"La continuidad que quiero conjuga tradición y apertura a lo nuevo, y, por tanto, conservación y cambio"
(Lucía Tornero, Comillas).- Julio Luis Martínez Martínez, SJ, ha asumido el cargo de Rector de la Universidad Pontificia Comillas, que durante los últimos nueve años ha desempeñado José Ramón Busto, SJ, en el transcurso de un acto celebrado en el Aula Magna de la institución. Presidió la ceremonia el Vice Gran Canciller de la universidad y Provincial de Castilla de la Compañía de Jesús, Juan Antonio Guerrero Alves, SJ, acompañado del Nuncio Apostólico en España, Renzo Fratini.
Asistieron al acto el Provincial de España de la Compañía de Jesús, Francisco José Ruiz Pérez, SJ; el Director General de Política Universitaria del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Federico Morán; el Presidente del Centro Superior de Investigaciones Científicas, Emilio Lora-Tamayo; el Director General de Unijes, Jesús María Eguíluz; el Presidente de la Fundación Universitaria Comillas-ICAI, Ignacio Bayón; SJ; el Rector de Deusto, Jaime Oraá; el Rector de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), José Andrés Sánchez Pedroche; el Rector de la Universidad Camilo José Cela, Rafael Cortés-Elvira, y el ex Rector de la Universidad Católica de Uruguay, Antonio Ocaña, SJ, entre otras personalidades.
La Secretaria General de la universidad, Clara Martínez, leyó el nombramiento del nuevo Rector, firmado por el Superior General de la Compañía de Jesús y Gran Canciller de dicha universidad, Adolfo Nicolás Pachón, SJ, con la confirmación de la Santa Sede. Julio Martínez es profesor ordinario de Teología Moral en la Facultad de Teología y de Filosofía Social y Política en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, de la universidad y, en los últimos tres años, ha sido Vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación de Comillas.
A continuación, tomó la palabra el Rector saliente. «Podemos leer en el libro de Job que ‘el hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero… que corren más que la lanzadera’ (cf. Job 7,1.6). Mi primer sentimiento al producirse mi relevo en el rectorado de la universidad coincide con esta vivencia de Job», comenzó diciendo el profesor Busto en su discurso de despedida.
José Ramón Busto: «Durante este tiempo he sido feliz»
«En primer lugar, porque estos nueve años bien cumplidos, durante los que he desempeñado el cargo de Rector, se me han pasado muy rápidamente, han discurrido más veloces que la lanzadera de Job. Durante este tiempo he sido feliz, creo que porque la felicidad se genera de dentro para afuera y no de fuera para adentro. A sentirme feliz ha contribuido sin duda el hecho de que he vivido este tiempo convencido de que desempeñaba un servicio -que me encomendó en su día la Compañía de Jesús-, a la universidad, a la misión de la Compañía, a la Iglesia y a la sociedad».
«Aun no siendo momento para hacer balance, sí necesito echar la vista atrás, siquiera un momento, para dar gracias y para pedir perdón», agregó Busto, quien tras dar las gracias a Dios, las dio también «a un sinnúmero de personas que me han ayudado y han colaborado en la tarea».
Señaló Busto que desde el principio de su rectorado se propuso «que todas y cada una de mis decisiones y actuaciones fueran tales que pudieran publicarse en el periódico del día siguiente o contarse en el telediario de la tarde. Creo que lo he cumplido siempre. Pero quiero pedir perdón por si alguien se ha sentido ofendido, preterido o maltratado«, y añadió que «en todo caso, debo pedir perdón por las ocasiones perdidas, por no haber tenido todas las iniciativas posibles o convenientes y por aquellas veces en que me haya faltado impulso, ánimo o generosidad».
A su sucesor le deseo los mejores éxitos al frente de la universidad. «Cualquier éxito del Rector -dijo- será un éxito para la universidad. A partir del próximo curso, concluyó, «volveré a mis ocupaciones académicas en la Facultad de Teología donde todos los miembros de la comunidad universitaria podéis encontrar un amigo para todo aquello en que os pueda servir y esté en mi mano«.
