Ladaria no es amigo de la apologética aniquiladora ni vierte ponzoña sobre aquellos de los que discrepa
(José M. Vidal).- «Gracias, porque encarnas luz excelsa y lo mejor de la vocación jesuítica en estos momentos». Así definía el rector de Comillas, Julio Martínez, a su compañero, Luis F. Ladaria, en un homenaje que le tributaron ayer, en Madrid, con glosas sobre su figura y con la publicación del libro «La unción de la gloria: en el Espíritu, por Cristo, al Padre» (BAC). Emocionado hasta las lágrimas, al recordar a Pedro Granado, el colega recientemente fallecido, el homenajeado dio las gracias y «perdonó» las exageradas alabanzas que se le dirigieron.
Además de varios teólogos, al homenaje del actual secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe se sumaron el Nuncio de Su Santidad, Renzo Fratini, el presidente del episcopado, Ricardo Blázquez, el arzobispo emérito de Zaragoza, Elías Yanes, y el obispo auxiliar de Madrid, Juan A. Martínez Camino.
En la presentación del acto, ante una sala llena de gente, Julio Martínez, el rector de la Universidad Pontificia Comillas, se mostró profundamente agradecido hacia Ladaria «por su compañerismo jesuita, por su magisterio y por tantos puentes, para que nuestras facultades teológicas se sigan fortaleciendo».
El Padre Martínez glosó su figura, resaltando cuatro de sus características. La primera, «una amabilidad extrema, tanto personal como institucional»; la segunda, «su honestidad intelectual», lo cual demuestra que se puede ser guardián de la doctrina sin «coartar la libertad teológica»; la tercera, «su ecuanimidad e inclusividad» y, por último, su «eclesialidad de comunión», con la que hizo realidad en su vida aquel lema del «pluribus unum».
Tras unas palabras del editor, Carlos Granados, intervino el decano de la Facultad de Teología Comillas, Gabino Uribarri (recientemente nombrado miembro de la comisión teológica internacional), que glosó su obra y su figura. Una obra basada en la exégesis, en la tradición patrística y medieval y en la mejor teología actual.
A su juicio, Ladaria «no se deja llevar por modas exegéticas» y «no es amigo de la apologética aniquiladora ni vierte ponzoña sobre aquellos de los que discrepa». Además, según Uribarri, «va al núcleo de los problemas» y «no es un hombre de secta o politiquería eclesial», quizás porque «sabe combinar la cortesía con la claridad» y con un «juicio claro, sereno y amable».
Por todo ello, el decano de Comillas sostuvo que Ladaria «no sólo fue un gran docente e investigador, sino también un gran formador de teólogos, un auténtico maestro». Y no tuvo empacho en proclamarlo públicamente: «Te reconocemos como maestros y como modelo. Y te agradecemos tu modo de hacer teología amable, fundado, eclesial, abierto y claro».
Tampoco evitó alabanzas hacia el padre Ladaria, Olegario González, al que el rector de Comillas definió, al presentarlo, como «uno de los más importantes teólogos españoles de las últimas décadas». El catedrático emérito de Salamanca agradeció especialmente a Ladaria su reflexión teológica, su atención a los alumnos, asi como la preparación de sus sucesores.
Antes del homenaje y como clausura de las XI Jornadas de Teología sobre «el servicio de la reconciliación», el propio padre Ladaria ofreció una conferencia de alta teología sobre «El cristiano, un hombre agradecido y reconciliado». Una síntesis de antropología teológica con impostación claramente trinitaria.
En ella, explicó, entre tras cosas, que «el cristiano se configura con Cristo por el don del Espíritu» y que «nuestra salvación viene de la sobreabundancia de la unión de Cristo», que es «el que construye la comunión y la armonía del pueblo de Dios».
Ladaria aseguró que «ser agraciados y reconciliados son dos características del cristiano», porque «la reconciliación es gracia, un don gratuito y la condición de posibilidad del goce de la vida divina», al tiempo que «nos muestra la profundidad del don de la gracia y del amor de Dios».