El carisma ignaciano nos preserva de la tentación de crear un dios a nuestra medida, así como una religión a la carta
(Jesús Bastante).- Se esperaba con expectación la primera homilía de José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián en la festividad del patrón de Guipúzcoa, San Ignacio de Loyola. Y no defraudó. En su homilía en la parroquia de San Sebastián de Soreasu, en Azpeitia, el prelado hizo un llamamiento a la autocrítica, que en su opinión «es el punto de partida para la liberación de todo hombre«, aunque también ha subrayado que los cristianos «no pueden dar por buena sus sensibilidades e ideologías sin cuestionarse antes si se adecúan al querer de Dios». Haciendo suyo el modelo del fundador de la Compañía de Jesús, Munilla añadió que «fue la obediencia al Papa la que le llevó a descubrir los caminos que Dios tenía reservados para él«.
Un modelo, el del santo de Azpeitia, que resulta «indispensable para que no sucumbamos a la tentación del relativismo reinante y de nuestra propia subjetividad», subrayó el obispo, quien incidió en que «el carisma ignaciano nos preserva de la tentación de crear un dios a nuestra medida, así como una religión a la carta».
En su homilía, Munilla apuntó que San Ignacio «podría decirnos que el examen de conciencia, y la conversión que produce en nuestro interior, es el medio más eficaz para cuidar nuestra alma, nuestra familia, y nuestro pueblo», porque al final de la vida «todo lo que no sea santidad y respuesta fiel a la llamada de Dios, habrá sido inútil y baldío».
Munilla, que oficiaba por primera vez la tradicional Misa con motivo de esta festividad, ha recordado que San Ignacio fue «fiel seguidor de Jesucristo«, si bien «su historia que pudo tener resonancia en un momento determinado, luego se ha perdido en el olvido». «Exactamente lo mismo ocurrirá con cada uno de nosotros, al final de nuestra vida, todo lo que no sea santidad y respuesta fiel a la llamada de Dios, habrá sido inútil y baldío, y no dejará ninguna huella beneficiosa para la posteridad», ha advertido.
En este sentido, ha insistido en que «lo verdaderamente importante es la santidad, la búsqueda de Dios, el deseo de cumplir su voluntad», aunque, «hoy en día, bajo el influjo de una mentalidad practicista, tendemos a pensar que la santidad no es rentable y que no tiene futuro».
Munilla también ha señalado que «la clave del cristianismo, de la espiritualidad católica» es «la entrega al Señor de nuestra voluntad». «No es lo mismo desear que querer, no es lo mismo soñar que discernir, no es lo mismo ilusionarse que perseverar, no es lo mismo hablar que hacer, no es lo mismo querer que poner los medios», ha apuntado, para, a continuación, añadir que «no podemos dar por buenas nuestras sensibilidades e ideologías, sin cuestionarnos antes si se adecuan al querer de Dios».
El obispo ha considerado que «el camino y el carisma de San Ignacio nos enseñan que solamente podemos ser santos, solamente podemos ser felices, cuando estamos en disposición de afirmar con sencillez y con plena confianza que queremos únicamente lo que Dios quiera». Por último, ha insistido en que «el modelo de San Ignacio es verdaderamente necesario» e incluso «indispensable para la vida de la Iglesia Católica de nuestros días».