De iglesia a espacio para las artes y la palabra, y el diálogo fe-cultura

Padre Kim: «El Cristo de Velázquez es el Cristo ideal»

El pintor coreano inaugura el espacio Lumen de los dominicos en Madrid

Padre Kim: "El Cristo de Velázquez es el Cristo ideal"
El Padre Kim, ante uno de sus cuadros

El proyecto se inaugura con la exposición "Trazos de luz", del prestigioso artista surcoreano Kim En Joong

(José M. Vidal).- Era la primera vez que iba al museo del Prado y, al contemplar el Cristo de Velázquez, exclamó: «Este es el Cristo ideal». Se llama Kim En Joong y es un pintor dominico cotizado, que refleja en sus cuadros la «lucha entre la luz y las tinieblas». Una lucha en la que, desde su óptica espiritual y pintora, siempre vence la luz, que brota a raudales de todos sus cuadros y esculturas.

Sus cuadros son realmente llamativos. Como caricias luminosas, alas de ángeles y vuelos de mariposas de colores. El propio pintor los define como «una mezcla de Goya y el Greco». O una lucha entre la vida y la muerte, muy parecida a la del toreo, que fue el símil que el padre Kim utilizó, para explicar su devenir artístico.

Sólo fue una vez una corrida de toros, hace unos cuarenta años y precisamente en España, casi «obligado» por un dominico español. Y, en la plaza, descubrió las semejanzas entre su pintura y el toreo. «Mi arena es un lienzo blanco. No tengo espada, pero sí pinceles. No mato al toro, pero sí expulso al diablo pintando. Y, cuando termino la sesión de pintura, el toro está en el suelo y mi obra se eleva. Eso sí, sin público que aplauda, en un silencio orante total».

Porque, en el fondo, lo que el padre Kim busca con su pintura es la liberar. «Mi objetivo es la liberación frente a distintas maneras de opresión, porque, para mí, la historia de la salvación es liberación, la confianza total en Dios», que se plasma en la luz que Oriente trae a Occidente.

Y es que, como explicaba Denis Coutagne, uno de los comisarios de la exposición, la obra de Kim En Joong procede de «una experiencia primera vinculada a la caligrafía coreana y la contemplación de la naturaleza». Sensible al arte abstracto, Kim llega a Europa en 1969, ya convertido al catolicismo. Poco después entra en los dominicos y se ordena sacerdote en 1974, como explica el otro comisario de la exposición, el dominico español Félix Hernández.

Entre los maestros que le inspiran están El Greco, Cézanne, Monet, Kandinsky o Rothko. «Asocia el color, a veces puro, a un gesto que recuerda el movimiento de los luchadores asiáticos según ritos ancestrales. Todo se vuelve energía, danza, claridad, vida bajo su pincel de caligrafía«, explica el comisario francés.

La mayoría de las obras de la exposición son obras de los dos últimos años del pintor. Destaca una trilogía dedicada al poeta francés Cheng, miembro e la Academia francesa; la serie dedicada al cardenal belga Danneels, por su apoyo al arte, asi como toda una serie de óleos de distintas medidas, que nos sumergen en el mundo luminoso del pintor, desde los cuatros puntos cardinales de la espléndida sala.

En la parte posterior del templo reconvertido en espacio artístico, destacan tres casullas pintadas con referencias a Matisse y a la capilla que decoró. En el antiguo presbiterio, donde todavía se conserva un gran Cristo y una parte de una vidriera, lucen las esculturas de este polifacético arista.

Esculturas que, según el comisario francés de la exposición, «hacen referencia Picasso y a Chagall y su referencia fundamental es el mismo Dios que toma el barro en sus manos y hace al hombre a su imagen y semejanza». El Padre Kim, imitando al mismísimo creador, «coge el barro, lo moldea y lo dota de dolor y alegría, hace que la tierra, a menudo mezclada e incluso torturada, deje brotar la luz. Cada cerámica se convierte así en una joya».

Su obra aquí expuesta alcanza un relieve especial en las vidrieras, máxima expresión donde se integran pintura y luz. Porque el padre Kim se ha convertido también en un gran diseñador y pintor de vidrieras. De hecho, muchas de sus obras brillan con luz propia en templos y catedrales de Francia, Irlanda, Italia o Austria.

O_Lumen

Una obra excepcional, para la inauguración de un espacio único, al menos para lo que nos tienen acostumbrados en el negociado religioso. Los dominicos se han esmerado y han conseguido reconvertir una iglesia de un gran arquitecto como Claudio Coello de Portugal en un espacio que, conservando lo esencial de la obra anterior, se transforma en algo nuevo de la mano del arquitecto Antonio Ruiz.

Un espacio elegante, moderno, atractivo, que seduce en sí mismo. Y en pleno corazón del barrio de Salamanca, en la calle Claudio Coello nº 141 de Madrid. Como explicó el padre Javier Carballo, el ‘alma’ del proyecto, «se trata de transformar una iglesia de los dominicos, cerrada desde 2015, en una espacio para las artes y la palabra, para el diálogo entre la cultura y la fe».

El templo reconvertido «conserva parte de la personalidad de l iglesia que fue y seguirá siendo un centro celebrativo del arte, con un espíritu expositivo muy polivalente», como explicaba el padre Carballo.

Con varios objetivos que desgranó el religioso, como «ofrecer actividades que favorezcan el encuentro de las artes con la fe cristiana y sus propuestas culturales», «acoger proyectos artístico-culturales que conecten con las demandas de belleza y espiritualidad» o «colaborar con aristas emergentes cuyo trabajo sea de interés social o espiritual».

 

 

«Porque la fe necesita necesita a las artes, para encontrar nuevos lenguajes y contagiarse de creatividad«, decía Carballo. Y de ahí, «este patio de los gentiles permanentes», porque «el mundo necesita de la luz y de la belleza».

Un espacio, pues, que, en el fondo, pretende «renovar la simbiosis entre las artes y la fe», como señalaba, en la presentación pública de la exposición, fray Jesús Diaz Sariego, prior de la provincia de Hispania de los dominicos. No en vano, como recordaba el provincial, «los dominicos hemos sido constituidos por la palabra y para la palabra.

En la inauguración, también estuvieron presentes el cardenal Amigo, arzobispo emérito e Sevilla, o el embajador de Filipinas, vinculado a la Orden de Predicadores, con amplio arraigo en su país.

El programa del innovador proyecto incluirá exposiciones de pintura, escultura, videoarte, arte lumínico, fotografía, etc., a la vez que se ofrecerán actividades paralelas como coloquios, conferencias, recitales poéticos y literarios, obras de teatro, danza, conciertos, cine y vídeo, performance…

La exposición «Trazos de luz» es gratuita y se podrá visitar hasta el 31 de mayo de 2018 de miércoles a domingo, de 11 a 14h. y de 17 a 21h.

Para más información: www.olumen.org

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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