Un ejemplo para mi es lo que estáis haciendo desde Religión Digital. Tenéis una cantidad de seguidores eficientes
(José Manuel Vidal)- David López es una «rara avis» en el universo mediático español. Laico, casado, con dos hijos, compagina su trabajo como director de El Correo de Andalucía con su labor de colaboración en la Fundación Juan Ciudad. La Orden de San Juan de Dios ha estado de actualidad últimamente por la epidemia de ébola, sobre la que David dice que «ojalá no fuera el susto y el miedo lo que mueva a los países desarrollados a actuar contra el ébola, sino la sensatez y el compromiso social».
Dirige el periódico desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, los cuales considera «más progresistas que los de cualquier partido político», y defiende que «en los medios de comunicación de la Iglesia, la gente debería expresarse con educación y pedagogía».
«Me dan miedo los católicos que pontifican«, concluye este cristiano comprometido, «porque el católico debería estar, por definición, abierto a los demás».
¿Compaginas estos dos trabajos, y alguna otra actividad?
Soy profesor de Sociología de la Enpresa en la Universidad Pontificia de Comillas-ICADE, pero este año he pedido una excedencia. Tendré sólo una clase en el segundo semestre, porque creo que también es importante conservar y satisfacer el gusanillo de la docencia.
Lunes, martes y miércoles estoy en Madrid trabajando al servicio de la Fundación Juan Ciudad, y a partir del jueves estoy en Sevilla con un equipo maravilloso de personas que hace posible que yo pueda colaborar y trabajar también al servicio de este medio de comunicación.
Como miembro de la Fundación Juan Ciudad, de la Orden a la que pertenecían los dos misioneros fallecidos por ébola ¿cómo te sentiste al enterarte de que una trabajadora sanitaria española estaba contagiada? ¿Cómo ha reaccionado la Fundación?
Yo sentí una verdadera tristeza por la persona afectada. No te puedo hablar de una reacción concreta por parte de la Fundación, porque todavía no he tenido tiempo de hablar detenidamente con sus miembros, pero lo que puedo decir es que desde Juan Ciudad tenemos interés en llamar la atención sobre el hecho de que este problema afecta mayoritariamente a África. África es un continente virtualmente abandonado, dado que la preocupación de los países desarrollados por lo que allí sucede es mínima. A nada que pudiéramos invertir en políticas sanitarias, y que pudiéramos colaborar de una manera sistemática y no interesada con los Gobiernos africanos, ciertamente los problemas de salud que la gente de allí padece quedarían reducidos a su mínima expresión.
¿Crees que para atajar ése y otros problemas, la salida es invertir allí?
Sí. Desde el año 94 al 99 fui director de Cooperación Internacional de Cáritas, y siempre he sido muy crítico con los métodos y procedimientos de lo que llamamos Cooperación Internacional. Creo que la cooperación debe ser una alianza entre el mundo social (el mundo de las organizaciones sociales, iglesias, ONG…) el mundo empresarial (inversores) y el mundo de los políticos.
El problema es que en muchos de estos países la situación política es muy inestable, y no ayuda para nada a un proyecto de recuperación social. ¿Por qué vienen tantos inmigrantes a Europa, por la puerta de España? Pues porque evidentemente tienen todo el derecho de salir de sus situaciones de extrema pobreza, y venir a lo que ellos consideran que son situaciones mucho mejores. Por eso tenemos una sociedad de contrastes: hay quien llega a Europa vía España, vía Grecia o vía Italia y está feliz; mientras que aquí tenemos una situación económica y de desempleo que nos produce angustia vital. Para los que llegan, es la tierra prometida. Para los que ya están aquí no es tan feliz. Se trata de un problema global, que hay que intervenir con sincera preocupación. No sirve de mucho hacer muchas obras de cooperación si cuando los europeos nos vayamos se van a venir abajo.
