Poneos al servicio y en medio de la comunidad, no delante o por encima...Que sea ella la que vaya por delante y os vaya aceptando al ritmo que vea
(Julio Pérez Pinillos).- La revista «Vallecas», de distribución gratuita en todo el barrio, me ha pedido un testimonio sencillo y personal sobre Alberto Iniesta. En el barrio se está iniciando un movimiento organizado para pedir la calle «Obispo Iniesta» en Vallecas, para que sus feligreses y conciudadanos podamos seguir saboreando su presencia. Seguro que nuestros actuales munícipes tomarán nota de este deseo popular. Desde aquí lo deseamos, pedimos y en ello colaboraremos.
Me emociona sentir con y comunicar sobre Alberto Iniesta obispo de Vallecas: desde Atocha hasta Estremera. ¡El único que hemos tenido con esa definición!…¡Qué suerte nos cupo! «El obispo más grande que he conocido«, según confesión confidencial y amigable de Pepe Rodier, sacerdote carismático -«no carrerista y con olor a oveja» al estilo del Papa Franciso- cura parisino y madrileño «periférico» en la Colonia Sandi de Vallecas durante diez años que tanto le permitieron hablar con Alberto.
Sobre todo transparentaba ser un gran creyente y un místico con los pies en la tierra y en las Instituciones tanto civiles como eclesiales. Vivió en medio de sus vallecanos, a los que apreciaba tanto como de ellos aprendía, «como si viera al Invisible» al estilo de Moisés, guía de la pequeña comunidad hebrea errante por el desierto hacia la » Nueva Tierra Prometida» (Hebreos, 11). Desde ahí y unido a los Movimientos-Comunidades de Iglesia-parroquias de barrio y asociaciones, con su cercanía, ternura y empatía para situarse de tú a tú con la gente buscadora, arriesgó para procurar una diócesis que se tomara en serio las conclusiones de la mayor Asamblea Eclesial del S. XX: El Concilio Vaticano II. No le resultó tarea fácil por razones tanto civiles como de la Iglesia, como puede percibirse en la semblanza para la que se me pide este testimonio, sobresaliendo como hitos significativos de este período tenso y sufriente alguna homilía reivindicativa, la prohibición de la «Asamblea de Vallecas», su «viaje» a Roma, y los encierros de curas y grupos-comunidades en el seminario y en Iglesias de Vallecas a favor de otro modo de entender la política social-ciudadana y eclesiástica más concordes con el Evangelio de Jesús y con el espíritu del Vaticano II.
Son dos testimonios vividos personalmente -por eso he aceptado la invitación de la revista- que quiero resaltar con sencillez y respeto en favor de la grandeza de este creyente Obispo, agradeciéndole la orientación evangélica y eclesial que refleja en ellos.
El primero tiene que ver con los curas obreros, aquellos curas que, renunciando a la paga del estado y procurando ganar su «modus vivendi» trabajando como el común de sus feligreses, optaron por ir a trabajar en las fábricas, hospitales, albañiles, pintores de brocha gorda, barrenderos, taxistas y otros servicios. No fuimos a «hacer una experiencia» pastoral sino a «quedarnos» y a vivir sencillamente la vida del trabajo manual -como opción mayoritaria- y a participar en la defensa de los derechos laborales por sentido social y evangélico convencidos de que, en aquel momento al menos, la primera palabra evangélica a decir era el silencio atento y el compartir las preocupaciones y anhelos mutuos, rutinarios muchas veces y profundos y apasionantes por su búsqueda de luz, otras. Y el mundo obrero nos aceptó, debilitándose la histórica ruptura Iglesia-Mundo obrero. Vallecas puede alegrarse de su apoyo y acogida a curas obreros de talante tan plural como Carlos Jiménez de Parga, Mariano Gamo, Enrique de Castro, Guillermo Nevado y Fernando Carracedo entre otros.