Julio Martínez: Responsabilidad e ilusión
«Para mí la responsabilidad de este momento supone ciertamente una carga no ligera, pero que no me paraliza, pues siento que la responsabilidad viene firmemente respaldada por la ilusión ante la tarea, y confortada por auténtico agradecimiento y humildad», comenzó su intervención Julio Martínez.
Agregó que «quizás lo más importante que quiero hacer en este discurso es expresar un agradecimiento afectuoso hacia el padre José Ramón Busto que ha regido Comillas durante más de nueve años con inteligencia, integridad y entrega, en una síntesis ciertamente muy excepcional que adorna a poquísimos seres humanos. Ha sido un magnífico Rector que ha hecho verdad la fórmula del tratamiento oficial, porque ha sido un buen capitán que día tras día ha estado al timón, con una generosidad y disponibilidad inquebrantables».
Tras destacar que en los años precedentes ha habido buen gobierno de la universidad, agregó que «por eso me prepongo mantener la estrategia que en estos años hemos seguido y en la que yo mismo he participado muy directamente. Pero continuidad no significa inmovilismo, mimetismo o fijación; la continuidad que quiero conjuga tradición y apertura a lo nuevo, y, por tanto, conservación y cambio».
Al referirse al futuro inmediato y repasar las tareas que habrá que afrontar, Martínez llamó a cultivar una cultura de la austeridad y del buen uso de los medios. «Tenemos que esmerarnos por preservar el prestigio y la calidad de nuestros estudios y todo aquello que lleva a la gente a elegirnos».
En el campo de la investigación aseguró que podemos fomentar la interacción entre la investigación aplicada y el pensamiento sobre los fundamentos de las realidades humanas, alimentando redes interdisciplinares donde no falten la investigación teológica y filosófica. Debemos, prosiguió, abordar las cuestiones de la familia, los menores, las migraciones, el desarrollo, la energía, la exclusión social, la empresa, la educación o la sostenibilidad, desde el rigor de cada perspectiva científica que realmente cultivamos y facilitando el diálogo entre ellas.
Aludió de forma expresa al proyecto de campus de excelencia internacional Aristós Campus Mundus, creado conjuntamente con las universidades de Deusto y Ramon Llull, en relación preferente con las norteamericanas de Georgetown, Boston College y Fordham, y subrayó que forma parte de la agenda de Comillas poner parte de su esfuerzo en hacer que dé buenos frutos en docencia, investigación y responsabilidad social.
«Formar solo profesionales competentes que consigan buenos empleos, siendo importante, es claramente insuficiente. Es necesaria la integración de distintas dimensiones de la persona y de la vida humana: la ciencia y la fe, la reflexión y la acción, el saber y los valores. Debemos distinguirnos por una oferta de formación científica y profesional, que cuide las dimensiones espiritual, moral y social. Todos los que trabajamos en la universidad tenemos nuestra parte de responsabilidad en esa formación integral, por eso nadie puede sentirse o situarse al margen de la identidad y la misión de la universidad. Seguiremos poniendo medios para el cultivo identitario; espero contar la receptividad e implicación de todos en ello», finalizó el nuevo Rector.
El Vice-Gran Canciller comenzó su alocución dando las gracias al Rector saliente por su servicio y el legado que deja a su sucesor. Destacó «tres buenas herencias»: una universidad saneada y ordenada; la adaptación de los planes de estudios al Espacio Europeo de Educación Superior y la superación de los procesos de calidad y acreditación, y la ampliación del campus de Cantoblanco.
Se refirió también al nuevo Rector, subrayando su integridad y prudencia, señaladas por el General de la Compañía en su nombramiento. Le agradeció «su disponibilidad para posponer todos sus proyectos personales y académico y asumir esta misión de servicio a la universidad, que lo es también a la Iglesia y a la sociedad».
El Nuncio dedicó también unas palabras al nuevo Rector y a su antecesor en el cargo. El padre Busto, dijo, ha cumplido su misión y este es el momento de manifestarle un merecido reconocimiento. «Debe sentir profunda satisfacción por su servicio a la Iglesia y a la sociedad española«, afirmó.
