Escuchar, conocer, divulgar esas experiencias pueden ayudar a hacer realidad ese deseo del Papa Francisco de crear nuevos caminos para la ecología integral
(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- El Papa Francisco es alguien que insiste mucho en la necesidad de escuchar, de conocer la realidad. No en vano defiende que los cambios nacen desde abajo. En ese sentido, el proceso del Sínodo de la Amazonía está intentando llevar a cabo esa dinámica de ir descubriendo las semillas ya plantadas en la región y que muestran que es posible hacer realidad nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.
En la Amazonía brasileña existen los llamados NUPCA, Núcleos de Protección de la Convivencia con la Amazonía, un proyecto que nació en 2017, impulsado por Cáritas. Los cinco núcleos en los que se divide el proyecto, presentes en cuatro diócesis de la región, tienen como punto común el cuidado de la Casa Común, un aspecto de particular importancia en la región amazónica, especialmente de cara al Sínodo. Desde esa perspectiva, son fundamentales cuatro actitudes: re-aprender para proteger, educar para convivir, monitorar para proteger y escuchar los gritos de la Amazonía y sus pueblos.
Uno de los problemas más importante de la Amazonía es la alta contaminación de los ríos, lo que está poniendo en peligro el ecosistema y la propia vida de los habitantes de la región. A la acción de muchas empresas mineras se une la falta de saneamiento básico en la mayoría de la región, lo que provoca un aumento cada vez mayor de enfermedades derivadas de esta situación. Las pequeñas acciones de cuidado y toma de conciencia que se llevan a cabo en los diferentes núcleos son semillas que pueden ayudar a crear conciencia sobre la necesidad de una conversión ecológica.
La propuesta de Caritas está basada en la organización comunitaria, teniendo como perspectiva el fortalecimiento del protagonismo de las personas locales en la convivencia con la Amazonia. No podemos olvidar que son los pueblos de la Amazonia quienes tradicionalmente han creado las diferentes formas de cuidado de la Amazonia. También está presente la necesidad de una espiritualidad ecológica.
Como reconocía Marcia de Oliveira, asesora del Sínodo de la Amazonia, en un encuentro con los responsables de los diferentes núcleos del proyecto, «la convivencia con la Amazonia está basada en un intercambio de saberes, en enseñar y aprender». Este intercambio no puede seguir siendo injusto, actitud presente en la región desde el tiempo de la colonización, que acaba con la convivencia con la Amazonia. En ese sentido, la profesora de la Universidad Federal de Roraima, insiste en que «los pueblos originarios tienen que enseñarnos a re-aprender esa convivencia«, una situación nada fácil, pues existe un proyecto de exterminio de los pueblos de la Amazonia, como demuestra el hecho de que Brasil es el país de mayor riesgo para los defensores de los derechos humanos y ambientales.
La asesora del Sínodo reconoce que «es posible crear otros mecanismos de convivencia sin destruir», proponiendo el bien vivir como cultura alternativa al mundo capitalista, que promueve el desarrollo a toda costa. Esta cultura capitalista genera conflictos estructurales en el mundo de hoy, que se traducen, según Marcia de Oliveira, en el «no reconocimiento del otro, acumulación de los bienes en las manos de pocos y aceleración de las actividades». Eso genera desafíos, según ella, como «reconocer al otro, redistribuir los bienes y desacelerar las actividades «, así como actitudes basadas en el Sumak Kausay, entre otras «recuperar lo que fue perdido, descolonizar nuestras prácticas, re-aprender y luchar contra el sistema dominante «.
De hecho existen visiones enfrentadas entre el capitalismo, que promueve vivir mejor con más cosas, y el Sumak Kausay, que busca repartir los bienes para que todos puedan vivir bien y en armonía con la naturaleza. Para ello, es necesario algunas rupturas: con el concepto de desarrollo, económica, constitucional y democrática, ética y con el estado patrimonialista.
Un instrumento que ayuda en esta dinámica son los grupos de diálogo, que desde las comunidades locales donde existen estos núcleos de protección de la convivencia con la Amazonía, pretenden desarrollar tres actitudes: conocer para amar y respetar la Casa Común, conocer para reconocer y valorar la Amazonía y conocer para convivir con la Amazonía. En esta perspectiva es importante el llamado Nhandereko-há, que, en lengua indígena, es un lugar de organización social y política, de producción y transmisión de etno-conocimiento, que ve el bosque como una casa que no tiene dueño. Junto con eso es importante reconocer la resistencia milenaria de los pueblos originarios y recuperar el conocimiento que tradicionalmente se les ha negado. Tampoco se puede olvidar que si yo cuido la tierra, la tierra cuida de mí, si yo cuido del otro, el otro cuida de mí. Una actitud contraria a la lógica del capitalismo, donde cada uno cuida de sí.
Escuchar, conocer, divulgar esas experiencias pueden ayudar a hacer realidad ese deseo del Papa Francisco de crear nuevos caminos para la ecología integral. El recorrido iniciado con la encíclica Laudato Si necesita ser continuado. Sin duda, el Sínodo de la Amazonía es una oportunidad de singular importancia en ese sentido. Por eso, son importantes este tipo de intercambio de saberes con los pueblos de la Amazonía, en una búsqueda decidida de luchar por la vida de la Amazonía y de sus pueblos.
