Puede que tengamos la oportunidad de salir a encontrarnos con esa gente de manera amistosa. Yo veo compañeros con una actitud distinta, más abierta. Tenemos que resituarnos donde nos dejó el Vaticano II, pero no es fácil
(José Manuel Vidal).- Enrique Sanz Giménez Rico, sj, es el nuevo decano de la Facultad de Teología y Derecho Canónico de Comillas. Especialista en Biblia, acaba de publicar » Señor, Roca mía, escucha mi voz» (Verbo Divino). Como jesuita, observa el pontificado de Francisco con alegría y esperanza: «Francisco nos ha traído ilusión a la enseñanza, ánimo a las relaciones, esperanza ante nuestras preguntas».
¿Cómo te planteas este nuevo reto de ser el decano de dos facultades a la vez?
Lo primero, yo me lo planteo con una enorme ilusión. Con agradecimiento a las personas que me han confiado el reto. También, con la ilusión de responder a ese agradecimiento, y de tener en cuenta las líneas fundamentales de trabajo que se han tenido en los últimos años en las dos facultades. Porque están muy en consonancia con los trabajos que hace la Compañía de Jesús en sus centros universitarios y tiene que ver, fundamentalmente, con la calidad en la docencia, en la investigación y en la gestión, atendiendo especialmente a las personas.
¿Cómo está la Facultad de Teología? ¿Número de alumnos, perspectivas…?
Pues yo creo que estamos en un momento bastante bueno, teniendo que enmarcar esta afirmación que hago en la situación de crisis que vivimos. Sobre todo en el ámbito de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa, que no son un número muy alto. Pero creo que estamos en un buen momento porque hay congregaciones religiosas y diócesis de diversos continentes que están confiando en nosotros en los últimos años.
¿Siguen llegando estudiantes de fuera de España?
Sí. Por dar un dato, en las dos facultades de nuestra Universidad, Derecho Canónico y Teología, hay personas de todas las nacionalidades.
Prácticamente una Torre de Babel.
Exactamente. Hasta el punto de que esto está marcando también la enseñanza que estamos haciendo. En este sentido, en la Facultad de Teología, que tiene estudios de Grado y Máster (el Grado es el Bachillerato y el Máster la licenciatura y el doctorado), estamos en un número entorno a los trescientos alumnos regulares. Luego tenemos otros programas, y aquí quizá tenemos una buena ocasión para hablar de ellos:son unos programas que llamamos «de especialista»; en espiritualidad, en espiritualidad bíblica, máster en bioética, en estudios y naciones… Porque son abiertos, personas laicas, también, están respondiendo a esta oferta. Por otra parte, con respecto a la Facultad de Teología, quiero subrayar también que tenemos el programa de Grado en horario vespertino, adaptado a gente que trabaja. Tenemos entorno a setenta personas, laicos y laicas. El programa está funcionando muy bien y, en esa línea, me gustaría apuntar, ya que me preguntabas por el futuro, que hay que pensar que nuestra oferta académica llegue a más gente. A más gente en Madrid. Somos esa Torre de Babel, pero pensamos que, ya sea a través de los jesuitas de Madrid como plataforma, ya a través de la red de centros educativos pastorales que tenemos, a los que acude mucha gente diversa, o bien a través de otras plataformas (instituciones como parroquias), nuestra oferta de Teología (qué es la Teología en el contexto en el que vivimos) tiene un repunte de interés en Madrid. Por el hecho religioso, por la relación de la Teología con otras teologías, por el interés por la Biblia… Creo y espero que tengamos más presencia entre la gente.
¿O sea que pretendéis popularizar o laicizar los estudios de Teología, normalmente preservados?
Bueno, lo que queremos es tratar de expresar mejor por qué se estudia Teología. Personas que, a lo mejor, muestran un interés directo porque son sacerdotes o religiosas, no tienen más interés que sus compañeros laicos y laicas. Queremos ser capaces de transmitir que, hoy en día, la Teología puede ponerse en relación con otras ciencias, planteándose las mismas cuestiones que esas otras disciplinas se preguntan. Hacerla, en ese sentido, más accesible, sin que eso signifique que haya que reducir el nivel ni la calidad de la Teología. Ni las preguntas que se interesan en ella.
