Lamentamos que "los obispos no se den cuenta que ellos son el problema" en Chile

El Centro Diego de Medellín propone el sacerdocio femenino y el fin del celibato para acabar con la crisis

La hospitalización de Ezati, ¿maniobra para evadir a la Justicia el próximo 21 de agosto?

El Centro Diego de Medellín propone el sacerdocio femenino y el fin del celibato para acabar con la crisis
Protesta contra los abusos del clero en Chile

La adhesión a una iglesia, son circunstancias que no dependen de liderazgos institucionales o supuestamente carismáticos, sino de las vueltas de la vida, de la búsqueda de cada cual y del discernimiento en común

(Aníbal Pastor N.).- Acogiendo la invitación del papa Francisco de cambiar la mirada teológica para abordar los cambios estructurales en la iglesia, el Centro Ecuménico Diego de Medellín formuló propuestas concretas para superar la actual crisis de la iglesia.

Se trata de una profunda reflexión teológica seguida de importantes propuestas que hace la institución que lleva más de 36 años apoyando las comunidades de fe en el mundo popular y que en Chile es un claro referente de la teología de la liberación.

En un documento titulado El quehacer comunitario en el Chile hoy. Reflexiones ecuménicas sobre la actual crisis, el Centro Diego de Medellín señala que «se debería ir acondicionando los servicios de la iglesia de manera tal que mujeres igual que hombres puedan presidir la eucaristía». En esta línea proponen incluso cómo hacerlo: ordenando en el sacerdocio «a quienes el pueblo cristiano llame y designe para ese ministerio«. Añade que «el carisma de ayudar y animar la explicación comunitaria de la Biblia», son clave.

En cuanto al «celibato obligatorio tendría que ser descartado y desconectado de inmediato del servicio ministerial», indican. Sostienen los expertos que «en vez del miedo a la sexualidad, se debería cultivar la aceptación agradecida de un don que nos abre espacios de gozo en el mutuo reconocimiento, respeto y amor».

 

 

 

 

En las tareas administrativas de las comunidades debieran establecerse diversas formas de asambleas y «ser llevadas y controladas por todas y todos, mediante cargos ejercidos rotativamente y cuyos responsables puedan ser removidos en casos de ineficiencia o deshonestidad».

El documento que ya circula por internet, ha tenido un buena acogida en el laicado y las comunidades aún existentes que se han manifestado en redes sociales. «Algo así sería nuestra iglesia, la que queremos construir entre todos, para que en ella nos reunamos en el seguimiento de Jesús», indica el texto. Luego entra en importantes reflexiones sobre la divinidad y cómo la reflexión teológica ha sido controlada desde el poder y el patriarcado.

 

Red de redes

En paralelo, la crisis de la iglesia la enfrentan también las laicas y laicos en Chile quienes han constituido una red de redes y que ha ido tomando fuerza en la medida que se realizan asamblea diocesanas.

Esta red fue la única instancia de no víctimas que recibió en su último viaje la comisión especial sobre abusos en la iglesia enviada por el papa y conformada por el obispo de Malta Charles Scicluna y el sacerdote catalán Jordi Bertomeu, ganando con ello la legitimación de sus posiciones eclesiales en favor de los cambios que necesita el pueblo de Dios y manteniéndose pese al nimnguneo de los actuales obispos.

 

La iglesia en Chile está por el suelo

La postura del laicado es fundamental a estas alturas de la crisis. Como indicó la encuesta de opinión pública «Cadem», correspondiente al mes de agosto, el mínimo de fieles chilenos alcanzó su mínimo histórico y llegó al 46%. Por otra parte, un 76% de los chilenos y chilenas desaprueba la manera en que la Iglesia está desarrollando su labor y el 83% de la población estima que la iglesia católica no es honesta ni transparente,

En cuanto a los atributos, un 73% de las personas sondeadas dice que la iglesia católica en Chile no es humilde, un 67% que es poco cercana, un 66% que no se adapta a los nuevos tiempos, un 60% que trabaja poco en terreno, un 58% que no conoce ni se preocupa por las necesidades de las personas, y un 53% que no es solidaria.

La cifra más impactante es esta, la que indica que 96% de la población en Chile cree que la iglesia oculta o protege a los sacerdotes acusados y que un 39% considera que los casos de abusos sexuales afectan a la mayoría de los curas.

 

 

 

 

La dura cifra del sondeo se da en medio de acusaciones de encubridor al cardenal Ricardo Ezzati que al cierre de esta nota anunció que debió internase en una clínica por razones de salud. Pocos días antes había renunciado a presidir y asistir al Te Deum Ecuménico de las próximas fiestas patrias en septiembre. Todo indica, señalan fuentes laicas en redes sociales, que esta maniobra de hospitalización es una más para evadir la justicia el próximo 21 de agosto, día de la cita judicial mientras no faltan quienes comienzan a preguntarse por el origen del dinero para cancelar tan cuantiosos gastos judiciales el señor cardenal. Diputados y senadores, entre tanto, legislan para quitar la ciudadanía chilena a Ezzati quien nació en Italia.

El sondeo de opinión pública vino a continuación de que los obispos terminaran su asamblea plenaria a principios de agosto, cuando emitieron un documento dando soluciones legales y jurídicas a la crisis, lo que fue descartado de plano por la Red Laical: Lamentamos que «los obispos no se den cuenta que ellos son el problema» y que «en cualquier institución respetable las personas que son señaladas como ‘el problema’, no pueden plantear soluciones porque están afectadas por los intereses que los involucran», respondieron los laicas y laicos de Chile sin siquiera considerar lo que ocupó grandes discusiones en el interior de la asamblea episcopal.

 

Lo realmente importante

Por eso el documento del CEDM -donde trabajan entre otros teólogas y teólogos laicos- cobra fuerza cuando indica que la «adhesión a una iglesia, son circunstancias que no dependen de liderazgos institucionales o supuestamente carismáticos, sino de las vueltas de la vida, de la búsqueda de cada cual y del discernimiento en común junto con quienes nos reconozcamos y descubramos como afines en una pasión como la de Jesús por la dignidad humana y por su realización en la fraternidad de lo que él llamó reino de Dios».

Añaden finalmente que «el lugar del descubrimiento de Dios debería ser la vida y la conversación cotidiana -como lo fue para Jesús- en la relación con el hermano y la hermana, la mujer y el marido, la hija, el colega, el pasajero del bus. Un descubrimiento muchas veces sin nombre, una mirada fugaz hacia el misterio que vive en el otro y en mí cuando somos de veras el uno para el otro. Porque para eso sí que vale la pena vivir y morir», concluye el CEDM.

 

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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