Un continente olvidado por parte de los políticos, pero seguramente el continente predilecto de los misioneros…
Efectivamente. Mi experiencia vital es que el misionero nunca abandona su tierra, aunque haya conflictos. De hecho, los hermanos de San Juan de Dios permanecieron en Liberia mientras había conflictos armados. A pesar de la total inestabilidad, muchos religiosos permanecieron allí. Por eso creo que los misioneros son un testimonio vivo, un ejemplo de coherencia y de implicación social, que deberían ser mucho más escuchados, independientemente de las ideologías políticas. Son personas que tienen mucho que aportar desde los puntos de vista educativo, sanitario, social y económico. No olvidemos que los misioneros han puesto en marcha muchos proyectos económicos, como cooperativas y pequeñas empresas. ¿Por qué se olvida esto? Se obvia porque tenemos una clase política que es incapaz de reconocer que tiene mucho que aprender de los demás.
¿Os siguen llegando mensajes positivos y de felicitación por la labor llevada a cabo por los dos padres fallecidos, Pajares y García Viejo?
Sí, nos siguen llegando mensajes muy positivos, de agradecimiento por el trabajo que hicieron estos religiosos en particular, y los Hermanos de San Juan de Dios en particular. Como las misioneras de la Inmaculada Concepción y tantos otros religiosos que están también en estos países, y cuya labor y cuya presencia salva muchas vidas.
A pesar de que la epidemia de ébola en Liberia y Sierra Leona persiste en su gravedad, habéis enviado un nuevo equipo de voluntarios…
Efectivamente. En Liberia está nuestro coordinador de proyectos de la Fundación Juan Ciudad, un laico, junto a nuestros religiosos africanos. Roberto es una persona maravillosa, una persona sensible que, a pesar de tener mujer e hijas, ha tenido la valentía de ir a colaborar a este país. Creo que desde luego la opción que ha tomado es meritoria. Sin embargo, ¿quién habla de Roberto? No sabemos. Pero bueno, lo importante es que es un hombre que se ha comprometido a nivel personal y profesional. Él es uno de los grandes implicados positivamente en el desarrollo social de estos países.
¿El hermano Justino está también allí?
Sí. Es un hermano de San Juan de Dios que está trabajando para reabrir el hospital que quedó totalmente cerrado.
¿Hay esperanza de que pueda atajarse la enfermedad para que no haya más muertos?
Mi opinión personal (no institucional) es que, si no conseguimos que los Gobiernos desarrollados ayuden a sistematizar un plan de actuación sanitaria, en el que trabajemos conjuntamente ONGs, fundaciones, instituciones de Iglesia, las Naciones Unidas y los Estados; difícilmente se va a poder erradicar el ébola de una manera inmediata. Soy muy pesimista.
¿O sea que es necesario un llamamiento apremiante a las instituciones políticas europeas y mundiales para que se tome otra estrategia no sólo de cara al ébola, sino a todos los problemas que asolan a África?
Efectivamente. Yo quiero hacer un llamamiento a todos los responsables políticos de Europa, de Estados Unidos, de Canadá y del resto de países desarrollados, para que verdaderamente trabajen y califiquen conjuntamente. Que no sea el susto y el miedo lo que les mueva a actuar, sino la sensatez, la razón y el compromiso social.
¿La vacuna va para largo?
No tengo mucha información, pero por lo que tengo entendido, no es algo que se pueda conseguir inmediatamente.
¿Cómo llegaste a la dirección de uno de los principales periódicos de Andalucía?
