El electricista anotaba en un diario todo lo que sustraía de la catedral de Santiago de Compostela
José Manuel Fernández Castiñeiras ni vendió el Códice ni posiblemente ninguno del resto de libros y objetos que durante casi dos décadas robó de la catedral de Santiago.
¿Cómo se explica entonces que guardara en sus casas la nada modesta cantidad de 1,2 millones de euros? ¿Cómo había atesorado tal dineral o incluso más?
La respuesta, uno de los asuntos que aún se están investigando, la ha proporcionado con su habitual soltura el deán de la catedral, José María Díaz, sin ser preguntado, en El programa de AR (T5).
El que era canónigo archivero cuando desapareció el Códice ha reconocido que el electricista sustrajo dinero del templo e, incluso, ha detallado que tenía un diario de los robos, que ha sido recuperado por los investigadores (como se aprecia en la fotografía que ilustra esta información) en uno de los registros.
ENCONTRADO
El Códice Calixtino, robado hace justo un año, ha aparecido este miércoles en un garaje ubicado en Milladoiro (La Coruña), núcleo en el que reside el electricista detenido y presunto autor material del robo de este manuscrito, según informan fuentes de la investigación.
El garaje en el que ha sido localizada esta joya literaria está en el mismo edificio en el que vive este operario, con su familia.
Begoña Bravo, una mujer bilbaína, ha contado a Efe cómo se produjo el hallazgo.
«La Policía necesitaba testigos, y mi marido, Mauricio García, y yo estábamos justo en una terraza cerca», ha explicado.
«Los agentes se acercaron a nosotros y nos preguntaron: ‘¿podrían acompañarnos a un reconocimiento, que necesitamos testigos?’, pero sin explicar nada más».
Bravo indicó que accedieron, «como no podía ser de otra manera», y que llegaron «a este garaje, lleno de porquería y suciedad».
«Allí los efectivos miraron en un lado y otro, sacaron una maleta curiosamente muy limpia, pero que estaba vacía».
«Después encontraron otras bandejas de plata, y otros libros pertenecientes a la Catedral», aseguró, y añadió que «había una zona con cementos y ladrillo».
«Entonces, el juez instructor José Antonio Vázquez Taín, al ver ese cemento, preguntó: ¿habéis mirado ahí?».
Todos nos hemos puesto a llorar, también el juez
A continuación, cuando procedieron a la inspección, «encontraron cuatro o cinco bolsas, empezaron a romper una por una, y apareció el Códice».
«Todos nos hemos puesto a llorar, también el juez», explicó Bravo, tras precisar que estaban en Milladoiro porque su hijo «lleva una cafetería allí», ya que ellos residen en otro municipio coruñés.
La Policía Nacional ha arrestado este martes al exempleado de la Catedral, Manuel Fernández Castiñeiras, a su mujer, Remedios Nieto Mayo, a uno de los hijos que tienen en común, Jesús Fernández Nieto, y a la pareja de éste último, María Jesús Quinteiro.
Los nombres han sido proporcionados por las mismas fuentes. Todos ellos pasarán a disposición judicial este jueves.
EL ARZOBISPO CONFIRMA LA AUTENTICIDAD
El arzobispo de Santiago y el deán de la Catedral han podido este 4 de julio de 2012, por la tarde, volver a pasar las páginas del Códice Calixtino.
Tras ser localizado este mediodía en un garaje de O Milladoiro, la policía ha llevado el manuscrito hasta la catedral para que el arzobispo Julián Barrio y el deán José María Díaz pudieran comprobar su autenticidad.
El Códice Calixtino permanecerá bajo custodia policial hasta el viernes, cuando está previsto que vuelva a la Catedral.
Después del acto de comprobación de la autenticidad del Códice Calixtino, el deán compostelano aseguró que desde hace tiempo solo se seguía una pista en el robo del incunable.
«Hace ya tiempo que había una pista única y teníamos certeza absoluta de la persona que lo había sustraído», comentó José María Díaz.
«Está en un estado de conservación perfecto, incluso hasta con los mismos registros que yo personalmente le había puesto la última vez que lo manejé», comentó el deán.
El Códice Calixtino ha sido encontrado envuelto en una bolsa de plástico y, a primera vista, en perfecto estado, oculto en un garaje de O Milladoiro, cerca Santiago, del que la Policía desconocía su existencia y que habría sido revelada por uno de los cuatro detenidos por el robo en el transcurso de los interrogatorios que se están llevando a cabo desde que ayer se produjesen los arrestos.
La aparición del Códice Calixtino ha disipado la principal preocupación de los investigadores, que era que el manuscrito hubiese sido vendido o destruido.
Por ello, cuando lo han visto ante sus ojos, entre los agentes de la Brigada de Patrimonio Histórico y del propio juez instructor, José Antonio Vázquez Taín, se han producido escenas de auténtica euforia y alegría.
El Códice Calixtino ha sido sacado del garaje de O Milladoiro sobre las 16.45 horas, en medio de una enorme expectación. Se encontraba en el primer trastero dentro del inmueble.
