Un bello acto cultural-religioso que coloca, una vez más a Barcelona en el epicentro mundial de la evangelización a través de la cultura y de la belleza
(José M. Vidal, Barcelona).- En la sagrada familia de Barcelona, que empapa de belleza artística, musical y litúrgica a todo el que entra en ella, se clausuró la segunda fase del congreso internacional de pastoral de las grandes ciudades. Con una liturgia de la palabra en la que resonó con especial intensidad y cercanía la carta del papa al cardenal de Barcelona, Martínez sistach.
En la misiva, dirigida en primera persona al cardenal barcelonés, signo evidente de la sintonía profunda que mantiene con el papa, Francisco comienza alentando » a todos a seguir reflexionando, de manera creativa, sobre el modo de afrontar la tarea evangelizadora en los grandes núcleos urbanos, cada vez en mayor expansión, y en los que todos necesitan sentir la cercanía y la misericordia de Dios, que nunca los abandona».
Porque, como dice Bergoglio, «Él siempre sabe hacerse encontrar, toma la iniciativa para ofrecer el sentido de la vida verdadera a quienes están solos, desorientados o doloridos por las heridas provocadas a menudo por una sociedad frenética e insolidaria«.
Siguiendo la dinámica de Dios, «la Iglesia tiene la misión de hacer llegar la Buena Noticia de Jesucristo y su amor salvador a los diferentes ambientes, sin temer al pluralismo y sin caer en discriminación alguna«.
En actitud siempre de diálogo, porque, como reitera el papa, la Iglesia «no considera una pérdida salir a las periferias, o cambiar los esquemas acostumbrados, sí es preciso«.
Y vuelve a insistir en la imagen maternal de la iglesia. «Como a una madre, lo que le interesa es el bien de sus hijos, sin escatimar esfuerzos y sacrificios: que no les falte la luz del Evangelio para llevar una vida fecunda de esperanza, de alegría y de paz; que no les falte acogida para sentirse integrados en una comunidad, sea en circunstancias de disgregación como de frío anonimato; que crezca en ellos el espíritu de auténtica solidaridad con todos, especialmente con los más necesitados».
El acto puso el broche de oro de un congreso que representaba a 109.759.000 de ciudadanos del mundo, representados por los arzobispos de las diferentes grandes diócesis presentes. Desde Sao Paulo a Bombay, pasando por Santiago de Chile, Kinshasa, Madrid o Barcelona.
Los 22 prelados presentes, muchos de ellos cardenales, se trasladarán mañana a Roma, donde el Papa les ha concedido una audiencia privada.
Texto íntegro de la carta del Papa al cardenal Sistach
«Querido Hermano:
Te saludo con afecto en estos momentos en que se dan los últimos pasos del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, celebrado en Barcelona. Y saludo también a los organizadores y participantes en sus distintas fases.
Me alegro por los esfuerzos realizados, y aliento a todos a seguir reflexionando, de manera creativa, sobre el modo de afrontar la tarea evangelizadora en los grandes núcleos urbanos, cada vez en mayor expansión, y en los que todos necesitan sentir la cercanía y la misericordia de Dios, que nunca los abandona. Él siempre sabe hacerse encontrar, toma la iniciativa para ofrecer el sentido de la vida verdadera a quienes están solos, desorientados o doloridos por las heridas provocadas a menudo por una sociedad frenética e insolidaria.
La Iglesia tiene la misión de hacer llegar la Buena Noticia de Jesucristo y su amor salvador a los diferentes ambientes, sin temer al pluralismo y sin caer en discriminación alguna. No considera una pérdida salir a las periferias, o cambiar los esquemas acostumbrados, sí es preciso. Como a una madre, lo que le interesa es el bien de sus hijos, sin escatimar esfuerzos y sacrificios: que no les falte la luz del Evangelio para llevar una vida fecunda de esperanza, de alegría y de paz; que no les falte acogida para sentirse integrados en una comunidad, sea en circunstancias de disgregación como de frío anonimato; que crezca en ellos el espíritu de auténtica solidaridad con todos, especialmente con los más necesitados.
Pido al Señor que los trabajos de ese Congreso iluminen la acción pastoral en el momento actual, y les bendigo de corazón a los congresistas y a cuantos participan en el solemne acto que, con esta ocasión, tiene lugar en el emblemático templo de la Sagrada Familia, en Barcelona.
Te ruego que reces y hagas rezar por mí y por los frutos de mi servicio a la Iglesia.
Que Jesús te bendiga y la Virgen santa te cuide.
Fraternalmente, Francisco»
El templo de Gaudí impone por su belleza y majestuosidad. Los cardenales extranjeros lo contemplan extasiados, mientras se hacen las fotos de rigor.
El cardenal Sistach da la bienvenida al acto, que presenta Eulalia Tort, dando paso a canciones de distintas partes del mundo, interpretadas por la Polifonica de Puig-reig. Desde la canción zulú Siyahamba, a la norteamericana The Prayer, pasando por un canto filipino, otro polaco, el México lindo, para concluir con la catalana L’Emporda.
El templo está a rebosar. Pocas autoridades políticas. Artur Mas oficiaba a la misma hora la presentación de su hoja de ruta en el Forum. Pero antes quiso escenificar su buena relación con la jerarquía catalana y se pasó por la Sagrada Familia para saludar a los prelados presentes. Y tampoco asistieron los consellers ni el alcalde de Barcelona.
Tras los cantos, la presentadora dio paso a los testimonios de cuatro jóvenes: un africano, un latinoamericano, un asiático y un europeo.
Tras otro interludio musical, comenzó la liturgia de la palabra, con la homilía del cardenal de Barcelona. En ella, Sistach proclama que, siguiendo al papa, la iglesia quiere ser «samaritana en medio de nuestras ciudades».
Recuerda que están presentes pastores cuyas diócesis juntas suman doscientos millones de personas. Y asegura que en el bello marcó de la sagrada familia se prefigura la Jerusalén católica, porque «nuestras grandes urbes son las ciudades de Dios y de los hombres y mujeres que diseñan con esperanza una ciudad en la que Dios enjugará todas las lágrimas«.
Otro momento álgido de la celebración fue la lectura de la bella carta del papa, acogida con una fuerte y sentida ovación.
Y la celebración termina con varias piezas interpretadas por la Escolania de Montserrat.
Un bello acto cultural-religioso que coloca, una vez más a Barcelona en el epicentro mundial de la evangelización a través de la cultura y de la belleza. Por el arte y la belleza hacia Dios.