De Martínez, alabó su meritorio currículo y su buen servicio como profesor. Como nuevo Rector, le deseo que, con la ayuda de todos, pueda llevar a cabo su misión, manteniendo el reconocimiento social del centro. Monseñor Fratini destacó la importancia que tienen los estudiantes para el éxito de esta tarea, y aseguró que los alumnos deben ser capaces de dar sentido a su formación técnica mirando al bien común.
Discurso completo del nuevo rector de Comillas
Exmo. y Rvdmo. Sr. Nuncio Apostólico, R.P. Vicegrancanciller, R.P. Provincial de España, Director General de Política Universitaria, Querido Rector Busto, Rector de la Universidad de Deusto, Rector de la Universidad Camilo José Cela, Rector de la Universidad a Distancia de Madrid, Presidente del CSIC, Presidente y Miembros del Patronato y Fundación de la Universidad Pontificia Comillas, Autoridades Académicas, Presidentes y Miembros de las Asociaciones de Antiguos Alumnos, Queridos Profesores, Investigadores, Alumnos y Personal de Administración y Servicios, Antiguos Alumno, Señoras y Señores. Amigos Todos.
Al largo camino que pacientemente hemos recorrido hasta mi nombramiento de Rector, le debo, al menos, el haber dispuesto de tiempo abundante para percatarme de la responsabilidad de regir esta centenaria institución que es Comillas. También me ha servido para darme cuenta de que mucha gente está cordialmente interesada por lo que nos pasa.
Para mí la responsabilidad de este momento supone ciertamente una carga no ligera, pero que no me paraliza, pues siento que la responsabilidad viene firmemente respaldada por la ilusión ante la tarea, y confortada por auténtico agradecimiento y humildad. Es mucha la confianza que la Compañía de Jesús y la comunidad universitaria comillense depositan sobre mí como para no sentirme agradecido y humilde. Como un mantra benéfico me viene acompañando una frase de la Carta a los Hebreos: «Una nube ingente de testigos nos rodea: corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús». Ahí encuentro una clave certera de cuál es mi fundamento y con qué actitud proceder en esta hora.
Les aseguro que asumo el rectorado lleno de responsabilidad ilusionada y realista, asentada en el conocimiento que tengo de nuestra casa comillense. Lo asumo consciente de mis límites y también de mis fortalezas para el cargo, así como de las renuncias que me esperan. Es una autoconciencia ganada pacientemente a lo largo de los años y de las distintas misiones que se me han confiado; una autoconciencia que está radicalmente vinculada al amor de Dios sobre mi persona y su llamada a servirle.
Lo asumo con decisión y con deseos de que vayamos respondiendo, en la medida de nuestras posibilidades, a los urgentes desafíos de la incierta y apasionante época que estamos viviendo: el mundo es nuestro hogar y, aunque sea complicado vivir en él, no podemos ponernos a la defensiva. Aunque el momento no esté para muchas alegrías, podemos y debemos renovar nuestra respuesta libre y generosa, siendo flexibles, abiertos a nuevas ideas, métodos y propuestas, evaluando lúcidamente lo que hacemos, y no sucumbiendo a los miedos. Sabemos que Comillas ha ido adaptándose para dar un servicio a la Iglesia y a la sociedad española; apoyándonos en la tradición podemos apostar por la innovación y animar a los que con rigor y seriedad busquen la mejor forma de contribuir positivamente a la sociedad.
También asumo el rectorado como misión compartida con muchos que sentís y queréis a Comillas no menos de lo que la siento y quiero yo. Me refiero a laicos y a jesuitas que compartimos misión. Creo en la capacidad y la bondad de las personas a las que como Rector se me encarga liderar. He tenido la suerte de tratar a muchos en nuestras facultades, institutos, cátedras y servicios. Sobre todo estos tres últimos años como Vicerrector han resultado especialmente útiles para adentrarme en los entresijos de nuestra institución y ver la entrega cotidiana de mucha gente que desempeña su trabajo siendo fiel en lo pequeño y no contentándose con la mediocridad. Veo crucial para el futuro que todos nos esforcemos en hacer bien lo que tenemos que hacer, desde los que atienden la recepción o se ocupan de que las aulas estén listas hasta los que dedican sus días a elevadas investigaciones. No hay aquí trabajadores superfluos o prescindibles. Sé que un pequeño grupo directivo por preparado que esté, sin el concurso de los grandes deseos y del compromiso de todos los que formamos la empresa no vale nada. Os digo que nadie, por bien que haga su labor, debería creer que ya no tiene nada que mejorar. Somos un gran grupo humano con todas las condiciones para seguir construyendo una importante obra universitaria, e ir cada día a más en valor, calidad y servicio, según el magis ignaciano. En el buen desempeño de cada uno nos jugamos que el valor de la excelencia no sea sólo una marca sino una realidad viva y de aspiración continua.
