Acudieron los Reyes, los Príncipes, los ex presidentes del Gobierno, el Ejecutivo en pleno y presidentes autonómicos
«La concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha de serlo también, ahora y siempre, entre los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas?». El cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ofició esta tarde en la catedral de La Almudena el funeral de Estado por Adolfo Suárez, junto al cardenal Sistach, el presidente del Episcopado Ricardo Blázquez, y el castrense Juan del Río.
Durante su homilía, Rouco destacó la «larga, limpia y generosa trayectoria» de Suárez, y clamó por «admitir nuestra deuda con nuestro hermano Adolfo». Las palabras del cardenal de Madrid fueron seguidas por centenares de personas, que desde horas antes se agolpaban para encontrar sitio en la catedral.
«Buscó y practicó tenaz y generosamente la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la guerra civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar», subrayó el purpurado, en una frase que a buen seguro causará polémica en las próximas horas.
Pocos minutos antes del inicio de la ceremonia entraron al templo los Reyes -muy emocionados durante todo el acto- y los Príncipes de Asturias. También, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y sus tres antecesores en el cargo (Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero), el Ejecutivo casi en pleno (sólo faltó De Guindos) y representantes de todos los poderes del Estado y presidentes de las autonomías. También el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Una nueva y necesaria muestra de unidad, que sólo se vio manchada por la presencia en el templo del dictador ecuatoguineano Teodoro Obiang, sentado junto al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, así como el primer ministro marroquí, Abdelilah Benkirán; los viceprimeros ministros del Reino Unido, Nick Clegg, y de Portugal, Paulo Portas, y el vicepresidente argentino, Amado Boudou.
En su breve homilía, Rouco Varela incidió en que la plegaria que Suárez hizo de su vida «es hoy nuestra plegaria. Es la plegaria de España«. «Son el eco y el testimonio emocionado de profundos sentimientos de estima y gratitud para con aquella persona que sirvió a los españoles con rectitud y fortaleza ejemplares en uno de los momentos más cruciales de su historia contemporánea» apuntó el cardenal, recordando las «interminables colas ante su cadáver» en el Congreso de los Diputados.
«Gente sencilla y de buena voluntad», que nos muestran cuál fue «el significado más profundo que sostuvo la vida de Adolfo Suárez», y su trabajo político, pese a las dudas, las traiciones y los problemas. Por ello, pidió «admitir nuestra deuda» con el ex presidente del Gobierno y «enfrentarnos honradamente» con «las experiencias que rodearon su vida» y la de la España que pilotó.