, Dios vive en la ciudad -como dice Aparecida- haciendo cosas extraordinarias en medio de la gente. Algunos de la Iglesia Católica y otros no, pero Dios está metido y trabaja y yo he visto y doy testimonio de que Dios vive en la ciudad dando fuerza a las personas, consolando, dando sentido a la vida de distintas maneras. La verdad es que ha sido una experiencia fundamental en mi desarrollo personal y también en el pastoral.
Tu relación con el Papa Francisco tiene una antesala muy rica de cuando todavía era el cardenal Bergoglio. ¿Qué dejó en tu vida el haber compartido tanta cercanía con él?
Conocer al cardenal Bergoglio ha sido para mí muy importante. Con él que compartí algunas cosas. Si tuviera que caracterizarlo diría que es una persona de un amor entrañable a Dios y a la Iglesia, de una dedicación total. Conozco pocas personas que tengan esa dedicación tan exquisita, tan perseverante, tan comprometida con la Iglesia. He visto a un hombre totalmente dedicado a la Iglesia, con ningún tiempo para sí mismo, eso sin duda marca la responsabilidad, la seriedad, la entrega pero también la alegría. No he conocido un hombre triste, apesadumbrado. He conocido un hombre feliz de una vida entregada a Dios y a la gente. Sin duda que para mí ha sido muy provechoso. Como todas las grandes personas y personalidades dejan marcas conscientes y otras quedan adentro y de vez en cuando vienen. He tenido la suerte de tener grandes maestros en mi vida empezando por mis padres pero también maestros amigos, amigas que me han marcado, Y sí: el cardenal Bergoglio y ahora Papa Francisco sin duda ha generado marcas como, creo, en muchísimos. Y ahora en este tiempo el Papa Francisco, con su pastoreo tan original, necesario para este tiempo… es una persona que le está haciendo muchísimo bien a la Iglesia y a mí también personalmente.
* En arameo, ANAWIN quiere decir: «Hombre pobre, cuya riqueza es tener a Dios. Cree radicalmente en Él, y teniéndolo en su ser, le basta para sobrevivir». (Tomado de www.lazarohades.com)