La presencia de Dios en nuestra vida evita convertir en absoluto a nadie, a ninguna ideología o proyecto. Creer en Dios nos vacuna a no ocupar su lugar. Pero nada de lo humano nos es extraño
«Jesús, el Hijo de Dios, Nuestro Señor, se encarnó en un pueblo pequeño, asumió su lengua, sus costumbres, amó su tierra y a su gente… para convertirse precisamente en el Hombre Universal, el Salvador de todos. Amar la propia tierra no debe hacernos ni egoístas ni insolidarios, sino universales«. El obispo de Girona, Francesc Pardo, ha pedido este jueves que no se «menosprecie ni se deje olvidada la propuesta cristiana» en la construcción del futuro de Catalunya.
Lo ha hecho en una carta a los fieles en motivo de la Diada del próximo 11 de septiembre en la que también les pide que se planteen a nivel individual y colectivo «qué pueden ofrecer a Catalunya en ese momento histórico«.
Francesc Pardo ha recordado que los «valores cristianos son necesarios para humanizar a la persona y la sociedad».
Asimismo, ha recalcado en esta carta dirigida a los fieles que las «raíces cristianas» han configurado el pasado y el presente de Catalunya.
Francesc Pardo siempre se ha mostrado favorable al proceso catalán y se posicionó a favor de la celebración de la consulta del 9N para que los ciudadanos expresaran su opinión.
DIA NACIONAL DE CATALUÑA: REFLEXIÓN, ORACIÓN Y COMPROMISO
El viernes 11 de septiembre celebramos la Fiesta Nacional de Cataluña, una jornada llena de significados: memoria de nuestra historia, agradecimiento de lo que somos, recuerdo de todas las generaciones que han construido nuestro país, reivindicación de un futuro con más libertad, justicia y fraternidad, manifestación de nuestro amor y compromiso por el hoy y el mañana. Los que somos cristianos recordamos con agradecimiento las raíces cristianas que han configurado de manera importante la forma de ser y de actuar de nuestro pueblo, al tiempo que deseamos que la propuesta cristiana que ha configurado la dimensión religiosa y espiritual, la cultura, las fiestas, el patrimonio, el arte, la economía, la política … no sea menospreciada ni olvidada.
Si ha configurado el pasado y ha contribuido al presente, debe valorarse la fuerza profunda de que dispone capaz de humanizar la persona y la sociedad, del todo necesaria para fundamentar lasestructuras. Tan sencillo como reconocer que la huella cristiana no es del pasado, sino del presente, y que puede contribuir en gran medida al futuro.
Olvidar esta dimensión en los proyectos de presente y de futuro puede significar un empobrecimiento no sólo para los creyentes, sino para Cataluña. Desde esta convicción será necesario plantearse, reflexionar y acordar cómo se realiza institucionalmente esta mutua colaboración dirigida al bien común.
No obstante, pensando en Cataluña desde la propuesta de Jesús, deseo hacer notar que:
– Jesús, el Hijo de Dios, Nuestro Señor, se encarnó en un pueblo pequeño, asumió su lengua, sus costumbres, amó su tierra y a su gente… para convertirse precisamente en el Hombre Universal, el Salvador de todos. Amar la propia tierra no debe hacernos ni egoístas ni insolidarios, sino universales.
– Jesús era muy consciente de los valores y déficits de su pueblo. Denunciaba, cuando procedía, las actitudes prepotentes. Su lugar y atención estaba junto a los que más sufrían, ya fuera material o espiritualmente, al tiempo que invitaba y proponía aceptar su «novedad», la que él era. Es necesario convertirse y no quedarse con el «siempre se ha hecho así».
-Entre sus amigos y continuadores de su misión encontramos personas de todas las tendencias y militancias: empresarios, pescadores, revolucionarios o zelotes, colaboradores del poder… a todos los convoca a estar con él y enviarlos.
Había quienes deseaban que se adhiriera a algunas de las opciones políticas y religiosas más relevantes. Él rechaza encabezar opción alguna. Incluso, cuando se le pregunta si hay que estar a favor del César o no, responde recordando las prioridades: «Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
La cuestión es preguntarse qué es de Dios. De Dios son las personas, amadas por él hasta el ofrecimiento de la salvación, que es vida y humanización para todos; que es don o gracia para vivir como hijos en la verdad y la justicia, compromiso de cercanía o proximidad, como el Buen Samaritano.
La presencia de Dios en nuestra vida evita convertir en absoluto a nadie, a ninguna ideología o proyecto. Creer en Dios nos vacuna a no ocupar su lugar. Pero nada de lo humano nos es extraño, por lo que la Iglesia colabora en la construcción del bien común.
– Jesús optó por su pueblo, atento a todo lo que más necesitaban sus contemporáneos. Propone un cambio radical que debe empezar por el corazón de cada persona para llegar finalmente a las estructuras.
La actitud fundamental: el amor hasta el perdón es su distintivo y debe ser el de los suyos.
Recordemos la fuerza de la oración, porque Dios responde, quizás no como deseamos, pero ofreciéndonos lo que más necesitamos. Es a partir de estas premisas que cada uno de nosotros debe preguntarse: ¿qué puedo ofrecer a mi pueblo de Cataluña en este momento histórico?
Es la pregunta que me hago, y sugiero sea también la vuestra.
Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona
(RD/Ep)