Para gente que se plantea preguntas de sentido, y no tanto una carrera utilitaria que la coloque laboralmente, ¿no?
Exacto. Por ejemplo, las personas que estudian el TUP, Teología Universitaria de Postgraduados, estudian por interés, porque el futuro ya lo tienen más o menos pensado. A ese público podemos acceder, sin olvidar al público que en estos momentos está viniendo a nuestros centros y confiando en nosotros desde congregaciones religiosas, que tenemos que cuidar porque nos confían sus estudios. Diócesis de diversos continentes hacen lo mismo. Trabajamos en estas dos direcciones.
¿El profesorado lo mantenéis con la misma calidad, clásica de Comillas?
Yo creo que sí. Comillas tiene una tradición desde el Seminario de Santander y lo que tenemos es la mejor expresión de lo que fue. Un profesorado seleccionad y cuidado, con cualidades intelectuales para la docencia y la investigación en el que conviven, además, tres generaciones. Cuatro o cinco profesores que están entorno a los sesenta, luego los de los cuarenta y cinco-cincuenta y por último la generación que se ha incorporado más recientemente, que ronda la treintena. Las tres están bien interconectadas.
Esa generación joven, de la que tú formas parte (recuerdo ahora a Cordovilla, Camaño, Castelao…), a pesar de la juventud ya ha podido despuntar.
Te agradezco el calificativo, aunque yo ya voy a cumplir cincuenta este año. Yo estoy en la generación intermedia. José Manuel Camaño, Pedro Fernández Castelao…, sí que son profesores que se han incorporado recientemente y son más jóvenes. Es importante, también, que en el claustro de profesores hay sacerdotes: has citado a Cordovilla. También Panizo, López Sáez… En el claustro hay sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas, laicos y laicas. Y hay buen ensamblaje entre todas estas personas.
¿La Facultad de Derecho Canónico tiene menores perspectivas?
Tiene, desde el punto de vista de la Historia, los objetivos, el presente y el futuro, perspectivas similares. La única diferencia es que el número de alumnos es más reducido. Tenemos licenciatura y doctorado en Derecho Canónico, un título de especialista en causas matrimoniales, al que están acudiendo abogados en ejercicio que quieren trabajar en tribunales eclesiásticos, y estamos preparando, quizá, alguna oferta para el próximo curso que pueda atraer y mantener la regularidad de este estudio. La Facultad de Derecho Canónico, dentro de la Universidad de Comillas, engancha con los objetivos generales, con la única diferencia del número de alumnos…
Pero siempre ha sido más pequeña. Siempre se ha estudiado menos Derecho Canónico que Teología.
Una ventaja de que sean menos alumnos es que se les puede atender personalmente con mayor dedicación. Esto quiere ser, también, un rasgo identitario de nuestras dos facultades y de toda la Universidad de Comillas: la atención personalizada a nuestros alumnos.
¿Cómo está la Universidad de Comillas? Estáis dando calidad. ¿Eso se reconoce a nivel público?
Yo creo que sí. Somos una universidad privada con once mil alumnos. Hay otras universidades con mayor número de estudiantes pero que les cuidan menos a nivel de formación. Nosotros atendemos personalmente sus competencias y destrezas a cada uno de nuestra alumnos. En Facultades como ICADE o la de los ingenieros, ICAÍ, tiene mayor número de alumnos por aula, y es más complicado. Pero es para nosotros algo identitario: calidad en la docencia, en la investigación y en la atención personalizada a cada uno de nuestros alumnos. No sólo por lo que yo creo, sino por lo que oigo a otros compañeros y colegas, aseguro que el ambiente de nuestra universidad es bueno, las expectativas son también buenas y hay que decir que esto se debe al trabajo que están realizando las personas que directamente llevan la universidad en estos años, y las que la han llevado en el pasado.
