Patino: "Suprimir los Acuerdos sería como suprimir los cambios de vía en las estaciones, con lo que se produciría un inevitable choque de trenes, una catástrofe"
(José Manuel Vidal).- Un ensayo de atrio de los gentiles. El nuevo arzobispo de Madrid , Carlos Osoro, debatiendo con el flamante ministro de justicia, Rafael Catalá, moderados por el ex secretario general de CCOO, José María Fidalgo, en la sede laica de la IE Business School de Madrid. Ayer por la noche, ante un público mayoritariamente económico-financiero y sobre el eterno tema de las «relaciones Iglesia-Estado».
Entre los presentes eclesiásticos, tres secretarios de comisiones episcopales (José Luis Pinilla, Antonio Cartagena y Josetxo Vera) o el incombustible padre Martín Patino. Entre los laicos, numerosos altos funcionarios y exponentes del universo financiero. «Es un signo de los nuevos tiempos eclesiales: salir de la sacristía y dialogar con las fuerzas sociales y en su campo», decía Pinilla, director del secretariado de la comisión episcopal de migraciones, antes de que comenzase el acto.
El debate se inició con unas palabras del moderador y presentador, José María Fidalgo, pidiendo disculpas por el retraso del ministro y del arzobispo «ocasionado por el tráfico». A continuación presentó al «panel de lujo: al nuevo arzobispo y al nuevo ministro , que aceptaron a la primera».
Un debate sobre relaciones Iglesia-Estado en el día del cumpleaños del Papa, efemérides que aprovechó Fidalgo para «felicitar al padre Jorge que es un líder que ha generado tal movimiento de simpatía y tal expectativa que merece todo tipo de apoyo social». Y añadió: «Es una persona que transmite que entiende los problemas de la gente y está de parte de la gente«.
Abrió la sesión Carlos Osoro, en una corta pero profunda reflexión (para la que el moderador le concedió un cuarto de hora) sobre las relaciones de la Iglesia con la sociedad. A su juicio, la Iglesia es una institución reconocida globalmente y que mantiene relaciones diplomáticas con casi todos los países del mundo, excepto con 18. Y la mayoría de éstos últimos son dictaduras o teocracias, como Arabia Saudita.
El nuevo arzobispo madrileño trató de demostrar en su corta intervención que la Iglesia cumple una incontestable «función social» y, por lo tanto, «es un bien social». Un bien social que hunde sus raíces en el «principio de la encarnación», cuyo «misterio prolonga la Iglesia, para mostrar en la sociedad el rostro de un Dios que se encarnó y que pasó por el mundo haciendo el bien».
Para ilustrar la función social de la Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Maestro, monseñor Osoro adujo tres encuentros evangélicos de Jesús (el del ciego de nacimiento, el de Zaqueo y el de la samaritana) y una parábola (la del buen samaritano).
Tres encuentro y una parábola que ejemplifican a las mil maravillas el objetivo de la Iglesia en el mundo: promover la verdad, transformar la sociedad e instaurar la projimidad. «La Iglesia quiere seguir prolongando la presencia de Cristo en el mundo». Y aunque «a veces, no ha mostrado el rostro verdadero que tiene que mostrar» son «muchas más las páginas escritas de mediación» en la historia.
Precisamente sobre la mediación del Papa en la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, Osoro aseguró que las mediaciones de la Iglesia «nunca son de imposición, de descarte de otros, de olvido de los que más lo necesitan. Son para hacer más palpable lo que es el humanismo cristiano».
Por su parte, Rafael Catalá, se centró en las relaciones entre la Iglesia y el Estado para destacar que España se sitúa «a la vanguardia de los sistemas jurídicos en libertad de religión y de conciencia». Además, aseguró que este tipo de relaciones en España gozan de «muy buena salud».
Catalá afirmó que se puede decir que España es «un Estado laico y aconfesional» pero que tiene «la obligación de cooperar con las confesiones». En esta línea, defendió que gracias a los principios de igualdad, respeto, libertad religiosa y tolerancia se ha conseguido «que la cuestión religiosa no sea un elemento de polémica sino de convivencia y desarrollo«.
En el marco de lo que el ministro denominó «una laicidad positiva», Catalá alabó la labor de la Iglesia y de sus instituciones, como Cáritas, los misioneros o los centros educativos concertados.
En el turno de intervenciones, el jesuita Martín Patino, pidió a la Iglesia que deje de hablar «desde un tono de dominio, desde el que nunca hablará monseñor Osoro» y al Estado que mantenga la «sana cooperación con la Iglesia». En ese sentido, apoyó el mantenimiento de los Acuerdos Iglesia-Estado, porque «suprimirlos sería como suprimir los cambios de vía en las estaciones, con lo que se produciría un inevitable choque de trenes, una catástrofe«.
Monseñor Osoro, por su parte, recordó que España tiene relaciones con la Santa Sede desde 1480, aunque ya antes, incluso los visigodos, tenían enviados en Roma. Y concluyó al respecto: «La historia tiene que valer para algo».