Asumo el cargo con profundo agradecimiento: Gratitud que expreso hacia todos los que me han mostrado su afecto y apoyo. Unos estáis aquí y otros se encuentran a miles de kilómetros pero también son muy importantes. Sé que las felicitaciones van dirigidas tanto a mi humilde persona y como a la institución. He vuelto a comprobar que tenemos muchos y muy buenos amigos, y eso da alegría y seguridad.
El agradecimiento es también para la Compañía de Jesús que se fía de mí para esta misión de gobernar Comillas y se ha fiado ya durante casi treinta años que han pasado desde que entré en el noviciado de Valladolid. Agradezco al P. General de la Compañía de Jesús y Gran Canciller de nuestra universidad, que me ha nombrado y también al P. Juan Antonio Guerrero, Vice Gran Canciller, que le representa y como Provincial de Castilla es mi superior religioso y de todos los jesuitas que trabajamos en Comillas. También hago extensiva mi gratitud al Provincial de España, del que previsiblemente pronto pasará a depender jesuíticamente nuestra universidad, en la nueva etapa que va a emprender UNIJES. Hoy renuevo públicamente la voluntad de Comillas de ser colaboradora leal en el nuevo Proyecto Apostólico del Sector Universitario de la Compañía de Jesús en España. Permítanme que extienda las gracias a mis compañeros jesuitas. Sin ellos yo no podría estar hoy aquí, como tampoco podría sin el amor entrañable e incondicional de mi familia, que hoy ha querido acompañarme.
Quizás lo más importante que quiero hacer en este discurso es expresar un agradecimiento afectuoso hacia el P. José Ramón Busto que ha regido Comillas durante más de nueve años con inteligencia, integridad y entrega, en una síntesis ciertamente muy excepcional que adorna a poquísimos seres humanos. Ha sido un magnífico Rector que ha hecho verdad la fórmula del tratamiento oficial, porque ha sido un buen capitán que día tras día ha estado al timón, con una generosidad y disponibilidad inquebrantables. San Ignacio tenía bien claro que el jesuita formado había de ser un hombre abnegado, que vive en una tensión agradecida al Señor saliendo de su propio amor, querer e interés y no buscando glorias mundanas, sino «la corona de gloria que no se marchita», según la certera expresión de la primera carta de Pedro. Cuántas veces al ver la cantidad de cosas que le tocaba hacer al Rector Busto me he dicho a mí mismo: eso es ser un hombre abnegado. Nunca ha rehuido la responsabilidad y la toma de decisiones.
Nos ha inspirado con sus reflexiones en cada discurso, y ha pronunciado muchos estos años, y nos ha animado con la coherencia entre su vida y sus palabras.
Yo le estoy inmensamente agradecido, por todo lo que de él he recibido y aprendido, por su combinación entre universitario y jesuita, y también por su amistad muy probada. Aunque para ser Rector no hay máster ni escuela, creo que yo sí he tenido un gran maestro, que, además, va a estar disponible para lo que le pueda necesitar.
Si como ven mi agradecimiento personal es enorme, desde luego hoy he de ser fiel portavoz de todos los que formamos la comunidad universitaria de Comillas al expresarle la gratitud más sincera de los profesores e investigadores, del personal de administración y servicios, de los alumnos y de tantos amigos de Comillas. Afortunadamente el Rector Busto no deja la universidad; seguiremos contando con él en plena actividad como profesor de Biblia en la Facultad de Teología. Sus alumnos ganan un excepcional profesor al que trabajo no le va a faltar.
