Tenemos muchas vidas que salvar y heridas que curar, no olviden jamás esto: lo que está en juego son personas, son vidas y a todas sin excepción deseamos asistir, vendarles las heridas y protegerles la vida
(Israel González Espinoza, corresponsal de RD en Nicaragua).- Nicaragua vive de verdadera incertidumbre, tras la tensa instalación de la mesa de Diálogo Nacional con la mediación de la Iglesia católica nicaragüense, dónde los universitarios encararon al presidente Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo, al hacerles responsables de la brutal represión de las protestas del mes de abril contra el paquetazo neoliberal que pretendía aplicar el régimen de Managua al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), cuyo saldo fatal ha dejado más de 60 fallecidos, según organismos de derechos humanos.
El Diálogo Nacional se instaló este miércoles 16 de mayo, pese a que el gobierno de Ortega no cumplió con todas las exigencias que puso la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), que era el cese inmediato de la represión por parte de la Policía antidisturbios, la eliminación de los grupos de choque y paramilitares de la autodenominada Juventud Sandinista que amedrentan a la población que sale a manifestarse y dejar de usar a los empleados públicos para plantones propagandísticos en favor del régimen.
El Seminario Nacional de Managua, sirvió de sede para la instalación del Diálogo Nacional. El presidente Ortega junto a Rosario Murillo y varios de sus hijos llegaron híper custodiados por efectivos de las fuerzas especiales de la Policía Nacional, y a su entrada al recinto fue increpado por pobladores y madres de los estudiantes fallecidos por la represión gubernamental quiénes le gritaron «¡Asesino!».
Ya dentro del auditorio, Daniel Ortega y su mujer fueron nuevamente objeto de fuertes reproches al grito de «¡Asesinos!» por parte de la Coalición Universitaria que encabeza el movimiento que ha hecho entrar al régimen de Managua en su mayor crisis de gobernabilidad en once años de gestión autoritaria.
Cabe señalar que el Diálogo Nacional contó con varias particularidades que ponían al gobierno en una franca desventaja. Era la primera vez que la transmisión de un evento en el que participa la pareja presidencial de Nicaragua no era transmitido por los medios oficialistas (que acostumbran a hacer periodismo de propaganda al régimen).
La cadena televisiva de los obispos, Canal Católico de Nicaragua 51 emitió el evento en directo y sin censuras, por lo que el país pudo escuchar las increpaciones de los estudiantes universitarios, sector campesino y empresariado al mandatario.
Lesther Alemán, estudiante de comunicación en la Universidad Centroamericana (UCA, privada y católica), increpó en primera persona a Daniel Ortega, exigiéndole que retirara a la Policía y fuerzas de choque de las calles de Nicaragua. «Ustedes pueden dormirse todos tranquilos, nosotros no hemos dormido tranquilos, estamos siendo perseguidos, somos los estudiantes. ¿Y por qué me salto la palabra suya? Porque nosotros hemos puesto los muertos, desaparecidos y secuestrados», dijo.
El estudiante fue más allá, y comparó al régimen de Ortega con la dictadura de la familia Somoza -derrocada por el Frente Sandinista en 1979-, manifestando que lo que desea la población nicaragüense es la salida del poder del matrimonio Ortega-Murillo para enrumbar al país hacia una nueva transición democrática.
«Nosotros conocemos la historia, pero usted en menos de un mes ha hecho cosas que nunca imaginamos y muchos hemos sido defraudados por esos ideales que no se han cumplido de esas cuatro letras, gente que le juró a esta patria ser libre y hoy seguimos como esclavos. Hoy seguimos sometidos, marginados y estamos siendo maltratados», fustigó con dureza el líder universitario ante la mirada atenta del mandatario nicaragüense.
Otro líder universitario, Víctor Cuadras, que fustigó la represión del régimen ante la mirada atenta de Ortega y Murillo fue el estudiante universitario Víctor Cuadras, quién en un acto de agudeza política, apeló a los sentimientos de madre de la vicepresidenta, al leerle el poema «Canción de Navidad», escrito por ella tras la muerte de su hijo en el terremoto de Managua ocurrido en 1972.
«Ustedes saben que están en el poder gracias al matrimonio que habían hecho con la empresa privada. La empresa privada ya no los respalda, es momento de escuchar al pueblo. Hemos apelado al buen juicio de Daniel, de Rosario, a quien el pueblo respetaba, admiraba (…) Hay más de 68 madres que están llorando la pérdida de sus hijos», dijo Cuadras.
TODOS LOS SECTORES EXIGEN AL GOBIERNO CESE LA REPRESIÓN
También la sociedad civil, el empresariado y hasta la Iglesia encararon al presidente Ortega y su mujer. El representante del Movimiento Campesino anti-canal, Medardo Medrano manifestó que los campesinos seguirán en las calles apoyando las exigencias de los estudiantes universitarios.
«Quiero que sepa señor presidente que son los campesinos los que están exigiendo justicia, porque hemos estado reclamando justicia desde muchos escenarios y no hemos sido escuchados. Nos hemos unidos a respaldar a los jóvenes. No son otras personas, son los campesinos», expresó Mairena. Cabe señalar que el Movimiento Campesino ha trancado varias carreteras principales del país para hacerse escuchar.