Además del manuscrito, en el garaje también apareció una maleta con libros más pequeños y varias bandejas de plata
Un año después de la desaparición del códice, el pasado 5 de julio del 2011, la Brigada de Patrimonio de la Policía Nacional hizo el martes las primeras detenciones en relación con el caso.
El autor del robo es José Manuel Fernández Castiñeiras, un técnico electricista residente en Milladoiro que trabajó durante más de 25 años como autónomo en el templo compostelano y llegó a falsificar un documento laboral para simular ser un trabajador fijo contratado en la catedral.
Poco antes del 2009, y ante una regulación de empleo, desde el templo se rompió la relación laboral que mantenían con él. Fuentes de la catedral avanzan, sin embargo, que, después de que dejase de trabajar allí, el detenido acudía todos los días al lugar sin ningún cometido específico.
El antiguo trabajador reclamó incluso 40.000 euros por despido improcedente.
Junto a José Manuel Fernández Castiñeiras, arrestado en la calle, también han sido capturados, en el domicilio familiar de Milladoiro (Ames), su mujer, María Remedios Nieto Mayo, y su hijo, Jesús Fernández Nieto, y la supuesta novia de este último, María Jesús Quinteiro Seoane, en la residencia de sus progenitores.
Los tres podrían tener la consideración de cómplices. Los cuatro detenidos por el robo del Códice Calixtino se encuentran en la comisaría de Santiago de Compostela, y mañana pasarán a disposición judicial, según el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.
Los detenidos tenían en su poder uno de los Libros de las Horas también sustraído, llaves de la catedral y 1,2 millones de euros
La policía vigilaba al antiguo trabajador del templo desde hace tiempo y a lo largo de esta semana los agentes han realizado varios registros en en domicilios, garajes y trasteros de Santiago, O Milladoiro, Negreira y O Grove por el robo del Códice Calixtino, en los que se han encontrado ocho copias del Códice, libros religiosos antiguos de gran valor -entre ellos, uno de los Libros de las Horas, cuya desaparición también fue denunciada por el deán de la catedral-, documentación relacionada con los responsables y religiosos del templo compostelano, correspondencia de los canónigos, llaves de acceso a dependencias de la catedral, una gran cantidad de monedas y otros objetos artísticos procedentes del lugar y 1.200.000 euros en dos inmuebles distintos .
La policía y el juez instructor del caso, José Antonio Vázquez Taín, continuaron con los registros hasta las 04.30 horas.
El ladrón fue vigilado durante un año
Durante todo este año, el extrabajador de la catedral ha sido vigilado por la Policía, que incluso ha intentado entrar en contacto con él de modo indirecto para negociar la devolución del famoso libro, que se considera como la primera guía turística del Camino compostelano.
Cuando los investigadores se han convencido de que el sospechoso no cooperaría, han optado por detenerlo para intentar desbloquear el caso.
Año de hipótesis, de la desaparición al robo
La primera noticia de la desaparición del Códice Calixtino fue recibida como un imposible. El 6 de julio del 2011 la policía confirmó que investigaba la falta del Liber Sancti Iacobi de la caja fuerte de la catedral de Santiago, aunque no podía precisar el día exacto, entre el 30 de junio y el 5 de julio de 2011, en que la joya dejó de estar en su lugar.
Las palabras desaparición o extravío fueron dejando paso en los primeros días a la hipótesis del robo, una teoría que se apoyaba en todas las líneas de investigación en una colaboración interna por la dificultades de acceder al libro, aunque la policía señaló deficiencias en el sistema de seguridad y fallos en la manera en que se conservaba la pieza en el archivo.
En las primeras horas se apuntaron dos posibles móviles: una venganza interna, dirigida fundamentalmente contra el deán de la catedral y entonces responsable del archivo, José María Díaz; y un robo realizado por encargo de un coleccionista.
Algunos especialistas valoraron el Códice en 10.000.000 euros y el famoso ladrón de obras de arte Erik el Belga explicó aseguró que un robo así se puede encargar por 150.000 euros, pero que no se podría realizar sin colaboración desde dentro.
La policía, con la incorporación de especialistas de la Brigada de Patrimonio Histórico, comenzó a estudiar cerca de 400 horas de cintas de vídeo de las 25 cámaras que la catedral tenía instaladas.
Con un problema añadido. En la habitación en la que se guardaba el libro no había cámaras, las más cercanas estaban situadas en los pasillos de acceso.
El operativo incluyó controles de carreteras a los que se sumaron efectivos de la Guardia Civil y de la Guardia Nacional Republicana en Portugal.
Pasado un mes de la desaparición la policía mantuvo abierta todas las líneas de investigación. El robo se convirtió en hurto o un secuestro aprovechando, según los investigadores, la concurrida circulación en el interior del templo y la falta de control sobre el acceso al interior y las mochilas.
En esos días el Arzobispado de Santiago pidió a los ladrones que devolviesen el Códice y el gobierno descartó ofrecer una recompensa por su retorno.
Tres meses después, el deán dimitió como archivero catedralicio, reconociendo que la desaparición del Códice era determinante en esa decisión y que, según todas las versiones, las llaves de la caja en la que se conservaba el libro junto a otros documentos estaban puestas en la cerradura.