Se me encomienda hoy la dirección de una universidad en buena forma, pero también en un entorno difícil donde no faltan nubes amenazantes por la turbulenta situación en que llevamos varios años inmersos. Van llegando cada vez más señales de que la crisis está afectando de lleno a la universidad española justo cuando se pertrechaba para hacer el viaje hacia la excelencia internacional. Con sinceridad yo creo que Comillas no necesita ninguna terapia urgente, ni precisa golpes de timón que reconduzcan el rumbo. Estos años precedentes ha habido buen gobierno y eso se nota. Por eso me prepongo mantener la estrategia que en estos años hemos seguido y en la que yo mismo he participado muy directamente. Pero continuidad no significa inmovilismo, mimetismo, ni fijación; la continuidad que quiero conjuga tradición y apertura a lo nuevo, y, por tanto, conservación y cambio. En ese sentido, comenzaré presentando a la Junta de Gobierno, en el plazo aproximado de un mes, los nombres de los futuros vicerrectores y ya desde hoy anuncio que llevaré a cabo una reconfiguración de los cometidos de los vicerrectorados para responder a algunos de los desafíos que a continuación enunciaré.
Al día de hoy tenemos unas cuentas saneadas y hemos acometido la construcción de un edificio en Cantoblanco que en verano estará terminado, a fin de dotar de óptimas instalaciones y unificar la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales y de mejorar considerablemente la biblioteca. La apuesta por Cantoblanco constituye, a mi juicio, una buena decisión. Es cierto que en los próximos años tendremos que acometer su pago, pero si no hay sobresaltos extraordinarios lo tenemos bien encauzado. En todo caso, quiero llamar a cultivar una cultura de la austeridad y del buen uso de los medios, conscientes de que nuestros recursos son limitados y de que pueden serlo aún más. La situación de incertidumbre y el panorama económico actual de casi todos los agentes económicos no invitan al optimismo en un futuro próximo. Tenemos que esmerarnos por preservar el prestigio y la calidad de nuestros estudios y todo aquello que lleva a la gente a elegirnos.
Por lo que respecta a las titulaciones de grado, la mayor parte de ellas están funcionando muy bien o bastante bien. Hemos implantado aquellos en que éramos expertos, inaugurando pocos nuevos en campos a los que no podíamos renunciar. Con todo, es muy importante evaluar con mucho detalle cada grado y ver en qué podemos mejorar para que siga atrayendo alumnos y dotándoles de una formación que les permita la competencia humana y profesional en el mundo globalizado. Los cien años celebrados ya por ICAI, los cincuenta de ICADE el curso pasado y los cincuenta de la Escuela de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios que estamos celebrando nos tienen que espolear a innovar, sin aventuras pero sin miedos. No podemos pararnos complacientemente, porque pararnos en el camino es retroceder.
En el postgrado, hemos sobrepasado los 30 másteres oficiales y contamos con medio centenar si añadimos los propios, cada uno de ellos pensado en su viabilidad o en su necesidad, aunque en algún caso fue el marco legal el que nos los exigió. Hablo, por ejemplo, de los másteres de investigación cuyo objetivo se ha visto modificado por el Real Decreto de Doctorado de 2011. Quizás alguno haya de ser reenfocado o incluso eliminado, pero la mayoría deberían ser viables y esperamos que sean bien aceptados y respondan a demandas profesiones y académicas.
En la investigación llevamos una política de consolidación y fortalecimiento de institutos, cátedras y grupos, apostando por unir fuerzas donde ya somos fuertes o donde, por nuestra identidad y misión de universidad católica y jesuítica, no podemos dejar de estar. Está hecha la selección de focos en los que hacemos o podemos hacer importantes contribuciones científicas y que, además, son materias de especial servicio social. Necesitamos eficiencia en la comunicación de los resultados en las revistas de más impacto, sin obsesionarnos con la métrica objetiva, pero teniéndola muy en cuenta.
