Somos diversos, respondemos a situaciones diversas, tratamos de dar lo mejor de nosotros mismos a los niños y jóvenes que tenemos delante, y por eso damos respuestas diversas, pero en todas ellas se reconoce a Calasanz
Con la asistencia de cerca de 200 educadores, directores y profesores de 40 países se celebró el Congreso Internacional de Educación Escolapia #Coedupia2017, entre el 18 y el 22 de abril, en Santiago de Chile.
La convocatoria se lleva a cabo en el contexto del Año Jubilar en el que los escolapios conmemoran los 400 años de la fundación de la Orden y los 250 de canonización de su fundador, José de Calasanz. Este santo fue declarado en 1948 patrono Universal de las escuelas populares cristianas del mundo, reconociéndole que en 1597 creara la primera escuela pública popular gratuita en Europa, proclamando el derecho a la educación de todos los niños.
Cuatro siglos después, el Congreso ha reunido a quienes siguen viviendo esa vocación dedicada a la ‘piedad y letras’, piedra angular de la pedagogía calasancia. El Congreso «ha buscado reunir a educadores escolapios de todo el mundo, centrados en intentar responder qué nuevos desafíos tenemos hoy como educadores», explica Pedro Aguado el Superior General de la Orden.
«Para ello -añade Aguado- durante el Congreso han participado, venidos de los 40 países donde estamos presentes, religiosos y laicos, directivos, educadores, e incluso exalumnos para dar su testimonio».
Para el P. General, Pedro Aguado, el Congreso «ha constatado que tenemos una identidad que nos une, pero no nos hace idénticos«. «Somos diversos, respondemos a situaciones diversas, tratamos de dar lo mejor de nosotros mismos a los niños y jóvenes que tenemos delante, y por eso damos respuestas diversas, pero en todas ellas se reconoce a Calasanz, y esta es nuestra identidad», explica Aguado.
No se ha tratado de un Congreso al uso. Joszef Urban, sacerdote húngaro, asistente general e integrante del equipo coordinador del Congreso, explicó el objetivo final del encuentro. «No se ha tratado solo de charlas, las cuatro conferencias han sido estímulos, pero el resto han sido encuentros en pequeños grupos, talleres, y comunicaciones de experiencias de los diferentes países«, explicó Urban, para quien el objetivo ha sido doble: «encontrarnos alrededor del carisma calasancio y también crear redes que sigan funcionando después del Congreso, donde el punto final está más allá del Congreso, este es una herramienta para el futuro».
Clave para el desarrollo
Las ponencias fueron ejes del diálogo durante cada uno de los cuatro días de trabajo y abordaron diferentes cuestiones: Los desafíos de la educación hoy, Jesús como maestro, Educar para construir la comunidad y El mundo del joven de hoy.
Dennis Shirley, profesor de educación en el Boston College explicó alguno de los retos educativos del momento. «A los alumnos no les va a gustar el colegio a menos que nos guste a nosotros», afirmó. «Lo más importante -destacó el profesor-, es aprender a estar unidos, porque vivimos en redes de dependencia mutua«. Y defendió el papel crucial del educador en el proceso de formación de los estudiantes. «¡Nunca jamás digan soy solo una educador! ¡No se rindan! Este es nuestro desafío y nuestra causa«, defendió durante su intervención.
Por su parte el doctor en Teología Bíblica, Arturo Bravo, expuso sobre la pedagogía de Jesús poniendo énfasis en que «Jesús enseña y vive lo que enseña«, donde la coherencia es una clave de vida que es necesario imitar. Hizo hincapié en la metodología de la interrogación al otro, «las preguntas ocupan un lugar central en la enseñanza de Jesús y constituye un arte en la acción pedagógica», señaló.
La importancia de «sacar» a los alumnos del aula reforzada por la investigación científica que habla de que una escuela que desarrolla proyectos educativos solidarios es una «mejor» escuela, fue el eje de la exposición de María Nieves Tapia, fundadora y directora del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS).
Reivindicó la necesidad de ser constantes y comprometidos, «hacer excursión a la pobreza no es educar, la pastoral en mayúsculas pide compromiso y constancia».
El pedagogo español, José Mª Bautista, abordó algunas claves para comprender a los jóvenes hoy. Para Bautista es necesario «comprender» a nuestros jóvenes «para poder amarlos» y destacó que «el mundo de los jóvenes hoy no es el mundo de los jóvenes hoy, sino el mundo de hoy». «Hay que meterse en la cultura de la gente y desde allí contagiar la experiencia de fe», explicó durante su ponencia.
En el intercambio de experiencias de las diferentes realidades escolapias se pudo conocer el Proyecto Curarrehue en Chile, el programa húngaro de sensibilización social Teszi, el Movimiento Calasanz en la India, o el acompañamiento individual de estudiantes que se lleva a cabo en África. Un total de 24 experiencias, que facilitaron un diálogo entusiasta y profundo.
También en diferentes tertulias se ha abordado la especificidad escolapia en ámbitos como el educativo, experiencial o como exalumnos de colegios escolapios. Todos destacaron la necesidad de «empoderar» a los alumnos en su propio proceso de aprendizaje, convirtiéndolos en protagonistas y en la necesidad establecer parámetros que nos permitan analizar también el porqué de nuestros centros. «Nuestros colegios funcionan bien cuando el último alumno mejora«, explicaron durante las intervenciones.
Para Carmen Pineda, religiosa calasancia de Quito, Ecuador, este Congreso «es una llamada para nosotras a decir que el carisma de nuestro fundador Calasanz y del fundador de nuestra congregación que fue un escolapio, sigue vivo, vigente y muy necesario en la sociedad de hoy. Con este carisma, debemos incidir en esta sociedad que sufre una crisis de líderes y donde nos cuestionamos cuál es nuestro papel en esta sociedad».
Como resume Pedro Aguado, las ponencias de este congreso expresan «nuestras claridades: queremos innovar desde lo que somos, desde el tesoro de Calasanz; queremos que Cristo esté en el centro y aprender de Él como el único maestro; queremos acompañar a los alumnos en el extraordinario descubrimiento de que sólo desde el servicio a los demás crecemos como personas y, finalmente, queremos responder al joven de hoy desde lo que él vive, pero ayudándole a acoger que ni él ni sus deseos es lo central, porque hay algo más grande que le queremos ayudar a descubrir». «Porque amamos y valoramos a nuestros jóvenes queremos ayudarle a comprender que él no es su propio horizonte: queremos que descubra una plenitud más grande que él», destaca el P. General.
Para Aguado este congreso ha permitido destacar el «extraordinario» trabajo que llevan a cabo los educadores, «porque estamos llamados a acompañar a cada joven para que descubra todo lo bueno que hay en su corazón, pero también para ofrecerle lo que necesita para ser mejor«.