Laicos de Osorno: "Queremos garantizarles que todo va a seguir bien. Tanto Sciluna como el sacerdote Jordi Bertomeu, dan garantías del proceso"
(Jesús Bastante/Agencias).- Nada volverá a ser igual en la Iglesia chilena tras la investigación de Scicluna y Bertomeu. Los dos enviados papales prosiguen con los interrogatorios a las víctimas de los abusos de Fernando Karadima y los contrarios a la permanencia de Juan Barros en Osorno. Pero además, por primera vez, el Episcopado chileno ha admitido la posibilidad de que el arzobispo de Malta pueda recibir a las víctimas del ‘caso maristas’, y a otros damnificados por abusos entre el clero del país.
«Por indicación de monseñor Scicluna, incluso después de concluido este proceso, él está dispuesto a recibir toda documentación que le sea entregada por esta vía«, en relación a otros casos de abusos sexuales realizados por religiosos en Chile, subrayó este jueves el portavoz de la Conferencia Episcopal, Jaime Coiro.
Las palabras de Coiro se dan después de que varios representantes de los ex alumnos maristas entregaran una carta a Bertomeu en el que reclaman a la Santa Sede ser escuchados en relación a los abusos sufridos en dos colegios de la congregación. «Esa misiva podría perfectamente ser considerada por quienes están a cargo del proceso», aunque ello supondría alargar la estancia de Scicluna en el país.
En la carta, entregada por el portavoz de las víctimas de los maristas, Isaac Givovich, se señala que «en virtud de nuestra experiencia, y la de muchas otras personas que sobreviven enfrentando el dolor y las consecuencias del abuso sexual, es que venimos a solicitar a usted una reunión en la que, junto con explicarle nuestra situación, le formularemos la propuesta de establecer una comisión de verdad, justicia y reparación«, agregan.
Lo que parece claro es que la estancia de Scicluna se prolongará, aunque sólo fuera por motivos médicos. Así, aunque el arzobispo de Malta está muy recuperado de su intervención de vesícula, los médicos no recomiendan que vuele en los próximos días, lo cual ofrece una oportunidad de prolongar la investigación. «Es una posibilidad que no se descarta», apuntó Coiro.
De hecho, el propio Scicluna envió un tweet en el que agradece la preocupación por su salud: «Un sincero «Gracias» a todos aquellos que amablemente han expresado su apoyo y generosamente han ofrecido sus oraciones mientras continúo en mi recuperación ¡Dios los bendiga!»
A heartfelt “Thank you” to all those who have kindly expressed their support and generously offered their prayers as I continue in my recovery. God bless! (Photo with Maltese Missionary in Chile, Fr Henry Balzan, and with Bishop +Celestino of Copiapó) pic.twitter.com/lqD0NOCDRg
— Bishop CJ Scicluna (@BishopScicluna) 22 de febrero de 2018
La otra gran novedad está en el propio Juan Barros. A preguntas de los periodistas, el portavoz episcopal no descartó que Scicluna tome declaración al polémico obispo de Osorno, quien desde que se conoció el envío papal ha estado desaparecido. «No tenemos información de las personas que han sido parte de las audiencias, salvo aquellas que expresamente han querido hablar con ustedes y dar a conocer su testimonio», se limitó a decir Jaime Coiro.
Por el momento, Bertomeu ya ha recibido a tres obispos: Alejandro Goic y Juan Ignacio González (ayer), y monseñor Ysern, esta misma tarde. El obispo de Rancagua, Alejandro Goic, convocado en su calidad de presidente del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento a las víctimas, señaló a los medios que «poco después de que se fuera el Papa de Chile, felicité a las víctimas de Karadima por su actitud de decir con respeto, pero con verdad, lo que ellos dijeron en su momento… Ésa es la única actitud posible: transparencia, verdad, privilegiar a las víctimas».
«El tema de los abusos que han ocurrido en nuestra Iglesia impide algo fundamental: la tarea evangelizadora de la Iglesia (…) y la única manera para erradicar este flagelo es el amor, la verdad, la transparencia y es el deseo sincero de solidarizar con las víctimas», subrayó Goic, que agradeció a todos quienes concurrieron a «dar su testimonio para que se esclarezca la verdad en torno a este acontecimiento que ha traído a los enviados del papa».
Por su parte, el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, reconoció que, respecto a las víctimas, «puede haber casos en que no ha habido la empatía necesaria» de parte de la jerarquía católica. «Eso es posible, evidentemente no somos todos iguales, con nuestras personalidades, con nuestra forma de ser, tantas cosas… En el caso mío, después de trabajar seis años en esto, capto perfectamente la gravedad que significa en una persona el abuso y la necesidad de estar cerca, de ser empáticos, de ser cercanos, de acogerlos y buscar los medios para que salgan de esa situación», señaló el prelado, quien durante la visita papal llegó a forcejear con una periodista para impedir que entrevistara a Juan Barros.
Antes, Bertomeu recibió a José Andrés Murillo, el tercer denunciante de Karadima, a los Laicos de Osorno y al sacerdote Peter Kliegel, uno de los primeros que habló de la división en la diócesis provocada por Barros. «La diócesis no está unida, y ese es el dolor más grande que tenemos: esto no puede ser, porque lo que más quiso Jesucristo es la unión, y si nosotros, como cabeza de una Diócesis, no estamos unidos, no se puede hacer una buena pastoral. Eso no puede ser, y por eso pedimos que se nos ayude para encontrar una salida», dijo Kliegel.
Por su parte, José Andrés Murillo, admitió estar «lleno de esperanza» después de reunirse con el enviado del papa Francisco a Chile. «Sentirse escuchados en un ambiente así de acogedor y de confianza nos hace sentir que estamos ante un proceso serio. Esperamos que pueda seguir escalando hacia arriba y que tenga las consecuencias necesarias», recalcó Murillo.
Murillo aseguró que el sacerdote español fue «muy empático» y remarcó que la visita de los enviados del pontífice ha mostrado «una cara totalmente diferente de la Iglesia» católica, que en Chile les había cerrado las puertas «sistemáticamente», afirmó.
«Estamos seguros de que todas las personas en Chile, todos los niños y niñas que quieran desarrollar su espiritualidad en la Iglesia católica, no tienen por qué ir con miedo a ser víctimas de abusos ni con miedo a que si son abusados, los obispos en vez de apoyarlos a ellos, vayan a encubrir y apoyar a los agresores», manifestó.
Más tarde llegaron a la Nunciatura Apostólica representantes de la organización Laicos de Osorno, entre ellos Juan Carlos Claret, Mario Vargas y el presbítero Pedro Kliegel, quienes hicieron entrega a Bertomeu de tres archivadores con 1.500 páginas «con evidencias relacionadas con el encubrimiento de Juan Barros a Fernando Karadina y también con la grave crisis que estamos viviendo en la diócesis de Osorno», precisó Claret.
«No queremos que en esta investigación se entrometa el nuncio apostólico ni ningún otro obispo chileno, a no ser que vengan a testificar, pero no vamos a permitir que vengan a tomar antecedentes; como no se lo permitimos a (nuncio) Ivo Scapolo», enfatizó el portavoz.
Claret hizo una llamada a las personas que al enterarse de que el arzobispo Scicluna enfermó estén pensando en no entregar sus testimonios o sientan desconfianza.
«Queremos garantizarles que todo va a seguir bien. Tanto Sciluna como el sacerdote Jordi Bertomeu, dan garantías del proceso», recalcó.