No hay una única cultura ni una sola forma de amar al país. Debemos preservar la convivencia sabiendo que la diferencia es un patrimonio colectivo
El obispo de Girona, Francesc Pardo i Artigas, ha defendido la consulta que el Govern quiere convocar para el 9 de noviembre en la hoja parroquial de este domingo: «Conocer qué desean los ciudadanos es fundamental para asumir decisiones, sean las que sean, y para configurar el presente y el futuro».
«Siempre es necesario el discernimiento, la información, el razonamiento y la posibilidad de decidir«, destaca en la hoja parroquial, a la que ha tenido acceso Europa Press.
Remarca que los ciudadanos deben ser «conscientes de que nadie es propietario del país y de que no hay una sola cultura ni una sola manera de quererlo«. (RD/EP)
Texto íntegro de la hoja parroquial:
Preparando el nuevo curso…
Pensando en el nuevo curso, que de hecho iniciamos esta semana, preparando el retorno al «cole», escogiendo actividades, asumiendo responsabilidades, celebrando la Diada nacional de Cataluña, organizando nuevamente la vida de cada día, he recordado las recomendaciones que san Pablo hace a los cristianos de Filipos: ¡Alegraos siempre en el Señor!, os lo repito, ¡alegraos! Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta… Y el Dios de la paz estará con vosotros» (Fl 4, 4-7).
– Alegraos siempre. No se trata de una alegría cualquiera, sino de aquella que proviene del Evangelio, de vivir acompañados por Jesús, de confiar en Él, de dejarnos transformar por Él. Una alegría que no es resultado del éxito, de la fama, del
reconocimiento, de la suerte, sino del amor recibido y ofrecido y del sentido que tiene nuestra vida.
–Tratemos bien a toda persona, tanto las que nos son más próximas como las más alejadas por sus posiciones y talantes… En todos los niveles de nuestra relación familiar, vecinal o social, no hemos de responder a las descalificaciones con otras, sino valorar la diferencia manteniendo el respeto mutuo. Debemos preservar la convivencia sabiendo que la diferencia es un patrimonio colectivo. Hemos de saber construir puentes de «comunión», exigencia fundamental para nosotros los
cristianos.
–Interesaos por todo aquello que es auténtico, respetable, justo, amable… todo lo que es virtuoso y digno de elogio…
Pensando en Cataluña (11 de septiembre) y en todos nosotros, ciudadanos de Cataluña. Seamos conscientes de que nadie es propietario del país, y de que no hay una única cultura ni una sola forma de amarlo. Es prioritario esforzarse en la búsqueda del bien común más allá de la propia manera de pensar y más allá de cualquier estrategia. Concretamente, se debe defender lo que sinceramente creemos que es mejor para los ciudadanos, pero al mismo tiempo siendo respetuosos, justos, amables respecto de las personas y grupos que tienen posturas diversas en relación con Cataluña y su encaje en España. Al mismo tiempo, es necesario el discernimiento, la información, el raciocinio y la posibilidad de decisión… Considero vigente mi reflexión del 8 de septiembre del pasado año (2013). Conocer lo que deseamos los ciudadanos es fundamental para asumir decisiones, sean las que sean, y para configurar el presente y el futuro.
–El Señor está cerca. Nada os preocupe… la preocupación por lo que viviremos o nos pasará este curso es normal en todos los ámbitos de la vida. Pero, al mismo tiempo, hemos de sentirnos acompañados por el Señor y fiarnos de su promesa: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos». No es que su presencia solucione automáticamente los problemas, pero si que configura nuestras actitudes y sentimientos.
-Y acudamos a la plegaria para dar gracias y pedir. No dudemos de la fuerza de la plegaria. Si aprendemos a convertir en plegaria los problemas, las debilidades, los interrogantes, las necesidades, las razones del sufrimiento, las dudas… nuestra comprensión respecto a las personas y los hechos será nueva y distinta.
¿Por qué no lo intentamos?