Me preguntó si había sufrido abusos de mis padres, si les había visto mantener relaciones sexuales, si era gay, y me obligaron a hacerme la prueba del VIH
(Jesús Bastante).- Revolución en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima en Fuenlabrada. Un centenar de fieles ovacionaron esta mañana, antes, durante y después de la misa, a su sacerdote, Andrés García Torres, cesado de sus cargos por el Obispado de Getafe, que le acusa de homosexual (en concreto de haber mantenido relaciones sexuales con un ex seminarista), comportamiento agresivo «y de que malgastaba los bienes de la parroquia», según confesó a RD el afectado, que esta mañana aseguró que no abandonará su puesto hasta que Roma no lo ordene. «La parroquia no ha estado tan llena como ahora», apunta Lola, una de las feligresas más activas, que afirma que en los tres años que lleva en la parroquia, «ha ayudado a todo el mundo, y siempre ha estado pendiente de las misas y del sagrario«.
«El cura no se va. ¡Queremos justicia! Le persiguen por ser un buen sacerdote, por llenar la parroquia», afirman los fieles, que han recogido firmas en la puerta de la iglesia y colgado pancartas con lemas como «Han echado a nuestro párroco injustamente». «El diablo se esconde detrás de la decisión del obispo de Getafe», clamaron. Por su parte, la diócesis, en un escueto comunicado de cuatro puntos, reconoce que «es cierto» que el sacerddote «ha sido cesado», aunque aducen «motivos pastorales«. Para el Obispado dirigido por Joaquín María López de Andújar, «se ha seguido en todo momento y escrupulosamente lo dispuesto en la legislación canónica para traslado y nombramientos de sacerdotes», y que «en ningún momento se le ha obligado a someterse a un peritaje psiquiátrico. Si él ha acudido ha sido de manera voluntaria. En todo momento se ha respetado el derecho fundamental a la intimidad». Sobre Yannik Delgado, el supuesto seminarista con el que se le relaciona (el sacerdote acusa a la diócesis de enseñar a su familia una foto de los dos, con el torso desnudo, durante una peregrinación a Lourdes), la nota se limita a aupntar que «no es seminarista«.
En conversación con RD antes de entrar en la que podría ser su última misa en la parroquia, Andrés -de 46 años, que vive con sus padres (su padre padece alzheimer), y que viste con camisa negra y el preceptivo clergyman- sostiene que «el Obispado me acusó de ser homosexual por la relación que mantengo con este muchacho, aunque nuestra relación es la de un padre y un hijo. Me acusan de ser violento y agresivo, y de malgastar los bienes de la parroquia». El sacerdote ya había tenido algún tipo de problemas en su anterior destino, en Villa del Prado, motivo por el cual «escribí al Nuncio una carta. El obispo nos dijo que si no hubiéramos escrito a Roma, esto no hubiera pasado». RD ha intentado recabar la opinión tanto de José María Avendaño (vicario general) como del obispo, Joaquín María López, hasta el momento sin éxito. La diócesis se remite a su nota.
En noviembre, el obispo «me puso un confesor (Miguel Rivilla San Martín) y un psiquiatra, al que fui con el vicario (José María Avendaño). Él entró antes que yo, y cuando me tocó el turno me cosió a preguntas sobre mi vida. Me preguntó si había sufrido abusos de mis padres, si les había visto mantener relaciones sexuales, si era gay, y me obligaron a hacerme la prueba del VIH». Al sacerdote se le nota claramente moleto en lo tocante a sus padres, que en ningún momento se despegaron de él. «Incluso me acusaron, delante de ellos, de anunciarme en páginas de contactos y de ir por Chueca«. Su madre, entre sollozos, explica que «desde el 11 de noviembre no tenemos vida. El obispo no tiene caridad. Cada vez que suena el teléfono, escuchamos amenazas. El vicario nos enseñó una foto y nos contó el caso de un hombre (un «chapero», explicó su hijo) que había matado a un sacerdote».
Andrés García tiene un proceso abierto ante el Tribunal de la Rota, cuyo caso lleva Felipe Heredia. «No me pusieron un abogado canónico», explica, anunciando que él sí ha contactado con diversos canonistas que le aconsejaron que lo impugnara. «Se negaron a cogerlo en el registro de la diócesis y tuve que enviarlo por burofax. El Obispo tiene un mes para contestar». Mientras tanto, Andrés García asegura que no entregará las llaves y que seguirá con su trabajo paroquial. «Si Roma dice que yo me tengo que ir de la parroquia, me voy, porque obedezco al Santo Padre«, anunció el sacerdote, interrumpido por los aplausos de la feligresía. «Pero no puedo obedecer la arbitrariedad del señor Obispo, cuando se salta el Derecho Canónico».
Tras hablar con RD, Andrés García entró en la sacristía, saliendo revestido con las túnicas eucarísticas, y celebrando la misa ante un auditorio abarrotado. En la acción de gracias, varios vecinos animaron al sacerdote y reclamaron al Obispado una disculpa, porque «te han destrozado como persona». La misa concluyó con una sonora ovación y con el sacerdote, y varios feligreses, envueltos en lágrimas. Y con la sensación de que esta extraña historia no ha escrito sus últimas líneas. Más bien estamos al principio de una nueva polémica.