Santiago Silva: "Nos comprometemos en hacer lo imposible por acompañar a las víctimas, reparar el daño causado y prevenir estas situaciones"
(J. Bastante/Agencias).- «Creo que va a venir un terremoto en la Iglesia chilena y varios obispos van a salir, no sólo Barros». Las palabras de Juan Carlos Cruz suenan como una profecía respecto a lo que sucederá cuando, la tercera semana de mayo, el Papa Francisco se encuentre con los obispos chilenos. Una toma de decisiones que va más allá del ‘caso Barros’, como han admitido, incluso, algunos de los ‘obispos de Karadima’.
Uno de ellos, el obispo de Linares, Tomislav Koljatic, admitió que si no fue «lo suficientemente lúcido» para comprender lo que sucedía en la parroquia de El Bosque, «asumiré mi responsabilidad«. Koljatic formaba parte del ‘círculo de hierro’ de Karadima, junto a Juan Barros, Andrés Arteaga y Horacio Valenzuela, todos denunciados como encubridores de los abusos sexuales cometidos por el sacerdote.
En una entrevista con Cooperativa.cl, el prelado afiró estar «en una actitud muy positiva de acoger plenamente lo que el Santo Padre nos va a pedir y pidiendo también que nos pongamos en un estado de oración».
«El Papa quiere que hagamos discernimiento juntos y en eso estamos, y bueno, si he cometido errores o no he cumplido bien mi misión, por supuesto, eso es parte de lo que el Señor nos pide a todos nosotros», agregó, repitiendo que «evidentemente tengo que asumir esa responsabilidad«.
Frente a él, el obispo de Talca, Horacio Valenzuela, subrayó que «por ahí no pasa la solución (pedidos de renuncia). Pasa por rezar junto al Papa y ver lo que él nos dice». El prelado, otro de los señalados, sí reconoció que «me equivoqué al no darme cuenta de que pasaban cosas malas».
El prelado, a quien se le acusa de encubrir los abusos del sacerdote Fernando Karadima, y ya enfrenta peticiones de renuncia de parte de organizaciones laicas, al igual que su par de Osorno, Juan Barros, señaló que «todos tenemos debilidades, todos cometemos pecados, todos nos portamos más o menos mal, no fuimos atentos cuando pasaban cosas malas, faltó lucidez para estar más cerca de los que sufrían todo eso».
Por ello admitió que «equivoqué al no darme cuenta de que pasaban cosas malas, como pasó durante el gobierno militar también, que hubo mucha gente que no supo lo que pasaba y no eran culpables, simplemente no supo, pero eso se lo vamos a dejar a Dios».
Por otro lado, el presidente de la CECH, Santiago Silva, subrayó que «esta situación nos avergüenza, nuestro dolor es grande y pedimos de nuevo perdón de corazón, más aún cuando la Iglesia tiene por vocación ser un espacio sano y seguro para niños y jóvenes. Nos comprometemos en hacer lo imposible por acompañar a las víctimas, reparar el daño causado y prevenir estas situaciones«.
Además, recalcó que «como Iglesia en Chile no estamos bien. La crisis se instaló en ella, pero en cuanto Pueblo de Dios, pues no se trata sólo de una crisis del episcopado. Tampoco únicamente de la manipulación de conciencia ni de abusos sexuales».