Su teología, como la de otras muchas organizaciones católicas del sector más ultraconservador y "talibán" de la Iglesia, está más cerca del Concilio de Trento que del Vaticano II
(José M. Vidal).- La Diócesis de Tui-Vigo ha destituido al fundador de Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, Miguel Rosendo, por su «conducta moral», después de investigar varias denuncias de prácticas sexuales y otras que lo señalan por prácticas sexuales ligadas a un comportamiento sectario.
Funciona como una secta, pero tiene la cobertura de la Iglesia católica. Se llama Orden y Mandato de San Miguel Arcángel y gozaba, hasta ahora, de una etiqueta canónica que la colocaba por encima de la sospecha sectaria: Asociación pública de fieles, aprobada por la diócesis de Tui-Vigo. Pero su filosofía, su funcionamiento y su teología subyacente son propias de las sectas. En este caso, una secta incrustada en el corazón de la Iglesia gallega.
Orden y Mandato de San Miguel Arcángel fue erigida canónicamente como asociación pública de fieles en 2009 en la diócesis de Tui-Vigo, regida entonces por monseñor Diéguez Reboredo. Su casa madre estaba en Porto Mougás, Santa María de Oia (Pontevedra). En sus estatutos canónicos, presentados para su homologación eclesial, dice que su carisma es «la oración y el servicio» y que está integrada por «familias, jóvenes, matrimonios y consagrados miguelianos y consagradas miguelianas».
Así se definen a si mismos: «La Orden y Mandato de San Miguel Arcángel promueve entre sus miembros un profundo sentido del apostolado desde el espíritu de la familia cristiana. Como hijos de la Santa Madre Iglesia, con ayuda de nuestra devoción al Arcángel San Miguel, nuestro patrón, y la intercesión de la Inmaculada Concepción vivimos nuestra fe alimentándonos en la Santa Misa y formándonos en el Catecismo de la Iglesia Católica».
Según sus propios estatutos, «la Comunidad lleva a cabo su misión mediante la oración y el servicio; en la unión entre la contemplación y la acción; entre la vida afanosa de Marta y el amor de María. Los Miguelianos y Miguelianas en su Reglar (convento) se dedican a la oración mental y litúrgica. Rezan el Oficio Divino completo (con las horas menores incluidas), el Santo Rosario y tienen la adoración del Santísimo Sacramento los jueves eucarísticos. Su servicio se revela en un apostolado diverso: ministerio musical, catequesis de niños, atención a mayores y enfermos, colaboración en parroquias, visitas a las cárceles, campamentos juveniles».
Literatura pseudo religiosa, para esconder una organización absolutamente piramidal, que giraba en torno a su fundador y líder máximo, Miguel Rosendo. Laico, casado y con hijos, aficionado a la música y a la herboristería, Miguel fue reuniendo su alrededor un grupo de personas (gran parte de ellas procedentes del ámbito de la droga) a las que rescataba de una dependencia e instauraba en otra: la dependencia religiosa encarnada por su propia persona.
En un primer momento utilizó el gancho de la música. De hecho, orden y Mandato ha grabado varios discos, tiene alguna de sus canciones que se interpretan en muchos ámbitos religiosos y su coro cantó para el Papa Benedicto en la JMJ de Madrid 2011.
Poco a poco, Miguel Rosendo fue formando una organización piramidal, con rangos y grados, que van desde los «primicios» (los que están en la primera etapa de formación), pasando por los niños más pequeños o «huellitas de ángel», los adolescentes «camino a la huella», Hasta los adultos o «huella» y los consagrados «hermanos o hermanas miguelianos/as».
Todo en ellos suena a raro y estrambótico. Desde el léxico que utilizan hasta sus propios uniformes: chillones, llamativos, con una mezcla de colores azul oscuro y amarillo chillón, que llaman mucho la atención pero casi molestan a la vista. Pertenecen a la galaxia de organizaciones como los Franciscanos de la Inmaculada, los Heraldos del Evangelio o los propios Legionarios de Cristo.
Su teología, como la de otras muchas organizaciones católicas del sector más ultraconservador y «talibán» de la Iglesia, está más cerca del Concilio de Trento que del Vaticano II. Sus centros de incidencia, en este caso, son el arcángel San Miguel (y su enemigo, el Diablo), un Dios entendido como Juez Supremo y castigador que premia a los buenos y castiga a los malos, y una devoción a la Virgen estereotipada. Todo en su doctrina huele a rancio y superficial.
Lo sorprendente es que, con estas cartas de presentación, este look y esta organización cuasimilitar tan sospechosa, Orden y Mandato haya sido aprobada por la diócesis gallega de Tui-Vigo. El anzuelo que utilizó Miguel Rosendo para hacer picar al obispado gallego fue el de las vocaciones.
En pleno invierno vocacional, los obispos buscan sacerdotes y religiosas hasta debajo de las piedras y, cuando alguien se los ofrece, apenas ponen reparo ni examinan qué tipo de consagrados y consagradas les están ofreciendo. Y es que, en la Iglesia, tampoco es oro todo lo que reluce. Ni siquiera bajo la advocación del arcángel que aplastó la cabeza del dragón infernal.