El Campus de Cantoblanco está creciendo. Yo he ido últimamente por allí y ha visto nuevos edificios.
Si no me equivoco hace cuatro años que se comenzaron las obras en ese campus, donde estaban hasta esa época la Facultad de Psicología, Pedagogía antiguas y Teología, se ha construido un edificio nuevo que ahora se llama la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Engloba estudios de Psicología, Magisterio, Relaciones Humanas, Traducció e Interpretación… con detalladas combinaciones de estudios, porque ahora hay muchas titulaciones dobles, y demás.
¿Hay gente sin recursos, gente pobre, que pueda estudiar también con vosotros?
Tenemos una política de becas que alcanza hasta donde puede alcanzar. Sé bien que el equipo de gobierno está muy concienciado con este tema, apoyando la posible financiación de los estudios de gente que tenga menos recursos. Se están haciendo esfuerzos desde dentro en esta dirección para que algunas personas vinculadas a Comillas, por ejemplo antiguas alumnos, puedan ser una vía de ayuda para la gente con menos recursos.
Me hablabas antes de empezar de un proyecto que está en marcha por parte de Unijes, la reunión de los diversos colegios, centros y universidades de los jesuitas, sobre la dogmática ignaciana.
Mi predecesor en el cargo es el investigador principal de un grupo de trabajo de centros que forman parte de Unijes, Federación de los Centros Superiores de Enseñanza -Universidades o centros universitarios- de la Compañía de Jesús. Deusto, Loyola, Comillas… Son once en España y están realizando trabajos entorno a temas que los afectan: identidad y misión, educación, aprendizaje…para que se pueda establecer sinergias. Desde hace un año, está un grupo de trabajo tratando de elaborar una dogmática ignaciana. Profesores de la Facultad de Teología de Granada, Deusto, Comillas y del Instituto de Teología Fundamental de Barcelona. Están investigando el acercamiento a San Ignacio no tanto desde una perspectiva espiritual sino más bien teológica. ¿Cuál es la antropología teológica que maneja San Ignacio? Su cristología, su eclesiología… Es un proyecto de fondo, sólido, que ya está en marcha. Están trabajando muy bien y la idea es que en tres años como mucho culmine a través de una publicación en la que, incluso, puedan participar personas de otros países y continentes, con una posible traducción. El trabajo se ha empezado por grupos de interés. Comillas está tratando de potenciar iniciativas como ésta, de Unijes.
Como especialistas, ¿cómo os sentís los teólogos en este momento? ¿Ha cambiado algo la llegada del Papa Francisco? ¿Ha traído un aire nuevo, un poco más libre, o eso no se percibe?
Yo creo que sí. Que, a los profesores de Teología, como a muchos cristianos, el Papa Francisco nos ha traído ilusión, ánimo, esperanza y apertura. Eso se tiene que notar en nuestra manera de enseñar, de relacionarnos con los estudiantes, de plantearnos ciertas cuestiones. Ese aire que llega de Roma y engancha a mucha gente de alguna manera nos ha tocado a nosotros también.
Vosotros sois los que estáis en la frontera, porque tenéis que explicar la fe al común de los mortales. ¿Qué está ocurriendo con la explicación doctrinal?
Nosotros no tenemos contacto directo con el Papa, pero su impulso anima. Nos ha hecho plantearnos la posibilidad de que la Teología se acerca también a otras disciplinas. Queremos darle prioridad a esto en la facultad. Porque creemos que la Teología todavía puede dar respuesta a mucha gente, nos interesaría que personas del mundo laico se acercaran a nuestro centro. Este es un momento, por el aire nuevo que llega, de acercamiento a la Teología por parte del mundo de la ciencia, de las otras religiones, del mundo de la familia, las migraciones… Se está haciendo contacto. Ya he dicho que está cuestión, en la Facultad de Teología, nosotros la llevamos trabajando unos años. En Comillas, todos los estudiantes, aunque sean de Ingeniería, de Empresariales, de Derecho, de Enfermería…estudian una asignatura que se llama cristianismo y ética social, que es una introducción al pensamiento social cristiano. A través de eso, intentamos desarrollar más esa conexión. Acercando a personas de la universidad a esa apertura al diálogo entre las ciencias, que creo que el Papa Francisco, desde su ser pastor, también está cultivando teológicamente.