Llegué de una manera totalmente imprevisible e imprevista, sin buscarlo. Contactó conmigo un empresario que decidió comprar este medio de comunicación con el objetivo de volver a lo que serían los orígenes de El Correo. Es decir, recuperar el espíritu o el ideario del cardenal Espinola, que fue quien lo fundó hace 115 años. Espinola era un hombre con una gran visión social y una implicación muy importante en la vida diaria, que fundó también una congregación. Estaba muy preocupado por el tema educativo, y también por los círculos cristianos de trabajadores (los sindicatos al uso de la época). Entonces este empresario compró este medio porque quería recuperar los principios del cardenal Espinola, y me pidió que le echara una mano. Él me conoce, y entendió que era la persona que podía colaborar en esto. Yo intenté profundizar en la vida del beato Espinola, y empecé a colaborar y a trabajar poco a poco con los periodistas y redactores de este medio (que por cierto, fueron salvados del despido inmediato al que se iba a proceder, porque se iba a cerrar el periódico). A Dios gracias entró en juego este empresario, Antonio M. Vallejo, y yo me dediqué los primeros meses a asesorar a los trabajadores sobre el pensamiento del cardenal Espinola. Hasta que llegó un momento en que Antonio M. Vallejo me propuso que asumiera la dirección de los medios (porque compró también una televisión local: El Correo de Andalucía Televisión, que por cierto, tiene bastante éxito en Sevilla y en los alrededores, y en el mundo entero gracias a que se puede ver por internet también).
Yo lo estuve pensando junto a mi mujer y mis hijos, y dado que en la Orden Hospitalaria tenía media jornada (20 horas semanales) decidí finalmente implicarme con otras 20 horas en este proyecto. Porque soy de los que creen que, si el equipo es bueno, la labor de un director debe ser la de motivar, animar, posibilitar, entusiasmar, y que las personas fluyan por sí mismas.
Tengo una persona, un subdirector, que dirige el día a día. Él lleva toda la dinámica y la operativa del periódico, que sale cada día. En la televisión también hay una directora magnífica, y ahora hemos puesto en marcha un periódico deportivo que está encajando y posicionándose muy bien.
Gracias a todo este equipo el proyecto va «viento en popa». Muy positivamente.
Antonio M. Vallejo fue animado por el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, a comprar el periódico, que venía de una situación desastrosa. De hecho, yo le recomendé a Antonio que no comprara este medio de comunicación, y no me hizo caso. Y ahora me doy cuenta que hizo muy bien en no hacerme caso, porque estamos demostrando que somos capaces de salir adelante.
Hemos recuperado la línea de justicia social, de compromiso y de implicación, que resumimos en tres pilares: que sea coherente, que sea un medio que ayude a pensar y a educar, y que sea plural. Siempre desde la sensatez.
Algunos dirán que hago propaganda porque la línea editorial está marcada por las tribunas que escribe el director, que en este caso soy yo. Pero lo cierto es que en ellas queda nítidamente clara cuál es nuestra inclinación, basada en la coherencia y en la dimensión educativa del cardenal Espinola.
A finales del siglo XIX la reina escribió al cardenal Espinola quejándose por la inclinación política que tenía el periódico, y él le contestó a Su Majesta que el periódico no era «ni de las derechas, ni de las izquierdas», ni de unos ni de otros. Lo que quiere el periódico es que la gente pueda implicarse socialmente, reflexionar sobre la justicia social, comprometerse por el desarrollo económico y social… De hecho, nuestro esquema está basado en la economía social de mercado, que es un alegato en favor de la humanidad. La economía del bien común, que es la línea social y económica de nuestro periódico. Un periódico que hemos levantado cuando estaba prácticamente por cerrarse.
¿O sea que volvéis a las claves de la Doctrina Social de la Iglesia?
Sí. Yo pienso que no hay reflexión, escritos o ideas más avanzados o más progresistas que la Doctrina Social de la Iglesia. Y el documento del Papa Francisco «La alegría del Evangelio» es un compendio o un acopio de toda esta doctrina.
Él no tuvo reparos en llamar la atención a una empresa multinacional que, buscando la deslocalización, pretende dejar sin trabajo a mucha gente en Italia.
¿Crees que El Correo puede volver a ser un referente entre los medios católicos, como lo fue por ejemplo en la época de José María Javierre?