El ex ministro de educación de la Revolución Sandinista y ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León), Carlos Tünnermann, en representación de la sociedad civil, manifestó al gobernante que debía cesar la represión de modo inmediato, y llamó a respetar la Constitución Política del país, redactada y aprobada en 1987, durante el periodo revolucionario.
«Dé aquí mismo la orden para que este diálogo pueda avanzar», reclamó el académico, quién también fue embajador de Nicaragua en EE.UU. durante la Revolución Sandinista.
Los obispos también hicieron reclamos a Daniel Ortega. Monseñor Juan Aberlado Mata Guevara, obispo de Estelí y secretario general del Episcopado manifestó que el régimen orteguista apenas había cumplido una de las cuatro demandas que se habían puesto para iniciar el Diálogo Nacional.
Citando el Diccionario Jurídico del jurista español Guillermo Cabanellas explicó el significado de la palabra revolución y manifestó al mandatario que se enfrenta a una nueva revolución que no es armada, manifestando que, si desea desactivarla, no será a punta de represión.
«Le exijo a usted, señor presidente, teniendo en común la única visión que nos trae aquí que es la patria, que repiense con su gabinete los caminos que ha recorrido. Ha comenzado, con dolor lo digo, una revolución no armada, aquí no están ejércitos contra ejércitos, es una población que está manifestando lo que hace muchos años como obispos venimos recogiendo y que tuvimos la oportunidad de presentárselos el 21 de mayo del 2014», expresó Monseñor Mata.
Tras un intento del funcionario Bayardo Arce de intentar hablar para ofrecer una salida económica y técnica a la crisis del país, Monseñor Rolando Álvarez, viendo la creciente indignación de los participantes por el cinismo de la delegación gubernamental (que negaron la brutal represión de la Policía y fuerzas de choque), le explicó a Arce que «por el bien del diálogo», saliera la delegación negociadora del régimen y enviara sus propuestas por escrito.
Tras este episodio, Ortega y Murillo salieron fuertemente escoltados de la sala del Seminario bajo el grito de «¡Fuera!» y «¡Asesinos!».
GOBIERNO DE ORTEGA INTRANSIGENTE NO OFRECIÓ SALIDA A LA CRISIS DEL PAÍS
Tras la salida del gobierno, los empresarios, estudiantes y sociedad civil manifestaron su indignación por la intransigencia de Ortega.
Juan Sebastián Chamorro, director de la oenegé FUNIDES (asociada al empresariado) lamentó que Ortega desaprovechara la oportunidad para presentarse como estadista y resolver la grave crisis de gobernabilidad que posee.
«El mundo de los estudiantes hablando de represión que ellos la han vivido y otro mundo (el de Ortega) que no corresponde con la realidad. Realmente tengo una impresión (de Ortega en el diálogo) muy parcializada, una lectura muy a su modo y realmente como decía monseñor (Abelardo) Mata, retomo sus palabras, es una situación gravísima la que estamos viviendo», dijo Chamorro.
Azahálea Solís, feminista y representante de la sociedad civil manifestó que el régimen intenta deslegitimar las propuestas populares y ha asegurado que la mesa de negociación está manchada de sangre por culpa de Ortega.
«Ha dicho que la Policía no ha disparado, ha dicho que la población es terrorista; ha dicho que los saqueos no son responsabilidad de ellos cuando sabemos que fue una política de chantaje. Es decir, Ortega quiere seguir manchando de sangre la mesa de negociación. Es un irresponsable enorme y es un criminal porque no ha mandado a desmontar a las fuerzas paramilitares que solo a él le obedecen, porque aquí solo hay un poder que es de él, de la señora», dijo la líder feminista.
Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua expresó que Ortega desperdició una valiosa oportunidad para reivindicarse ante la opinión pública. «Daniel Ortega desperdició hoy una oportunidad única para reivindicarse ante Nicaragua al iniciar el Diálogo Nacional. Debió haber ordenado el cese de la represión y la supresión de los grupos paramilitares», expresó el obispo en su cuenta oficial de Twitter: @silviojbaez.
«Esperábamos que el presidente viniera a dar la orden de desmovilizar a sus fuerzas de choque y al mismo tiempo decirle a la policía que regresara a sus cuarteles y eso no lo vimos», dijo Michael Healy, de la Unión de Productores de Nicaragua (UPANIC).
SIGUE ASEDIO DE TURBAS Y POLICÍAS CONTRA LAS IGLESIA
Pese a asegurar que tienen voluntad de diálogo y que desean la paz, el régimen Ortega Murillo sigue atacando parroquias en clara violación a la libertad religiosa. Ayer en la noche, la Catedral San Juan Bautista de Jinotega fue víctima de morterazos (explosión de pólvora artesanal) por parte de las turbas orteguistas. Dentro del templo se refugian varios jóvenes quiénes atienden a los heridos durante las manifestaciones contra el gobierno.
También ayer en Matagalpa, los sacerdotes realizaron misas al aire libre en la zona de adoquines levantados para asegurar que la población no fuera atacada por las turbas del régimen de Ortega.