Se compromete a "restañar las heridas causadas" a Agustina Gamboa

El arzobispo de Salta pide perdón a la joven que denunció ser hija de un cura

Anuncia una investigación para esclarecer todos los términos de la denuncia

El arzobispo de Salta pide perdón a la joven que denunció ser hija de un cura
La hija del cura Gamboa

En los encuentros me repetía el discurso de que me amaba, pero no podía ser mi padre, en ese entonces, para una nena de 6 o 7 años era un relato muy confuso

Después de que el domingo pasado la joven Agustina Gamboa Arias contara de manera pública que es hija de un conocido sacerdote de Salta que por años se negó a reconocerla y la ocultó, el arzobispado de esa provincia emitió un comunicado, escrito en primera persona y firmado por el arzobispo Mario Cargnello.

En el texto, Cargnello pidió «perdón» por el daño causado y se comprometió a «restañar las heridas causadas» a la chica de 18 años. Asimismo, aseguró que se analizarán todos los hechos para elevar la información a la Arquidiócesis correspondiente.

«Soy Agustina Gamboa y no me callo más», es el título de la larga carta que la joven publicó en Facebook y con la que decidió sacar a la luz su historia. Allí contó que es hija del reconocido sacerdote salteño Carlos Gamboa y denunció que él accedió a reconocerla solo tras una larga pelea judicial y que siempre quiso ocultarla.

Ahora, Cargnello salió a pedir «perdón a Dios» y «a todos los hermanos por el dolor causado por la noticia, el escándalo» y «el daño que los hechos han provocado». Aunque en el comunicado no le pide disculpas a la chica, sí dice que investigará el caso.

«Es mi deseo y propósito, restañar las heridas causadas a la Srta. Agustina María Gamboa Arias. Estoy abocado al estudio de lo manifestado por la Srta. Gamboa Arias para conocer todos los hechos. Entregaré al Señor Promotor de Justicia de la Arquidiócesis todos los datos (de) que dispongo para que sean analizados a la luz del ordenamiento canónico vigente y actuar consecuentemente», dice el escrito. El arzobispo pidió además «rezar» por todos los afectados por esta situación.

 

 

«Les ruego que acepten mi compromiso de trabajar por la santificación de los sacerdotes y el servicio a todo el Pueblo de Dios que peregrina en Salta. Recemos por todos los afectados por esta situación, recen por los sacerdotes y por mí, para que nos dejemos convertir por el Señor», concluye el breve comunicado.

En su carta, Agustina relató el sufrimiento que le significó durante muchos años el abandono de su padre: «Llevo el apellido de mi progenitor, pero originalmente fui anotada como Agustina Arias, ya que él se negaba a reconocerme legalmente, negándome también el derecho de todo niño o niña a su identidad», relata la joven con crudeza. Fue mediante un requerimiento con un abogado que la mamá de Agustina logró, en el 2002, que el sacerdote reconociera a Agustina y eso quedó plasmado en una acotación al margen en su acta de nacimiento.

La chica cuenta también la falta de coherencia entre el hablar y el obrar de su papá: «Gamboa habla de ‘acompañar a la mujer que está en la disyuntiva de continuar o interrumpir un embarazo’, y también dice ‘apoyar a los chicxs que están vivxs’. Siendo yo su hija la que pasó por muchas situaciones de abandono porque Carlos Gamboa nunca se preocupó por conocerme», señala la joven.

Debido a su insistencia, recuerda Agustina, es que logró concretar algunos encuentros con su padre. Pero siempre fueron encuentros a escondidas, para evitar que alguien pudiera descubrirlos. «En los encuentros me repetía el discurso de que me amaba, pero no podía ser mi padre, en ese entonces, para una nena de 6 o 7 años era un relato muy confuso ya que yo no contaba con las herramientas emocionales para entender lo que me decía de manera tan contradictoria. Era una niña que creía que mi padre me amaba, esperaba sus llamados para fechas importantes como cumpleaños o las fiestas o algún gesto de interés que nunca llegó», dice.

«Por eso, cuando mi progenitor habla de ‘respetar las dos vidas’ debo decir que no respetó la vida de su hija por defender su imagen y sus privilegios económicos. La iglesia encubrió y ayudó a ocultarme, nadie debía enterarse de mi existencia», agregó Agustina.

(RD/Agencias)

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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