Fue Alberto Iniesta quien primero -junto a los obispos Osés, Casaldáliga y Castellanos– apoyó sin ambages y con decisión a los que nos tocó organizar el primer Encuentro Nacional de Curas Obreros Españoles» (1983): «La opción del cura obrero y todo lo que para la Iglesia representa debe ser preferencial para la jerarquía porque apunta la dirección de toda ella. Nos orienta». «Sois como los exploradores de la tierra prometida que nos anunciáis el lugar en el que Dios está preferentemente. La pregunta no es si hacer o no pastoral obrera, sino si hacer o no pastoral burguesa» (Al Congreso estatal de Curas obreros…) Alberto siempre tuvo tiempo para visitar a los curas obreros cuando estábamos «detenidos».
El segundo tiene que ver con el inicio de los Curas Casados al servicio de la comunidad, Movimiento mundial que viene defendiendo desde hace cuarenta años que lo más importante del cura no es ser casado o no, sino sobretodo que -casados o no- «sepan a Evangelio, se apasionen por el pueblo y la comunidad con la que viven y celebren la Palabra y la Eucaristía con hondo significado de Comunidad Evangélica» (así se recoge en su «Octavo Congreso Internacional», celebrado en Madrid en Octubre del año pasado con el tema general «Curas en unas comunidades adultas»).
Al comunicarle a Alberto mi compañera y yo -estábamos al inicio de este Movimiento, año 1976- nuestra decisión de casarnos y de continuar nuestra tarea pastoral y de cura, en mi caso -sin pedir la dispensa- al servicio de los grupos y comunidades que lo admitieran….., después de escucharnos con un gran cariño y respeto -como era costumbre en él, nos veíamos con cierta frecuencia- nos dijo lo siguiente:»Aunque seguramente yo no lo haría de esa manera y pediría la dispensa… El evangelio no me permite deciros que lo que vais a intentar no sea evangélico...» «Sabéis que puede ser un camino muy difícil y duro…Pensadlo bien, pero si os sentís invitados a iniciarlo… alguien puede intentar correctamente ese camino de Iglesia»… «Cuidad no romperos en el camino..» «.Poneos al servicio y en medio de la comunidad, no delante o por encima…Que sea ella la que vaya por delante y os vaya aceptando al ritmo que vea…» «Cuando nos veamos en adelante, sea para hablar de cómo vivimos el Evangelio vosotros y yo»
Así nos despedimos Alberto y yo: El pasado día tres de Octubre mi esposa y mi hija fueron enviadas por el Arciprestazgo del que formamos parte («San Pablo», de Vallecas) a visitar a Iniesta en Albacete y pedirle un mensaje de aliento y de apoyo al «cincuenta aniversario» del nacimiento de las cinco parroquias de este arciprestazgo en el que él tanto trabajó. Yo quise enviarle un saludo cariñoso recordándole agradecidamente parte de la conversación que he reflejado arriba en el segundo testimonio relacionado con el inicio de los curas casados. A los tres días -justo tres meses antes de morir– recibo esta carta entrañable que guardo como oro en paño, como entrañable despedida del profeta amigo:
Querido Julio, no me acuerdo de todos los detalles de aquella conversación de hace mas de veinte años. Solo de una cosa, que yo te aconsejaba pedir la secularización antes de casarte.
Que al final no lo hicieras, ni me impidió entonces ni ahora quererte como un buen amigo y hermano en la Iglesia, mi me obliga a juzgarte, cosa que solo pertenece a Dios, ni me impide en modo alguno estar abierto al futuro dentro de la Iglesia de la historia.
Un fuerte abrazo, con el mayor afecto de tu hermano en la Iglesia,
Alberto Iniesta. Albacete, 6 de Octubre 2015.
«Los profetas nos siguen alentando después de su muerte», nos recuerda otro profeta vallecano -ya con calle «dedicada» en Vallecas-muerto hace cinco años: Julio Lois.