Para mí José María Javierre fue el mejor director que ha tenido El Correo. Fue un hombre verdaderamente implicado con la sociedad. Pero ahora no somos un medio católico. El empresario que lo ha comprado es un hombre de principios cristianos, pero tampoco le he preguntado si es católico o no. Es un hombre comprometido socialmente, un hombre de valores cristianos. Per no queremos ser un medio con el apellido católico. Somos un medio que, desde la justicia social y desde los principios del cardenal Espinola, redescubre la Doctrina Social de la Iglesia como algo que va más allá del ámbito católico.
Yo evidentemente soy un católico practicante, y el medio de identifica con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia como principios progresistas.
Creo que ningún partido político tiene principios tan progresistas como la Doctrina Social de la Iglesia, y esto es algo que yo les recuerdo mucho a los políticos.
Sin embargo, eso es algo que no se proclama abiertamente… al menos hasta ahora.
Efectivamente, porque en el fondo, creo que nos confronta. Es decir, si un católico pone en práctica la Doctrina Social de la Iglesia, se verá obligado a repensar cómo lleva su vida, cómo se implica socialmente, qué grado de colaboración con la sociedad tiene… A nivel personal y a nivel empresarial.
Partiendo de esos principios habéis decidido no despedir a nadie…
Eso es. Decidimos que había que salvar a todo el mundo, y así ha sido. Y no sólo eso, porque además se ha contratado a unas 50 personas más (para a televisión, el periódico deportivo, la página web, etc.). Ahora vamos a poner en marcha también una radio, con lo cual, se está contratando a más gente. También nos hemos opuesto al tema de los freelance, porque en el medio de comunicación hay mucho autónomos. Pero nosotros hemos decido contratar según convenio, como dice Antonio, «como Dios manda».
Durante el proceso de selección me ha tocado ver a gente literalmente llorando al saber que había sido contratada. Padres de familia que ya no cobraban ni el desempleo, o trabajando en condiciones paupérrimas. A esa gente se le ha dado estabilidad, y eso es lo más importante para ellos. Es una apuesta decidida que hemos hecho, porque creemos que desde la comunicación se pueden hacer cosas diferentes.
¿Habéis saneado el estado económico del medio?
Estamos prácticamente empatados. Hay algún medio del conjunto que ya está teniendo ganancias, lo que nos permite equilibrar la cuenta de resultados.
Todo empresario quiere ganar dinero, pero no es lo mismo ganar un 2% que un 25%. Eso también depende de los principios éticos. Antonio ha dicho públicamente que si El Correo llega algún día a tener ganancias, las ganancias se repartirán entre los propios trabajadores. Porque a fin de cuentas este proyecto sale adelante por el esfuerzo de todos.
Hace un año pusimos en marcha una sección que se llama «por derecho», y que parte de los derechos fundamentales y de la Constitución, y nos acaban de dar un premio por ese mérito. Es una sección de monográficos sobre la inmigración, la trata de blancas, etc.
¿Crees que ese modelo es extrapolable a los medios de la Iglesia (como la COPE o 13 Televisión)? ¿Es posible que los medios de comunicación eclesiásticos se basen realmente en la Doctrina Social de la Iglesia?
Sinceramente, 13 TV la veo poquísimo y la COPE la sigo sólo en parte. A título personal, creo que los medios de comunicación de la Iglesia tienen que renovarse. Tienen que cambiar el discurso que hacen a veces y la manera como transmiten las noticias. Si tienen esa voluntad de renovación, creo que la COPE podría ser una antena excelente para la Iglesia. No solo para la Conferencia Episcopal, sino para la Iglesia en su conjunto. Pero deberían hacer esfuerzos rompedores.
13 TV se podría aprovechar mucho si se enfocara desde otra perspectiva. Un ejemplo para mi es lo que estáis haciendo desde Religión Digital. Tenéis una cantidad de seguidores eficientes, es decir, que «pierden tiempo» en leer al menos 15 o 20 minutos al día vuestra página. Yo soy uno de ellos, pero conozco a unas 25 personas por lo menos que todo los días se conectan para leer Religión Digital durante una media de 25 minutos, que es una buena media.