La nueva configuración del doctorado (7 y 3) en 10 programas que representan los focos principales de nuestra investigación se vuelve una pieza clave para articular adecuadamente nuestras fuerzas investigadoras, docentes y de servicio a la sociedad. Vuelvo a repetir que nuestras energías investigadoras tienen que ser canalizadas con mucha inteligencia y siempre con sentido de retorno a la sociedad en temas de crucial importancia; siempre que podamos en conexión con los centros educativos, pastorales y sociales de la Compañía de Jesús, así como con las organizaciones empresariales, profesionales y sociales. La estrategia aquí es nítida y lo que hay que hacer es desarrollarla. Los institutos de Investigación Tecnológica, Familia, Migraciones y Espiritualidad son los principales estandartes de nuestras fuerzas investigadoras y han de contribuir a generar espacios de colaboración con otras unidades de investigación.
Dice Ex Corde Ecclesiae n.15, que una universidad católica ha de aspirar a que en sus investigaciones se dé: a) la integración del saber; b) el diálogo entre fe y razón; y a que tengan cabida c) la preocupación ética y d) la perspectiva teológica. Esas bases sostienen una gran ventaja que tenemos sobre otras universidades con más medios. Podemos -aun más, necesitamos- fomentar la interacción entre la investigación aplicada y el pensamiento sobre los fundamentos de las realidades humanas, alimentando redes interdisciplinares donde no falten la investigación teológica y filosófica. Hemos dado significativos pasos en esta línea y estoy decidido a que aun avancemos más. Debemos abordar las cuestiones de la familia, los menores, las migraciones, el desarrollo, la energía, la exclusión social, la empresa, la educación o la sostenibilidad, desde el rigor de cada perspectiva científica que realmente cultivamos, pero y facilitando siempre el diálogo entre ellas. Así afrontaremos mucho mejor las cuestiones y haremos un servicio más eficiente.
Las relaciones internacionales se han ampliado, afectando no solo al intercambio de alumnos sino al de profesores e investigadores, así como a la búsqueda de sinergias en los centros de investigación. Las áreas de responsabilidad social universitaria se están cuidando bien y es mi intención que sigan dando nuevo estímulo y desafío a la comunidad universitaria, por ejemplo en el campo de la integración de la discapacidad en nuestra universidad. También están cada vez más vivas las conexiones con las empresas, el mundo profesional y las organizaciones del Tercer Sector. En esas relaciones y conexiones estamos bien situados pero hay que avanzar.
Hoy hace precisamente dos años comenzamos a trabajar con las Universidades de Deusto y Ramón Llull, cuyos rectores y vicerrectores nos honran hoy con su presencia, para ser reconocidos como Campus de Excelencia Internacional, convocatoria puesta en marcha por el Ministerio de Educación en 2009. Finalmente lo conseguimos hace seis meses con el proyecto Aristós Campus Mundus, evaluado positivamente por una comisión internacional de expertor. Puedo decir que el trabajo ha sido fecundo no sólo por el reconocimiento de excelencia logrado, sino por la dinámica de relación y mutuo conocimiento en que nos ha metido a las tres universidades españolas y también, aunque en menor medida, con otras tres universidades jesuíticas de Estados Unidos: Georgetown, Boston College y Fordham. Son relaciones preferentes, y queremos que lo sigan siendo, pero no excluyen otras igualmente interesantes. Forma parte de la agenda de Comillas para los próximos años poner parte de su esfuerzo en hacer que el Aristos Campus Mundus dé buenos frutos en docencia, investigación y responsabilidad social. Hemos de vencer la tentación de creer que solos estamos mejor. Ciertamente buscar y cultivar sinergias no es tarea sencilla, pero si lo logramos, la suma, multiplica. Y hoy no podemos permitirnos el lujo de no multiplicar.
Comillas lleva con orgullo junto al sustantivo «universidad» el adjetivo de «pontificia» y, por consiguiente, de «católica». La presencia de Monseñor Frattini, Nuncio del Papa Benedicto XVI, es signo fehaciente de nuestro vínculo profundo y sentido con el Sucesor de Pedro. Por ser «universidad» se le pide dedicación a la investigación, a la enseñanza y a los diversos servicios derivados de su misión cultural. Al ser «católica», la universidad descubre en su propia contextura institucional y en sus genuinos objetivos universitarios el campo específico y adecuado para desarrollar la misión de la Iglesia, nutriéndose en nuestro caso de la espiritualidad ignaciana, y poniéndose al servicio de la fe y la promoción de la justicia, en tanto que dimensión constitutiva del anuncio del Evangelio. De ahí que las universidades de la Iglesia y los que trabajan en ellas tengan su propio modo de ser universidades y su propio modo de ser universitarios; un modo ciertamente no neutral. En Comillas no tenemos pudor en reconocer nuestra no neutralidad, porque -entre otras cosas-toda persona y toda institución humana tienen, de hecho, sus opciones de sentido y sus compromisos de valor, sean éstos explícitos y conocidos o no lo sean. Eso sí, es una neutralidad dialogante.
