O dejamos que el Espíritu entre en nosotros o no se hará el cambio de la Iglesia. Todos tenemos que ponernos en actitud de caminar. Salgamos sin miedo a ver qué nos pide Dios
(Diócesis de Coria-Cáceres).- El cardenal Omella abrió el X Congreso Teológico Pastoral en el Seminario Diocesano en Cáceres con una ponencia sobre «Una Iglesia en salida se traduce en una Iglesia evangelizadora», en la tarde del viernes 8 de junio.
El arzobispo de Barcelona, un hombre con gran humor, agradeció la acogida. «Felicidades por el Sínodo, el buen camino de una Iglesia que camina junta, y que predican los jesuitas: el discernimiento. A continuar así», añadió el prelado.
El cardenal Omella recordó que Jesús compartió nuestra condición humana y Dios todo lo ha hecho porque nos ama. «Esto es lo que celebramos hoy (Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús). No seremos Iglesia en salida si no hemos entendido el Amor de Dios. No se trata de hacer modernidades, sino de una conversión del corazón». También quiso felicitar a todos. «El trabajo que hacéis es mucho y lo hacéis por el amor al Señor», añadía el arzobispo de Barcelona.
El cardenal Juan José Omella destacó que no hay que buscar ser muchos. «Con 12 personas, pero sin tantos medios, abriendo el corazón a la fuerza del Espíritu, hicieron una gran revolución en el mundo y aquí estamos. O dejamos que el Espíritu entre en nosotros o no se hará el cambio de la Iglesia. Todos tenemos que ponernos en actitud de caminar. Salgamos sin miedo a ver qué nos pide Dios».
Tenemos que salir, desde la parroquia
El prelado explicó que el trampolín del que tenemos para salir al mundo es la parroquia. «Nosotros crecemos y compartimos nuestra fe en una parroquia. Una estructura familiar, cercana, en el mundo de hoy. La parroquia sigue siendo un lugar de evangelización. El papa nos anuncia en Evangelii Gaudium, n. 28, que la parroquia es insustituible. No es una estructura caduca, requiere creatividad misionera. Seamos creativos, no repetitivos«. Además, la parroquia es comunidad de comunidades. «Todos se encuentran y comparten la fe. Todos los estilos tienen cabida», añadía Omella, quien destacó que debe ser una parroquia no aislada, abierta al entorno y que tengan cabida incluso los que no creen en Dios. Hizo una llamada a la revisión y la renovación de las parroquias para que sean fuentes de participación.
El cardenal Omella y el obispo Francisco Cerro
Cómo nos renovamos, cómo avanzamos
«La gran renovación no es solo hacer programas pastorales, sino renovarnos nosotros», sentenciaba el prelado que rechazaba las «añoranzas» del pasado. «Aquí nos ha puesto Señor y aquí es donde tenemos que evangelizar». La sociedad tiene el anhelo de un mundo más humano. «Cuando hablas a la gente al corazón, como la samaritana, ellos te abren el suyo. Hoy más que nunca la Iglesia tiene que ser lugar de acogida y escucha«.
Recordó que si valoramos el tesoro de la fe, hay que seguir difundiéndolo. «Si crees que Jesucristo ha dado sentido a tu vida, debes difundirlo, y segundo, mira positivamente a la gente, esa mirada positiva la tiene que tener todo apóstol. Lo que hay que hacer es anunciar a una persona que Dios la quiere, y para hacerlo primero te lo tienes que creer tú. A esa persona que es tu hijo, tu nieto, que no va a misa, no ha bautizado a sus hijos… los quiere Dios más que tú. Tú quiéreles y Dios ya se encargará de lo demás…».
Prioridades de la parroquia, principios pastorales
Las opciones de fondo principales son: Jesucristo en el centro de la parroquia y de tu vida. «Tenemos que estudiar el Evangelio, a veces no hablamos de Dios. Con tres claves: evangelización, acción social y Palabra de Dios». «La parroquia tiene que dinamizar el barrio y participar en las acciones de la sociedad sin avergonzarnos de nuestra propuesta cristiana. Hay cosas que no me gustan y no van con el Evangelio, pero no podemos estar todo el día renegando», añadió. «Con una misión ad gentes, hacia los que no creen. Para algunos el mensaje de Jesús es oxígeno«.
Lo importante no son las estructuras.
Mensaje a cada uno: fuerza misionera
«¿Qué nos pasa que hemos perdido la fuerza misionera?», se plantea el cardenal, que recomendó releer a San Mateo, capítulos del 11 al 13. «Ahí nos habla de cómo tenemos que ser apóstol hoy, cómo ser Iglesia en salida. Ahí el ejemplo del mejor evangelizador: Jesús. No tires la toalla, porque la llevas cogida desde el bautismo, para limpiarte el sudor y para lavar los pies del hermano. El evangelio nos muestra a Jesús fracasando. Y ¿cuál es la espiritualidad, la columna vertebral que nos tiene que sostener como apóstoles? Lo tenemos en el Capítulo 13 de San Mateo, las parábolas del Reino».
Parábola del Sembrador. «Un apóstol tiene que ser realista, todo lo que hace no va a dar el ciento por uno. Es la parábola del realismo. De todo el grano repartido, muy poquito da fruto. Apóstoles de Extremadura, os toca sembrar, no recoger. Las cuentas son de siembra, no de resultados».
Después, la parábola del trigo y la cizaña. «Lo que siembran crece entre el bien y el mal, ustedes también tienen cosas buenas y malas. Y Dios te quiere, eres su hijo amado. Si tú te confiesas y Dios te quiere, ¡cómo no vas a querer a tus vecinos o a tus hijos! Dios al final juzgará, no lo hagas tú. Palabra clave: misericordia».
El grano de mostaza. «Pequeñito, pequeñito… así crece el Reino de Dios, no a nuestro ritmo. Y así 21 siglos. Una semilla que crece y no acaba de ser el árbol grande. Tenemos que tener confianza en que el Señor actúa».
Y por último la parábola del tesoro. «Esto es lo que dará fruto, apóstoles que se juegan todo por este camino. Si vamos por ahí la Iglesia seguirá siendo luz y esperanza, para los hombres seremos Iglesia misionera. Y nada de personalismos, cada uno da un color, todos somos un arcoíris. Encontrarnos y escucharnos y que la Iglesia sea signo de esperanza para el mundo de hoy».
X Congreso Teológico Pastoral de Cáceres