Lo que yo recomendaría a 13 TV y la COPE es que os escuchasen a vosotros, que sabéis de todo esto.
¿Crees que la Iglesia debería recuperar el principio de la neutralidad política de la época de Tarancón? ¿Debería volver a ser una autoridad moral que no se decantase por ningún partido político, y que criticase a quien tuviera que criticar?
Creo que sí, que la Iglesia debería apartarse y no ponerse a favor ni de unos ni de otros. La posición de la Iglesia está clarísima, y la gente sabe muy bien cuál es su postura. Pero la Iglesia puede aportar mucho. Puede promocionar el debate y la reflexión, pero con ecuanimidad.
En los medios adscritos a la Iglesia la gente debería expresarse con educación y pedagogía. Y la Iglesia puede proponer desde sus principios doctrinales, pero sin ser fundamentalista. La Iglesia tiene mucho mensaje que transmitir y mucho bien que hacer. Hay mucho compromiso social en la Iglesia.
Yo conozco muchos sacerdotes y obispos con una visión muy comprometida de su misión pastoral. También religiosos y laicos que vivimos nuestra fe en nuestras parroquias y que estamos implicados socialmente. La Iglesia somos muchos. Somos el conjunto de personas que, desde la fe, se comprometen a transmitir un mensaje que ante todo es un mensaje de amor y comprensión. Nunca un mensaje de odio.
¿Por qué crees que hay laicos que hasta ahora mantienen una especie de «catolicismo vergonzante» y no se proclaman abiertamente católicos? Es muy raro que en España un director de periódico, como tú, proclame su fe públicamente.
Yo me proclamo católico pero totalmente respetuoso. Son mis principios los que me llevan a manifestar mi fe y mis opiniones, de forma respetuosa, coherente, pedagógica y plural (siguiendo la línea del cardenal Espínola). Que conste que yo no estoy adscrito a ningún movimiento, sino que pertenezco a la «marca blanca» de la Iglesia, como dice mi párroco. No sé por qué hay otros que lo ocultan. Supongo que por pudor. O porque, como te decía antes, el cristianismo compromete.
Yo asumo que cuando me examinan, o cuando acceden por ahí a averiguar cosas sobre mí, me pueden juzgar desde la óptica católica. Pueden preguntarle a mi párroco si tengo o no compromiso, si participo en el Consejo Parroquial cada vez que me lo piden… Supongo que ése es el motivo.
¿Crees que el influjo del Papa Francisco está ayudando a que en España se supere ese «catolicismo vergonzante»?
Yo creo que sí, que se está empezando a superar. Lo que hace falta ahora es un efecto multiplicador, y que los sacerdotes no tengan miedo a lo que dice el Papa. Porque es un Papa que rompe esquemas, y creo que hay gente que lo mira con recelo.
Algunos consideran que el hecho de que viva en Santa Marta en vez de en los apartamentos apostólicos, o que use los zapatos de siempre, son temas anecdóticos. Pero a mí me parecen muy importantes porque son simbólicos. Es decir, que imprimen un símbolo concreto. El Papa que venga después tendrá que valorar si vuelve a la antigua usanza…
Además los gestos llegan a la gente más que las encíclicas, que a veces son documentos muy densos y muy complicados. Porque no se hace el esfuerzo de hacerlas pedagógicas, de trasladarlas a un lenguaje mucho más usual.
¿Lo ha conseguido el Papa con la Evangelii Gaudium? ¿Es una exhortación que puede leer cualquier creyente?
Sí, efectivamente. En El Correo de Andalucía estamos empezando una sección que se llama «El hecho religioso», y tengo la ilusión de empezar otra contando experiencias de los cristianos de base: un grupo de catequistas, un proyectos social de una parroquia, un colegio, una madre de familia… Sería algo así como testimonios que den luz a la doctrina.
