El Presidente de la República, al que consideramos ilegítimo, pues no fue elegido por la población, sino en consecuencia de una moción de censura a la Presidente de la República, se ha pronunciado contra la posición de la Conferencia Episcopal
(Luis Miguel Modino, Brasil).- José Ernanne Pinheiro trabaja desde hace más treinta años en la CNBB, Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, por sus siglas en portugués. El que fuera uno de los colaboradores más próximos de Don Helder Cámara llegó a Brasilia para trabajar en el sector del laicado y posteriormente se convirtió en asesor político, papel desde el que participó del Proceso Constituyente que tuvo como resultado la Constitución de 1988.
Posteriormente la CNBB creó el Centro Nacional de Fe y Política Don Helder Cámara, donde fue nombrado Secretario Ejecutivo, cargo que desempeña desde hace 18 años, llevando a cabo un trabajo de formación a través de tres ejes diferentes: una escuela de formación de dos años de duración, con una parte presencial y otra a distancia; la red de asesores, formada por un grupo de 25 a 30 especialistas, que elaboran libros y colaboran con la Conferencia Episcopal Brasileña en momentos de elecciones, elaborando cartillas de toma de conciencia popular; y en tercer lugar, la animación de escuelas diocesanas de Fe y Política, que actualmente son unas 70 en todo el país.
En esta entrevista, el sacerdote nos habla sobre diversos aspectos relacionados con el trabajo de la Iglesia Católica en el campo de la toma de conciencia sobre la política. La situación por la que el país pasa y la reacción de los obispos brasileños muestra que esa conciencia política está presente en la Iglesia brasileña, actitud favorecida por la postura del Papa Francisco en lo que hace referencia al compromiso político como actitud profética.
En la época de la Dictadura y los años posteriores, la Iglesia brasileña tuvo mucha presencia en la vida política del país, lo que poco a poco se fue perdiendo. ¿Las últimas manifestaciones por parte de la CNBB ante la situación política actual son una muestra de una cierta recuperación de la dimensión política por parte de los obispos brasileños?
En primer lugar, el Documento de Puebla, a nivel latinoamericano, en 1979, insistía en distinguir la política partidaria de la política como compromiso con el bien común y con la ciudadanía. Cuando la Iglesia, a través del Centro de Fe y Política Don Helder Cámara, intenta preparar a los cristianos para la política partidaria, es algo dirigido a los laicos. Cuando se trata de la Conferencia Episcopal es una posición de defensa del bien común.
De hecho, durante el periodo de la dictadura, la Iglesia sentía eso como misión especial, pues era una de las pocas entidades que tenía autoridad moral y respeto por parte de los militares. Después se quedó un poco al margen, pero ahora, con los nuevos apelos de la realidad, sobretodo en defensa de los más pobres, ha recuperado parte de esa autoridad.
Los últimos mensajes son en función de proyectos que afectan a los más pobres, sobre todo en los referente a las leyes laborales y de la previdencia social, y tienen como objetivo la defensa de la ciudadanía y de aquellos que son más frágiles.
Esa tesis siempre estuvo presente en la Iglesia de Brasil, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II y después de las conferencias latinoamericanas de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida. En momentos especiales de mayores apelos, la Iglesia se propone estar más presente, a pesar de que no es su misión liderar, en sentido propio, una revolución, sino apoyar y mostrar una postura en nombre de quienes no tienen voz ni vez.
¿Podemos decir que el actual gobierno brasileño se siente incómodo con la Iglesia Católica?
Ha mostrado que realmente se siente incómodo, hasta el punto de que en la última Asamblea de los Obispos, en la que estaba presentes unos 380 obispos, y de donde salió un mensaje bastante fuerte sobre el grave momento por el pasa el país, el gobierno llegó a enviar a la Asamblea al Secretario Ejecutivo del Palacio del Planalto, alguien muy próximo al Presidente, en la tentativa de conversar con la Presidencia y convencerlos que los proyectos que la Iglesia está criticando son necesarios, sin que la Iglesia aceptase las ponderaciones, lanzando ese fuerte mensaje para el pueblo y los cristianos brasileños.
El propio Presidente de la República, al que consideramos ilegítimo, pues no fue elegido por la población, sino en consecuencia de una moción de censura a la Presidente de la República, ese gobierno se ha pronunciado críticamente contra la posición de la Conferencia Episcopal.
Sin embargo, algunos obispos, cuando este gobierno ocupó el Palacio del Planalto, en opinión de algunos sectores, fueron a bendecir al gobierno. ¿Puede hablarse de una división dentro de la Conferencia Episcopal en ese sentido?
