Así se saldrá de incertidumbre, cábalas, presiones, comentarios y luchas internas, con la cuestión catalana de fondo, que en nada benefician ni a la Iglesia ni a la sociedad que vive en aquel país
(Juan Rubio).- Este es el comentario que se viene escuchando estos días, referido al relevo del arzobispo de Barcelona: «Barcelona está al caer». Algo así como se venía diciendo durante todo el mes de enero de 1939 cuando, hasta la saciedad, y hasta que no llegó el día 24, la prensa solo decía «Barcelona está al caer». Hay lenguajes grabados que no hay forma de borrar.
Y sí. Es verdad. Barcelona está al caer»…Porque, el actual cardenal-arzobispo, Martínez Sistach, ya ha superado el record del cardenal-arzobispo emérito de Madrid, Rouco Varela, en un mes…Tres años y un mes de prórroga y «Barcelona está al caer». Y si no fuera así es que malos consejeros pasean por Roma e informan sobre Cataluña, su iglesia, sus gentes y su realidad socio política y eclesial.
Con más de tres años de prórroga, el cardenal-arzobispo de Barcelona, cuyos ancestros familiares tienen fama de ser personas longevas, sigue como titular de la sede de San Paciano. Roma se está tomando su tiempo, más que suficiente, pues tres años, pese a lo complejo del momento en Cataluña, es mucho tiempo de interinidad, con todo lo que de desgaste pastoral y eclesial supone que una iglesia local tenga un obispo con fecha de caducidad incierta.
A finales de abril de 2012, Martínez Sistach escribió la preceptiva renuncia canónica al papa; y aún sigue…y ha superado en un mes, el tiempo de prórroga del cardenal Rouco, aunque sin tanta campaña mediática para desalojarlo, como sucedió con el cardenal- arzobispo de Madrid, que fue sustituido 8 días después de cumplir los 78 años. Sistach, superado ya un mes, le ha ganado este record. Los calendarios son importantes en la Iglesia, al parecer, aunque yo creía que en la Iglesia el tiempo se mide más por el «kairós» que por el «cronos».
Pero lo de «Barcelona está al caer»…es lo que se dice y se cuenta en los mentideros romanos y catalanes. El nuncio ha sido perezoso, timorato y , poco conocedor de la realidad catalana, ha actuado con excesiva cautela, usando como excusa para retrasar el relevo » el problema catalán», desconociendo que la raíz del asunto ya está en el enunciado del mismo, llamarlo «problema» y que se remonta a muchas décadas atrás. No es cosa nueva. Siempre ha estado sobre la mesa y eso no debería haber sido impedimento para que el nuncio haga sus deberes.
( Que conste que nada tengo en contra del cardenal Sistach, ni en contra de que se perpetúe, dada su genética longeva), pero la verdad es que, un iglesia diocesana con la envergadura como la de Barcelona, merece ya un pastor nuevo. Así se saldrá de incertidumbre, cábalas, presiones, comentarios y luchas internas, con la cuestión catalana de fondo, que en nada benefician ni a la Iglesia ni a la sociedad que vive en aquel país al que solo hay que mirar de igual a igual, no de arriba abajo.
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