¿Es decir, que estáis recuperando la información religiosa? ¿Crees que tiene futuro la información religiosa bien tratada, a pesar de que parece que escapa, cada vez más, de los grandes medios?
Yo creo que tiene futuro, porque en este país aún hay un importante porcentaje de gente con formación cristiana a la que le pueden interesar esos temas, aunque no todos sean creyentes.
Nosotros no hemos nacido para quitar periódicos a otros medios de comunicación. Hemos nacido con unos principios de base. Si la gente opta por ellos, estupendamente. Estamos en el mercado. Y lo cierto es que la gente nos está comprando y nos está diciendo que les está gustando, porque estamos pasando de 2.000 y pico periódicos en quioscos a más de 4.000. Es decir, que a la gente le está gustando el producto que ofrecemos, que está tratado con inteligencia y con madurez, sin ser ñoño.
Siendo de Sevilla y viniendo de donde venís, me imagino que estáis pendientes de la piedad popular…
La verdad es que sí. En la televisión sobre todo le damos mucha importancia a la Navidad, la Semana Santa, etc., y hemos llegado a tener un millón de personas enganchadas por internet. Hace poco estuvimos grabando en Triana la Virgen de la luz, y tuvimos una media de 288.000 telespectadores. Tenemos un programa que se llama «La Pasión» y que va precisamente de piedad popular. Lo sigue muchísima gente.
También tratamos toros y caballos, algo que en Andalucía cuenta con muchísimos aficionados y que además da trabajo a mucha gente, más allá del concepto de «señorito» que a veces se tiene.
Hemos empezado también con un informativo que se emite todos los días a las 8 de la tarde, vamos a tener ahora un monográfico sobre economía, innovación y tecnología, que se va a regir por esos principios de la Doctrina Social de la Iglesia que marcan su proyección… etc.
¿Los medios con valores tienen cabida en nuestra sociedad, y pueden incluso ser rentables?
Creo que ante todo son necesarios. Yo a los periodistas siempre les digo que si estamos en la situación en la que estamos, también debe de ser porque hemos contribuido a ello. El periodista ha caído demasiado en ideologías políticas, y se ha encasillado. Es lo mismo que le ha pasado a la Iglesia, que se ha encasillado en unos principios ideológicos que corresponden a determinado partido político. Y esto hace mucho daño.
Creo que los periodistas tendrían que volver a tener una visión neutral, madura y sensata, aunque cada uno tenga sus principios. Creo que el éxito radica en esto.
¿Es difícil ser lo suficientemente plural como para acoger a las distintas sensibilidades sociales y eclesiales?
Te voy a poner un ejemplo. La semana pasada estuve con Amalia Gómez, que sabes que fue secretaria general de Asuntos Sociales. Es una mujer del Partido Popular, pero es una mujer muy centrada. Por lo tanto, si hay gente que puede lograrlo en la política, también podemos lograrlo los medios de comunicación. Nosotros lo estamos logrando, y yo se lo debo al equipo magnífico del que hablaba antes, que está sintonizando muy bien con lo que a mí me pide Antonio M. Vallejo como propietario del medio.
Os voy a confesar un secreto: a mí me gusta mucho correr. Corro 10 kilómetros al día, o bien por la mañana o bien por la noche, y empleo este tiempo para meditar y para rezar. Procuro equilibrarme, porque a fin de cuentas uno tiene que centrarse.
¿Cómo vive un aragonés en Sevilla?
Evidentemente los caracteres nos diferencian, pero creo que ya voy entendiendo la chispa y la gracia sevillana. No olvidemos que Sevilla fue capital del reino, y fue una ciudad abierta al mundo.
La verdad es que allí me siento muy acogido. El equipo está siempre muy pendiente de mí, y además pasear por las calles de la Sevilla antigua es una auténtica maravilla. Cada día descubres un rincón precioso. Yo me escapo a menudo a la catedral, donde está el retrato del cardenal Espinola, y le pido que nos eche una mano. Ya tengo mono de Sevilla, de disfrutar los reales alcázares, el sentido del humor del que tanto tenemos que aprender… Los andaluces son gente muy trabajadora y muy emprendedora. Muchos empresarios que están por todo el mundo son de Sevilla.
