El juez detalla los abusos del clan Romanones

‘Caso Romanones’: ¿Prescribirán los hechos?

¿La Iglesia apartará a todos los curas imputados?

'Caso Romanones': ¿Prescribirán los hechos?
Román, el líder del clan

En su pormenorizado auto, el juez informa del relato del primer caso, que denunció el 14 de octubre del pasado año ante la Fiscalía de Granada el asunto, por haber sido víctima de continuados o permanentes abusos sexuales por parte de un grupo de sacerdotes incardinados en la Diócesis de Granada, desde el año 2004, cuando tenía 14 años y hasta el año 2007 cuando ya contaba 17 años de edad. Actualmente tiene 24 años y se declara miembro supernumerario del Opus Dei

Según explicó el joven, que denunció su caso ante el Arzobispado de Granada y posteriormente por carta a la Santa Sede, comenzó a ir a misa los domingos junto a un amigo a la Iglesia de San Juan María Vianney, donde era párroco el principal acusado.

Éste, el considerado líder del clan de los ‘Romanones’, les propuso entonces ayudar como monaguillos, y durante ese tiempo, comenzaron a acudir a los encuentros que tenían un grupo de sacerdotes para realizar actividades de convivencia y descanso.

Ya en 2004, el niño comenzó a pasar mucho tiempo en la Casa Parroquial y también en la vivienda de los imputados, en la urbanización Los Pinillos de Cenes de la Vega, donde finalmente ocurrieron los hechos más graves y relevantes penalmente.

El padre Román le proponía quedarse a cenar, para después quedarse a dormir y ver alguna película, diciéndole que veía en él «una gran vocación para el sacerdocio», y que por ese motivo tenía que compartir con el grupo de sacerdotes su modo de vida.

Cuando se quedaba a dormir, según su relato, el religioso le proponía ocupar su cama, estando otras camas libres, y después de que la situación se repitiera en varias ocasiones, comenzaron los supuestos abusos sexuales y, cuando él se oponía llegaba a decirle: «soy tu padre, tienes que dejarte llevar, no vives bien tu sexualidad». Tras quedarse a dormir «sin que nada ocurriera», don Román le pidió que le diera un masaje para relajarse. El cura estaba «completamente desnudo».

El juez entra a describir escenas explícitas de sexo, se detiene en contar cómo el sacerdote se excitaba y en cómo pedía a su víctima que le masturbara y que se dejara a su vez. El joven se negó, pero el sacerdote intentaba de esta manera vencer su resistencia: «Soy tu padre; tienes que dejarte llevar; no vives bien tu sexualidad». Y la víctima, temerosa de que lo echaran de la congregación, accedió. Otra etapa de la escalada.

El auto describe cómo en dos ocasiones, entre 2006 y 2007, el sacerdote intentó penetrar analmente al joven, tras reclamarle y practicarle masajes en los que ya se incluía el aceite. «Debes dejarte llevar y vivir la sexualidad sin tapujos», cuenta el joven que le decía el cura para que accediera a todo lo que él pedía. El relato se hace en este punto especialmente escabroso.

El denunciante cuenta cómo fue masturbado por otros dos de los acusados, quienes, además, «practicaron en varias ocasiones sexo anal y felaciones con R. y entre sí» en su presencia, al tiempo que le ponían películas pornográficas para que el joven sintiera que lo que ellos hacían «era algo normal».

El joven le contó al juez que Román, durante las tertulias del grupo de curas, llegó a amenazarlo con echarlo del grupo «si no vivía la sexualidad don claridad de miras».

El juez recoge varios episodios sexuales con este sacerdote de protagonista, pero también otros colectivos, en presencia del resto de imputados y los dos laicos, en el salón de tertulias de la casa de Los Pinillos, donde según la denuncia, «se exhibían desnudos» en la piscina.

Este grupo de sacerdotes apoyaban a Román ante el menor, «provocando a éste un gran estado de ansiedad, llegando a sufrir amenazas verbales, en el sentido de que si no vivía la sexualidad con claridad de miras, tendría que dejar el grupo».

El segundo posible caso es el de un joven que ejerció de monaguillo entre 1997 -con 7 años- y 2004 en su parroquia, que se encontraba al inicio en el Colegio El Carmelo para después ubicarse en la iglesia de San Juan María Vianney.

Durante esa época, Román le habría invitado a acudir a su casa en el barrio del Zaidín, donde vio numerosas muestras de «cariño» entre los curas y vivió varias situaciones de índole sexual que le hicieron sentir «incómodo» y que le han provocado dificultad para conciliar el sueño, por ansiedad.

La tercera de las posibles víctimas, que ha declarado como testigo, es un joven que, cuando tenía unos 14 ó 15 años, según su relato, vivió episodios de desnudez en la piscina de Los Pinillos, masajes e invitaciones a dormir en la misma cama por parte de alguno de los sacerdotes, además de tocamientos con ánimo «libidinoso».

El cuarto de los testigos, nacido en 1970, apunta a unos hechos que se remontarían a la primavera de 1986, cuando conoció al padre Román, aunque centra los posibles intentos de abuso en 1991, cuando el religioso habría intentado tocarle mientras se duchaba en su casa, en la que ya había estado en ocasiones anteriores.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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