Nos toca vivir en un tiempo incierto y tenso, de grandes desafíos para muchas instituciones y las universidades no quedan al margen. No sólo están las condiciones socio-económicas difíciles que provocan recortes, sino el cambio cultural profundo y galopante. Por ello, precisamente lo que necesita una universidad como Comillas es nutrir la imaginación fiel y creativa para contribuir a cambiar la realidad, recibiendo las llamadas de la experiencia humana a la luz de los valores del Evangelio. Se trata de articular una visión integral del hombre y de la realidad, un humanismo cristiano, pero no con una formulación abstracta e intemporal, sino según el lenguaje, las preguntas y el estilo de nuestra compleja realidad cultural. Por eso es tan importante que dejemos entrar los serios problemas del mundo contemporáneo y les apliquemos lo mejor de nuestra energía intelectual, moral y espiritual.
Una universidad jesuítica ha de ser capaz de imaginar una realidad en la que los valores del evangelio sean pacíficamente promovidos y poseídos. A nuestros alumnos hay que ayudarles a ver no sólo la realidad existente y su propio autointerés, sino la posibilidad de una nueva realidad y hay que capacitarles para que puedan alumbrarla y hacerla posible. Entre la utopía cristiana y la realidad ambivalente, es urgente ayudar a nuestros estudiantes a no quedar atrapados en la «globalización de la superficialidad» (P. Nicolás), dándoles oportunidades de conocer «la preferencia del Evangelio por el pobre» (P. Ellacuría) y de recibir «una educación de la persona completa en la solidaridad para con el mundo real» (P. Kolvenbach). ¡Qué importante es esto ante la gran crisis que vivimos!
Ahora bien, en conservar el alto nivel académico nos jugamos mucho, por ejemplo, nos jugamos el seguir atrayendo a los mejores estudiantes. Pero en hacerlo dando una formación integral nos jugamos el no perder el sentido de que los jesuitas queramos tener Comillas. Sabemos por experiencia que la calidad comienza con ser exigentes en la admisión de nuestros alumnos y en no bajar el nivel en el recorrido de grado o postgrado. No podemos renunciar, y no queremos hacerlo, al alto nivel de exigencia. Eso sí, tenemos que buscar, por equidad, que los que tengan talento y capacidad de esfuerzo no se queden fuera por razones económicas. Calidad junto a equidad no comporta falta de selección o igualitarismo.
Formar solo profesionales competentes que consigan buenos empleos, siendo importante, es claramente insuficiente. Es necesaria la integración de distintas dimensiones de la persona y de la vida humana: la ciencia y la fe, la reflexión y la acción, el saber y los valores. Debemos distinguirnos por una oferta de formación científica y profesional, que cuide las dimensiones espiritual, moral y social. Todos los que trabajamos en la universidad, todos, tenemos nuestra parte de responsabilidad en esa formación integral, por eso nadie puede sentirse o situarse al margen de la identidad y la misión de la universidad. Seguiremos poniendo los medios para el cultivo identitario; espero contar la receptividad e implicación de todos en ello.
Mi compromiso en esta hora en que asumo el puesto de Rector queda delineado en este discurso, el primero de otros en que iré perfilando las cosas. San Ignacio y los primeros jesuitas aceptaron el «cargo de las universidades» para que los beneficios de «mejorar la enseñanza y la vida… se extendieran más universalmente» (Const. N. 440). El P. Gran Canciller actualiza este encargo marcándonos hoy dos fronteras -la de la profundidad y la de la universalidad-. Spn preocupaciones principales de la Compañía de Jesús hoy, y que constituyen también los goznes del compromiso d la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE.
Espero ser digno de la mucha confianza que se deposita en mí.
MUCHAS GRACIAS A TODOS.