Como laico comprometido, ¿cómo valores el Sínodo? ¿Qué te parece que se aborden desde Roma temas tan candentes de la familia y de la moral?
Creo que es una gran oportunidad para la Iglesia. Como dice el Papa, no hay que tener miedo a hablar ni a decir lo que se piensa. Las cosas no están cerradas. El mundo no se puede circunscribir a unos principios doctrinales.
Creo que el éxito de la Iglesia se debe, además de a que ha estado animada por el Espíritu Santo, a que Pablo fue un hombre que supo entender la realidad y el medio social del mundo donde estaba. Por eso supo traspasar lo que Jesús nos dijo de Dios al mundo pagano.
Creo que el Sínodo es muy importante para la Iglesia, y que lo que en él se ha dicho va a marcar el futuro de la misión de la Iglesia en cuanto a la relación con las familias.
¿Estás de acuerdo en que, como dice el Papa, la misericordia debe ser la clave interpretativa principal para acercarse a los temas que afectan a la familia?
La verdad es que sí. El Papa no se cansa de repetir la importancia de la misericordia. A mí me dan miedo los católicos que pontifican, porque creo el católico es universal por definición, y por lo tanto es una persona abierta. Abierta a los demás. Eso significa entender y comprender, vivir por los demás. Si no, estamos haciendo todo lo contrario a lo que marca nuestra fe.
¿Los católicos y la jerarquía estamos siguiendo el ritmo del Papa? ¿O parece que va demasiado por delante?
Yo lo sigo, y sé que en mi parroquia lo estamos siguiendo. La Evangelii Gaudium es el documento de trabajo que estamos utilizando ahora los laicos comprometidos, por ejemplo. Pero está claro que el Papa está diciendo cosas que parecen chocantes. ¿Por qué no va a estar la Iglesia abierta a los divorciados? Yo tengo amigos divorciados que ciertamente son gente comprometida, gente que cree, gente abierta a la fe. Lo mismo pasa con la homosexualidad: ¿quiénes somos nosotros para juzgarlos y condenarlos? Si son gente excelente y maravillosa que se preocupa por vivir su fe. ¿Por qué tenemos que tener miedo de todo esto?
¿Nadie para la primavera en primavera?
Efectivamente, la primavera es imposible pararla. Y creo que para la Iglesia de España, ésta es una primavera nueva.
Algunos titulares:
-África es un continente virtualmente abandonado. La preocupación de los países desarrollados por lo que allí sucede es mínima
-Si colaborásemos de una manera sistemática y no interesada con los Gobiernos africanos, los problemas de salud que la gente de allí padece quedarían reducidos a su mínima expresión
-Los misioneros deberían ser mucho más escuchados, independientemente de las ideologías políticas
-Tenemos una clase política que es incapaz de reconocer que tiene mucho que aprender de los demás
-Ojalá no fuera el susto y el miedo lo que mueva a los países desarrollados a actuar contra el ébola, sino la sensatez, la razón y el compromiso social
-No hay reflexión, escritos o ideas más avanzados o más progresistas que la Doctrina Social de la Iglesia.
-Ningún partido político tiene principios tan progresistas como la Doctrina Social de la Iglesia
-En los medios de comunicación de la Iglesia la gente debería expresarse con educación y pedagogía
-No estoy adscrito a ningún movimiento, pertenezco a la «marca blanca» de la Iglesia
-El mundo no se puede circunscribir a unos principios doctrinales cerrados
-Me dan miedo los católicos que pontifican, porque el católico debería estar, por definición,abierto a los demás
-Si no actuamos con misericordia, estamos haciendo todo lo contrario a lo que marca nuestra fe