¿Religión en las escuelas?

La reconversión de la Religión como asignatura es inadmisible

"Los obispos no tienen por qué ser 'palabras de Dios' también académicamente"

La reconversión de la Religión como asignatura es inadmisible
Clase de religión

Enmascarar lo religioso académicamente, con la historia de las religiones y con el pensamiento filosófico ético-moral, difícilmente sería homologable con lo que se pretende oficialmente que llegue a ser la asignatura de la religión al uso

(Antonio Aradillas).- Cuanto se relaciona con la religión -asignatura -«cada una de las materias que se enseñan en un centro docente, o que forman parte de un plan académico de estudios»- se convierte con facilidad en noticia, por parte de unos y otros.

Representantes «oficiales», o no tanto, de los estamentos políticos, religiosos, sociales, familiares, docentes… movilizarán sus razones y toda clase de medios a favor, o en contra, de las reivindicaciones que desde sus diversos puntos de vista e intereses, estimen oportunos. Como los temas religiosos se enmarcan con tensión y coraje entre los merecedores de reacciones y comportamientos «martiriales», los términos «persecuciones» y «cruzadas» se hacen presentes con inquietante asiduidad, convencimiento y hasta con derramamiento de sangre.

La «reconversión» de la religión en asignatura no les parece a muchos, cristianos o no, admisible. La religión es bastante menos, es decir, bastante más, que una docencia. Ni solo ni fundamentalmente se enseña. Se practica y se vive.

Más que competencia de los profesores, lo es de los catequistas, laicos, sacerdotes y pastores en general, que imparten sus doctrinas en las respectivas parroquias, centros y lugares de encuentros familiares. La familia es eje y academia de formación e información auténticamente religiosa. La familia cristiana es evangelio que no solamente se predica, sino que además, y sobre todo, se practica, a cargo, de padres, abuelos y demás miembros de la institución y vivencia.

 

 

Enmascarar lo religioso académicamente, con la historia de las religiones y con el pensamiento filosófico ético-moral, difícilmente sería homologable con lo que se pretende oficialmente que llegue a ser la asignatura de la religión al uso.

Idénticos tiempos e interés docentes habrían de reclamar para sí otros grupos religiosos distintos de los católicos, apostólicos y romanos hoy prevalentes en España, con posibilidades muy lógicas y seguras de acrecentamiento y afirmación. Pese a que hasta oficial y diplomáticamente estén vigentes determinados pactos y convenios entre el Vaticano y el Estado español, el pueblo fiel a sus creencias, del signo que estas sean, no tiene por qué asumir su exclusividad , al menos sin protestar legítimamente de cuanto considere un atentado, o algo parecido, contra los derechos humanos.

La selección del profesorado -sacerdotes o seglares- como profesores de la religión como asignatura, no es del agrado del resto del claustro docente. Los obispos no tienen por qué ser sus únicas y pontificales referencias, en igualdad laboral-profesional con quienes afrontaron, y superaron, las oposiciones correspondientes para otras materias lectivas. Los obispos no tienen por qué ser «palabras de Dios» también académicamente.

La posibilidad de que los profesores seleccionados para la enseñanza religiosa tengan que ser, y sean, de su total agrado pastoral, como intérpretes de una Iglesia eminentemente ritual, pre-conciliar, conservadora y, en ocasiones, anti «franciscanas», es tentación demasiadamente dolorosa y frecuente como para no levantar voces de protesta y rechazo, por el bien de la Iglesia.

Es opinión generalizada la de que los profesores de religión estén, y sean, privilegiados académicamente. También lo es su generosidad al calificar los exámenes de los alumnos con una nota media de al menos un «ocho», lo que influirá en la distribución global del resto de las asignaturas, a la vez que justificará su permanencia en el ordenamiento docente. El hecho de que las mismas clases de religión sean aprovechadas subrepticiamente para atender y estudiar otras asignaturas, está al alcance de todos, tal vez con excepción del profesor de la misma religión.

Proporcionaré a su tiempo, y con los exigidos datos y detalles, el hecho de que en algunos centros docentes, a los alumnos de la asignatura de la religión se les premia con un viaje a Roma… Es posible que el dinero proceda del apartado legal de las «prácticas». Son posibles otras procedencias, con inclusión de las diocesanas, dado que incentivar la asistencia de los alumnos a las clases de religión, es tarea «pastoral» y evangelizadora.

Por ahora me limito tal solo a reseñar la existencia de noticias relacionadas con la expulsión radical de la cátedra de religión a divorciados y divorciadas al frente de las mismas. Tal noticia se convierte en escándalo, y su resolución judicial a favor del exprofesor, o exprofesora, es comentada normalmente con aquiescencia y aplauso para los divorciados que no quisieron seguir el proceso canónico de la «nulidad» de su anterior matrimonio canónico.

 

 

La libertad propia de los hijos de Dios deja de par en par abiertas las puertas de esta sección informativa a quienes piensen de cualquier manera acerca del tema, ahorrándome, por supuesto, exigir que lo hagan con educación, ponderación , elegancia, documentos, caridad, evangelio y no solo ni fundamentalmente con pactos y reconocimientos diplomáticos.

NOTA. La actualidad «española» del tema religión- asignatura es real y constante en todos los niveles de la convivencia cívica y religiosa. También, política. Familiar y social. A nadie puede serle ajena de una u otra manera. Lo religioso fue, es, y será signo de todos los tiempos, tanto personal como colectivamente. Las posiciones son, con frecuencia, extremas. Exactamente lo contrario de lo que la religión, por religión, debiera fomentar y dejar bien claro y patente..

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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