Las cuchillas están colocadas a ras de suelo en muchos de los puntos del perímetro vallado, y nunca a tanta altura como asegura el Gobierno
(Irene López Alonso, enviada especial a Melilla)- En su encuentro privado con el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, el Padre Ángel García le rogó que se dejara de eufemismos: «Llamar a las cuchillas concertinas es como llamar a las prostitutas mujeres de la vida«, le dijo al representante del Ejecutivo en la ciudad autónoma, con quien conversó sobre el problema de la valla fronteriza con Marruecos.
Sin embargo, El Barkani insistió en que las cuchillas son «elementos disuasorios» o «mecanismos anti-intrusivos», y además alegó que estas cuchillas están colocadas a ocho metros de altura. Sin embargo, tanto los periodistas como el Padre Ángel y el vicepresidente de Mensajeros de la Paz, Vicente Álvarez, pudimos comprobar que las cuchillas están colocadas a ras de suelo en muchos de los puntos del perímetro vallado, y nunca a tanta altura como aseguraba el delegado.
Al Padre Ángel la situación de Melilla le recuerda lamentablemente a la tragedia vivida en Lampedusa. «Lampedusa fue la crónica de una muerte anunciada«, se mostraba de acuerdo el delegado del Gobierno que, sin embargo, quitaba importancia al asunto de la valla de Melilla alegando que «en Ceuta ya las pusieron y no hubo este escándalo internacional», y que además responsabilizaba de todo el problema migratorio a las mafias.
«Las mafias no se suben a las alambradas, están en despachos de moqueta», replicó el Padre Ángel al representante político, a quien entregó la paloma de la paz emblema de Mensajeros y un texto del Papa sobre la necesidad de tratar a los inmigrantes con ternura.
«No nos gusta lo que está pasando, creo que puede haber otras formas de cooperación con el Tercer Mundo», afirmó El Barkani, que además añadió que los países pobres «son los que sostienen al Primer Mundo».
«Pues propóngalo, que a usted le harán caso», le exhortó el Padre Ángel antes de concluir el encuentro. Y la paloma blanca quedó en la mesa del despacho de este político melillense y musulmán, quizá como recordatorio de los deseos de paz de las personas que todavía esperan, y sufren y se hieren, del otro lado de la valla.
Eufemismos y parques temáticos
Sin embargo, los portavoces del Gobierno melillense intentan defenderse matizando que las cuchillas «son sólo un refuerzo de lo que ya existía». Califican la polémica surgida en torno al tema como «un debate artificial, una auténtica ficción», e incluso se quejan de la afluencia de periodistas y activistas de diversas ONG de defensa de los derechos humanos que en los últimos días se acercan a la valla para comprobar y denunciar la colocación de las cuchillas: «La valla es un elemento de seguridad, no un parque temático«, dijo una trabajadora de la Delegación de Gobierno en Melilla.
«Aunque les intenten cambiar el nombre y digan que tienen función persuasiva, las cuchillas están ahí», corroboró el Padre Ángel, que a pesar de todo se siente optimistay cree que pronto retirarán las cuchillas. «No podemos llegar a Navidad así«, reclamó.