Trabajé durante 19 años con Don Helder Cámara en la Archidiócesis de Olinda y Recife. Don Helder Cámara defendía una tesis que creo que es bonita e interesante. Decía que en la Conferencia siempre hay un porcentaje de un 10% que son más progresistas, más sensibles a los problemas de los pobres y a poner en práctica el Vaticano II, otro 10% que son más conservadores y más unidos a las clases dirigentes y dueñas del poder económico y el 80% restante que están de uno u otro lado dependiendo del momento y de los apelos que van surgiendo. Creo que en este momento, ese 10% conservador continúa, pero el conjunto de la Conferencia atendió la propuesta de la Presidencia.
Pero también es verdad que para esos mensajes no hubo ningún voto en contra, habiendo un cierto consenso. Sobre la cuestión de la bendición, desde mi punto de vista, aunque puedo ser ingenuo, ellos no fueron para dar la bendición al nuevo gobierno, sino para solicitar ayuda del gobierno para las televisiones católicas. Pero ellos también pueden haber sido ingenuos al no percibir que al ir al Palacio del Planalto ellos estaban de hecho legitimando aquel gobierno ilegítimo.
¿El Papa Francisco está ayudando a recuperar esta dimensión profética, este compromiso político más fuerte dentro de la Iglesia de Brasil?
Sin ninguna duda. Creo que esa unanimidad en los mensajes de la CNBB se deben mucho a la posición del Papa Francisco. Hay algunos obispos que no están de acuerdo y se sabe de algunas posturas diferentes, como por ejemplo un obispo que no permite que los textos del Papa Francisco sean publicados en el boletín de la diócesis.
Pero en una Conferencia grande, como es la brasileña, con 380 obispos en la Asamblea General, eso tiene poco peso. Yo no diría que la mayoría de los obispos tenga dimensión profética, pero el conjunto, inclusive aquellos que tienen más influencia en los Consejos, en las Comisiones Sociales y en la Presidencia, creo que están siendo muy influenciados por el Papa Francisco.
Durante algún tiempo la Iglesia Católica brasileña apoyó mucho el compromiso de los laicos en los partidos políticos, ¿hoy continúa dándose esa situación dentro de la Iglesia de Brasil?
Como en todas las entidades, hay una distancia muy grande entre la teoría y la práctica. En algunos momentos había más unanimidad y los documentos eran más asumidos en la práctica. Hoy los documentos todavía continuan señalando la importancia de que los laicos asuman compromisos políticos, pero en la práctica la nueva generación de obispos ya no tiene aquella mística del Vaticano II, aunque ahora tengamos un Papa que asume de verdad el Vaticano II, a pesar de que no todos fueron preparados para eso, como sucedió con aquella generación surgida después del Concilio.
Una dinámica que es muy diferente de la asumida por las Iglesias Pentecostales que han conseguido que sus diputados tengan un gran poder en la toma de decisiones en el país y que está dejando en un plano secundario a la Iglesia Católica.
No diría poniendo en un plano secundario, pero de hecho tenemos nuevas Iglesias, sobre todo neopentecostales que definieron tener una posición política con intención muy partidaria y alcanzar el poder, teniendo de hecho un plan de conquistar el poder dentro del país, lo que evidentemente ha disminuído el poder dentro del Parlamento de grupos católicos.
Pero no diría que la Iglesia Católica como tal, a pesar de haber disminuído en número dentro del Parlamento, haya perdido su autoridad moral.
¿Cómo se está llevando a cabo ese incentivo, a través de las escuelas de Fe y Política, en las diferentes diócesis de Brasil?
Ese centro en el que estoy como Secretario Ejecutivo, que como ya dije se llama Centro Nacional de Fe y Política Don Helder Cámara, ha preparado bastante gente. Debemos distinguir entre las escuelas de formación y el Movimiento de Fe y Política, que es un movimiento ecuménico, que nació de los cristianos laicos y que no tiene ninguna relación oficial con la institución, a pesar de que en el último documento que la Conferencia Episcopal lanzó sobre los laicos, da valor a ese movimiento, que algunos obispos apoyan, pero que no es oficial de la Conferencia.
Las escuelas de formación han crecido mucho. Cuando empezamos hace diez o doce años, teníamos unas treinta o cuarenta escuelas locales, que con el incentivo de nuestro centro ha hecho que lleguen a setenta u ochenta escuelas locales. En algunos regionales son más apoyadas por los obispos, en cuanto en otros han sido escuelas diocesanas, pero sin apoyo explícito o directo del propio obispo, aunque permita que existan.
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