¿Se puede hacer teología como él hace: divulgándola, acercándola a la gente?
Se puede ofrecer una investigación con unos niveles de calidad altos pero que se pueda traducir a una divulgación también de alta calidad. Ésta es una cuestión muy importante para los profesores de Teología, sobre todo cuando publicamos algún libro. La editorial siempre nos dice que quiere que sea un libro bueno pero que la gente lo entienda, que sea de calidad pero que enganche… Y nosotros ya nos reímos, José Manuel.
Os piden la cuadratura del círculo.
Pero sí que, ciertamente, tenemos que acercarnos a personas de otro nivel cultural que quieren dialogar sobre cuestiones importantes que atañen a Dios, a la fe y al hecho religioso en sí. Queremos hacerlos comprensibles.
Esta nueva etapa que se ha abierto en Roma, ¿crees que va a tener tiempo de fructificar?
Espero que sí. Los cambios que se están dando parecen importantes y están animando el espíritu de mucha gente. Los cambios en la Curia vaticana van a conocerse, y se dice que muchos de los cardenales que estuvieron presentes cuando eligieron a Jorge Bergoglio tenían claro que iba a suponer apertura y renovación. No creo que sus cambios sean sólo pequeños aires. Habrá que ver si se estabilizan, porque el Papa ya tiene su edad, aunque parece que en vez de 78 años tiene 40, por su espíritu, sus movimientos… Pero habrá que ver si resiste su salud y qué vendrá después. Esperemos que se continúe con lo que está haciendo Bergoglio que, de alguna manera, puede que a su modo lo comenzara a hacer Ratzinger…
¿La Iglesia española se está subiendo a esta ola?
Por lo que conozco (a través del contacto con nuestros alumnos), tengo la impresión de que sí. Que mucha gente se está subiendo a ese carro en ámbitos más o menos próximos a la Iglesia. Puede que tengamos la oportunidad de salir a encontrarnos con esa gente de manera amistosa. Yo veo compañeros con una actitud distinta, más abierta. Tenemos que resituarnos donde nos dejó el Vaticano II, pero no es fácil.
¿Es un orgullo para la Compañía tener un Papa como éste, jesuita?
Sí, precisamente por cómo se está mostrando: una persona tranquila, abierta, dialogante, profundamente creyente y sencilla. En terminilogía jesuítica, ignaciana, sería la persona que quiere vivir la contemplación para alcanzar amor. Ver a Dios en el mundo, en las personas. Francisco representa esa relación sana con Dios y las personas, muy cercana pero muy respetuosa. Para mí y otros jesuitas es ciertamente un orgullo. Si a eso le añades que desde el principio demostró que es una persona con humor, espontánea, alcanza el plus que hace que a la gente le llegue.
Es un referente de esperanza a nivel también social, en todo el mundo. Insinuabas antes que si una persona como ésta puede transformar una institución global como la Iglesia, puede generar esperanza en otros ámbitos…
Como sabes, siguiendo las noticias de la prensa o de cualquier medio de comunicación, en el mundo político internacional el Papa está adquiriendo una autoridad relevante. En diversos temas: paz, relaciones interreligiosas, justicia social… El Papa está haciendo verdad que incluso los no creyentes pueden tener una imagen sana de Dios. Y esto es algo que siempre los teólogos hemos querido hacer entender. Nos está ayudando. Cuando alguien ve que una persona (y en realidad muchas otras, con otros nombres y apellidos) que va en esta dirección sabe sintonizar, ofreciendo a Dios en su verdadero Misterio pero en su sencillez, que sabe ser consciente de las alegrías y de las penas de la gente, preocupándose por las más desfavorecidas, por la paz de las familias…pues tiene delante a alguien que, con toda la humildad, está girando definitoriamente.
