Los Reyes acuden al funeral en Manacor, presidido por el obispo de Mallorca

Sebastiá Taltavull: «No estamos acostumbrados a ver llorar todo un pueblo»

El prelado, "aún conmocionado", destaca la actitud "admirable y ejemplar" de la ciudadanía

Sebastiá Taltavull: "No estamos acostumbrados a ver llorar todo un pueblo"
Los Reyes acuden al funeral en Manacor, presidido por el obispo de Mallorca Agencias

Se nos ha contagiado el dolor de unas familias que lo han perdido todo, comenzando por quienes han perdido el padre, la madre, el marido, la esposa, el hijo, la hija, un vecino, un compañero de trabajo y de tertulia, la casa

(Jesús Bastante).- «No estamos acostumbrados a ver llorar todo un pueblo«. El obispo de Mallorca, Sebastiá Taltavull, presidió una emotiva misa funeral en memoria de las 13 víctimas (entre ellos, el pequeño Arthur, cuyo cuerpo ha sido encontrado hace pocas horas) y los miles de afectados por las inundaciones en el Levante mallorquín.

El funeral tuvo lugar en la parroquia de Ntra. Sra. dels Dolors de Manacor, y contó con la presencia de los Reyes, así como de la presidenta de Baleares, Francina Armengol; la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo; los alcaldes de las localidades afectadas; y políticos como Dolors Montserrat o Albert Rivera.

En su homilía, el prelado se mostró «aún conmocionado» por la catástrofe acaecida hace ahora una semana. Y con el corazón encogido tras el hallazgo, hoy, del pequeño Arthur. «Una catástrofe inesperada que ha hecho plantear muchas preguntas», que «salen del corazón». Un ¿por qué? que «al instante se ha convertido en una acción inmediata de trabajo y esfuerzo solidario por parte de todos».

«No estamos acostumbrados a ver llorar todo un pueblo», clamó el obispo, visiblemente emocionado. «Se nos ha contagiado el dolor de unas familias que lo han perdido todo, comenzando por quienes han perdido el padre, la madre, el marido, la esposa, el hijo, la hija, un vecino, un compañero de trabajo y de tertulia, la casa, el medio de transporte, el comercio y medios para el trabajo, todo aquello que constituye lo necesario para la subsistencia y el gozo de vivir».

 

 

 

Pese a la tristeza, Taltavull resaltó «el milagro de la solidaridad, la ayuda incondicional, la preocupación por los demás, con elocuentes y valientes gestos» de la ciudadanía, que desd eel primer momento «ha revelado la valiosa categoría humana «.

«Así, hemos visto así como una madre salvaba a su hija, mientras ella exponía su vida y era arrastrada por la fuerza imparable de la riada», subrayó. «Esta madre representa el amor de todos«, dijo, recordando a la madre de Arthur.

«Son momentos imposibles de describir, lo saben más que nadie quienes lo han vivido en primera persona y se han visto impotentes observando como la destrucción iba avanzando llevándoselo todo por delante»,apuntó, recordando su visita, el primer día, a Sant Llorenc. «Percibí como nunca lo que es un sufrimiento colectivo, pero soportado a la vez con una actitud admirable y ejemplar».

«Han sido momentos de compañía, de mucha emoción, de silencio, de oración», apuntó, como «respuesta al enigma» que «ha durado hasta hoy de no haber encontrado al niño desaparecido, el pequeño Arthur. Con él, también el mundo de los niños ha entrado en escena y, por ello, también necesitan mucha ayuda».

 

 

 

 

El prelado reconoció «la entereza y el testimonio que nos están dando estas familias», como también «los innumerables profesionales y voluntarios». «Son tantos los héroes anónimos a los que hemos de reconocer que, gracias a ellos y a ellas, muchos se han salvado, especialmente persones impedidas y ancianas».

«No dejemos de estar a su lado. No son ideas, son hechos los que hacen falta. Todo aquello que nos dicta nuestra conciencia solidaria para ayudar a los demás y dejar de pensar en uno mismo», apuntó Taltavull, recalcando que «a la tristeza, al dolor, al duelo, a la separación de las persones que amamos, los que creemos en Jesús le ponemos el consuelo de una esperanza que no defrauda».

«Éste es nuestro compromiso de cada día: sembrar y hacer florecer brotes de esperanza, nuevos brotes de vida. Por eso, hemos de poder decir que la muerte no es una luz que desaparece, sino una lámpara que se apaga cuando nace la luz del nuevo día», concluyó, apuntando que «esta semana se ha comentado mucho que está siendo impresionante y numerosa la respuesta colectiva de ayuda solidaria que llega para ir normalizando una situación tan alterada».

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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