La Amazonia está triste, de luto, pues cada día los pueblos amazónicos pierden las condiciones de vida, son expulsados, están siendo asesinados, están huyendo
(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- Las reflexiones en torno al Sínodo de la Amazonia están cada vez más presentes en el Iglesia de la región. Desde una perspectiva teológica, el Instituto de Teología, Pastoral y Enseñanza Superior de la Amazonia – ITEPES, de Manaos, ha organizado el I Simposio de Teología Amazónica, a partir del tema «Sínodo de la Amazonia y Laicado», aspecto relevante y actual, pues 2018 es el Año del Laicado en Brasil.
Como reconoce el director del Instituto, Ricardo Castro, en la Iglesia de la Amazonia, la importancia del laicado «tiene una razón histórica, porque la Iglesia en la Amazonia siempre fue llevada adelante por laicos y laicas«. Desde esa situación histórica, reconoce que «es necesario que se elabore una reflexión al respecto. Son años de experiencia, de formación, de un proceso de construcción y ahora es necesario parar y hacer un proceso de evaluación para entrar dentro de la perspectiva de los nuevos caminos que el Papa pide para el Sínodo».
Entre los participantes cabe destacar la presencia de uno de los asesores del Sínodo de la Amazonia, el salesiano indígena Justino Sarmento Rezende, quien reflexionaba sobre cómo sentir a partir del corazón indígena, una temática presente en la vida del miembro del pueblo tuyuka, doctorando en antropología indígena en la Universidad Federal del Amazonas. Él partía de una pregunta que pone en el centro de la discusión la propia temática del Sínodo: «¿Por dónde debemos comenzar a abrir nuevos caminos para la Iglesia y la ecología integral?»
El primer punto a tener en cuenta es la necesidad de dar visibilidad a la Amazonia y sus pueblos, «una región que clama y que debe ser conocida, reconocida, para convivir, comprometerse y defenderla», según el salesiano indígena. En ese sentido, «los pueblos de la Amazonia y del mundo necesitan despertar y sentir que la vida está amenazada, agredida, que la Amazonia está triste, de luto, pues cada día los pueblos amazónicos pierden las condiciones de vida, son expulsados, están siendo asesinados, están huyendo», realidades mencionadas en buena parte por el Papa Francisco en su discurso a los pueblos indígenas de la Amazonia en Puerto Maldonado, Perú, el pasado enero.
Justino Sarmento Rezende
En esta realidad que la Amazonia vive y sufre, Justino Rezende insiste en la necesidad de «remangarse las mangas, levantarse y salir para defender nuestras vidas y los derechos de los pueblos». La Amazonia es una Casa-Familia, una Tierra Sagrada, cuidada por los sabios, con espiritualidades que se conectan con los seres creadores y que, a través de los sabios, promueven la armonía de las personas entres sí y con el cosmos. Por eso, el salesiano indígena insiste en «mostrar al mundo y a la Iglesia quienes somos nosotros, los pueblos de la Amazonia, con conocimientos y sabidurías para cuidar de la vida humana, del mundo y construir una convivencia equilibrada con los otros seres que viven en este mundo: aguas, florestas, aire, tierra».
Siguiendo uno de los deseos del Papa Francisco de cara al Sínodo, que es escuchar a los pueblos de la Amazonia, este proceso sinodal es un buen momento para «conocer las historias de sus orígenes, de sus movilidades sociales, sus memorias y proyectos, ver como viven, trabajan, organizan sus vidas, comunidades y aldeas», reconoce el asesor sinodal. Junto con eso, deben ser conocidos igualmente sus peligros, amenazas y muertes que sufren.
Todo ello en una perspectiva de hacer posible que esos pueblos muestren sus capacidades, basadas en el encuentro, la escucha, el compartir, la solidaridad y la capacidad de construir redes de comunión y de lucha. Junto con esto, las realidades que deben ser cambiadas ante los nuevos colonialismos que les amenazan, pues fomentan el desarrollo a cualquier precio, la destrucción, contaminación, conflictos socio-ambientales, violencia en el campo, desplazamientos compulsivos, trata y contrabando de niños y emigrantes.
Participantes en I Simposio de Teología Amazónica en Manaos
En una perspectiva de futuro, el Padre Justino Rezende, ve posible y necesario «poder construir una Iglesia con rostros amazónicos, que sepa dialogar con las diversidades de los pueblos y espiritualidades, una Iglesia compañera de caminada, con rostro laical y femenino, con los pies en la tierra, encarnada, inculturada e intercultural, con corazón abierto, contemplativa y de gratuidad, que promueva el protagonismo de los pueblos amazónicos y que ejerza la humildad, bondad y misericordia».
Para eso es necesario soñar, siguiendo el convite del Papa Francisco a no dejar de soñar, «no tener miedo de decir nuestros sueños para el Sínodo: celebración de la Eucaristía, papel de la mujer…», insiste el asesor del Sínodo de la Amazonia, pues «quien da vida a la Iglesia de la Amazonia son los laicos», recordando la figura de su padre, que fue catequista de su comunidad durante 36 años.
Ante eso, se preguntaba «¿por qué dudar en conceder ministerios en la Iglesia a quienes son maestros en las comunidades?», añadiendo que «los indígenas tienen que ser protagonistas de la Iglesia de la Amazonia». Para ello, en opinión del salesiano indígena, «es necesario superar los prejuicios del colonialismo, que desconfía de los cristianos de la Amazonia, simplemente porque tienen un rostro diferente».
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