Con una capacidad de denuncia profética impresionante.
Y con un lenguaje profético muy llamativo, porque denuncia sin insultar. La gente reacciona con sorpresa, pero no se siente molesta. Eso de estar en un avión y denunciar proféticamente tantas cosas delante de los periodistas, como si estuviera en una conversación de café, es inmensamente llamativo para mí, que me dedico a enseñar a los profetas.
Éste es tu último libro: Señor, Roca mía, escucha mi voz, una lectura continua y concatenada de los salmos. Tú eres biblista, especialista en exégesis.
Tengo formación en lenguas bíblicas y estudios bíblicos: estudié Filología Trilingüe en la Pontificia de Salamanca, luego un máster en Sagrada Escritura y luego mi doctorado en Teología Bíblica y, cuando llegué a Comillas en el 2001, empecé a enseñar el Antiguo Testamento, porque quizá me orienté más hacia él en el máster en Roma. He publicado diversos libros en torno a él, sobre todo en relación a la docencia que yo hacía. Me pidieron que empezara a organizar un curso sobre los salmos y entonces me metí a estudiar el salterio. Lo que sucede es que en el ámbito hispano tenemos grandes especialistas en comentario a los salmos, pero quizá no se están leyendo como se leen en el ámbito anglosajón, alemán, italiano o francés, en los que intentan que, al leer un salmo (el 8, por ejemplo, que es muy conocido), se le da importancia a la lectura poética pero teniendo en cuenta que forma parte del conjunto de los salmos. Por eso el subtítulo del libro. El salterio es un libro, es un todo, como un camino que recorre un orante. Entonces, la idea que yo intento desarrollar en este libro es iniciar (el compromiso que tengo con Verbo Divino es completarlo con otro volumen) un estudio del salterio leyendo cada salmo por su lado pero recorriendo el conjunto. La persona que entra en el salterio tiene una línea que seguir. He intentado presentar algunas de las conclusiones, más de tipo teológico, del recorrido de los treinta primeros salmos. En este caso, se trata de la relación petición-acción de gracias. El tema de la confianza en Dios, sus características y desarrollo. Mirar el salmo de atrás y el siguiente infiriendo en los ejes principales de todas las lecturas del recorrido. Es un asunto que a mí me ilusiona mucho, en el que la editorial y yo queremos seguir trabajando.
Parece interesante: para aprender, pero también para disfrutar. Para rezar.
El salterio es un libro de oración. Cuando se lo explico a mis alumnos, les digo que, si fuéramos coherentes con lo que estamos diciendo, tendríamos que traer el salterio al aula y meditar cada uno personalmente. Así era en la tradición primera: un libro que se masticaba. Era una operación interna que transformaba a la persona. Lo ideal es ponerlo en conjunto, pero después. Es como una carretera de 150 kilómetros: el salterio te va dando indicaciones. Curva a la derecha, curva a la izquierda… Transmitiendo un mensaje a los que han reducido su velocidad y abierto el libro.
Llega a todo el mundo, se queda muy grabado.
Por un lado tenemos el Pentateuco (lo que Dios entrega a Israel, a Moisés) y por el otro el salterio (lo que el pueblo entrega a Dios) están perfectamente enganchados en el AT. Es la dicha del que medita la ley. Se llama ley al salmo porque va engarzado con lo que Dios ha entregado a su pueblo. Es la respuesta de agradecimiento por habernos dado una manera de vivir. No sólo tiene importancia dentro de la Biblia, del AT, sino dentro de la tradición: la gente lo reza y encuentra continuas referencias a otras partes del AT. Es un buen ejercicio de recuerdo de los profetas antiguos.
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Este está siendo un momento, por el aire nuevo que llega, de hacer contacto con la Teología
En el libro presento una lectura de los salmos no sólo por piezas, sino en la dimensión de conjunto.
Como una carretera de 150 kilómetros, el salterio te va dando indicaciones