"Un santo del siglo XI para el siglo XXI"

Isidro Labrador, un santo ecologista

Fue elevado a los altares junto a Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y Felipe Neri

Isidro Labrador, un santo ecologista
San Isidro

Cuidando el aire que respiramos, tan viciado a veces en nuestro Madrid; manteniendo limpias nuestras fuentes de agua, ríos y mares; conservando la flora de nuestros pueblos y amando y acogiendo a los hombres y a las mujeres más vulnerables

(Antonio Aradillas).- Mientras que hay santos que no llegarán canónicamente a serlo, ni por tanto, a «ascender al honor de los altares», por faltarles uno o más «milagros» de los establecidos por los dicasterios romanos, hay otros a quienes les sobran en abundancia y con el reconocimiento unánime del pueblo de Dios. Y es que, como en tantas otras circunstancias de la vida, también eclesiástica, los «milagros y las «milagrerías» están mal repartidas.

Tal es el caso de san Isidro Labrador, patrono celestial de Madrid, y uno de los santos- santos más milagrosos del calendario sagrado, vigente por los pueblos y ciudades de España, con mención sacrosanta para el medio rural, santo y sacrificado por naturaleza y por compasión. Por si algo faltara, los principales hagiógrafos del madrileño fueron nada menos que «Juan el Diácono» y nuestros clásicos Lope de Vega, Calderón de la Barca y Miguel de Cervantes. En tiempos recientes, lo fue nuestra ínclita y popularmente recordada, la bendita Gloria Fuertes.

De la antología de milagros que vive y conserva la tradición isidril, destacan los capítulos de su «leyenda áurea», con los títulos de la extracción de pozo de su hijo Iván, los bueyes arando, los pájaros a punto de morir por falta de alimento, el borrico y el lobo, la milagrosa fuente de su ermita, la vuelta a la vida de la hija de su patrón Iván de Vargas, la olla de su casa, siempre llena para los pobres, el reparto de la Cofradía, su reconversión espontánea en el «pastor de las Navas de Tolosa», que facilitó la derrota de los ejércitos sarracenos, por el rey Alfonso VIII, a cuyo acontecimiento de dimensión internacional en la Cristiandad, le dedica el Canto VI de su «El Isidro», Lope de Vega: » Ya me parece que siento/ en la jornada milagrosa/ de las Navas de Tolosa/ y a Isidro en su vencimiento/ con parte maravillosa».

 

 

Gloria Fuertes, en sus «Aleluyas «, poetiza su «vida y milagros» de esta manera: «A san Isidro yo canto/ que era pobre y era santo./ Fue por los días mejores /, el campo vestía fe flores. /Debía ser la primavera,/ crecía la sementera./ San Isidro Labrador, /sale al campo antes que el sol»/ ¡Bajan ángeles veloces/ con herramientas y hoces/, y se ponen a segar/ la cebada del lugar¡ / Vuelve a moverse el arado/ por los ángeles guiado./ Los bueyes en movimiento/ daban muestras de contento./ El milagro sucedió/ a los pies del Labrador».

En la historia de España, y como «Gran día de la Iglesia», fue considerada la fecha del 12 de marzo de 1622, al ser elevado a los altares, por el papa Gregorio XV, el santo patrono de Madrid, junto con Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y el italiano Felipe Neri.

Lope de Vega, cronista poeta de la época, de esta lisa y espectacular manera, narra y comenta los hechos: «¿Cuando pensaron los siglos/ que cuatro santos tuviera/ la Iglesia en su libro escritos/, como los que hoy se celebran?…/Cuatro los santos/ que hoy nuestra España celebra».

Feligrés de la parroquia de san Andrés, junto a la Puerta de Moros, nacido posiblemente el año 1082, de Isidro se dice con objetividad y firmeza que es «el santo del siglo XI, y a la vez del siglo XXI». Y lo es de modo santamente activo y ecologista, por haber cuidado como obra creadora y creada por Dios, a la que hay que valorar en todas sus manifestaciones : Cuidando el aire que respiramos, tan viciado a veces en nuestro Madrid; manteniendo limpias nuestras fuentes de agua, ríos y mares; conservando la flora de nuestros pueblos y amando y acogiendo a los hombres y a las mujeres más vulnerables de nuestra sociedad, que son los protagonistas, destinatarios y a la vez, usufructuarios y administradores de la creación.

En la iconografía del santo madrileño, como agricultor y hombre de campo, se le suele presentar con traje al estilo de los labriegos de Castilla, con chaqueta y calzón corto, siempre con barbas y cabello largo. A su lado, se presenta a veces, su esposa -María Toribia – con el tiempo, «santa María de la Cabeza», nacida en Uceda, con un huso de liar en una mano, y en la otra, una lámpara de aceite.

Estos y otros más detalles y circunstancias es posible hallarlos en el reciente libro -Isidro Labrador, con sus 128 páginas, cuyo autor es Manuel Crespo Ortega, editado por «San Pablo», en su colección «Retratos de bolsillo».

El punto y aparte festivo lo coloca su devoto cronista Lope de Vega, de tan poética traza, con estos versos famosos: «Nació en Madrid finalmente/ nuestro labrador divino/, y aunque acá villano vino,/ volvió ilustre y excelente/ al trono del Uno y Trino».

Para todos los madrileños, de nacencia o de adopción, durante estos días, y siempre, ¡Felicidades, «Isidros»¡

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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