Una ceremonia así no beneficia a nadie fuera de los que entienden que su religión goza de un estatus superior al de otras religiones y creencias, que hay que evidenciar y preservar
(Església Plural).- Església Plural hace patente su sentimiento de dolor y vergüenza, que creemos compartido por una parte significativa de las mujeres y hombres miembros de la Iglesia católica de Barcelona, por lo que entendemos una imposición de una ceremonia confesional para un acto de Estado en que la ciudadanía quiere manifestar su solidaridad y cercanía con los familiares de las víctimas del trágico accidente.
De nada han servido las peticiones y las notas de queja que determinados sectores de la iglesia católica, así como también otras iglesias cristianas con presencia en Cataluña, han hecho públicas estos días.
Hacemos un llamamiento a los católicos que participen en el funeral, así como a las autoridades civiles que estén presentes, a hacer patente, de una manera respetuosa con el sentido del acto, el malestar y el desacuerdo con su formato; la manera que consideramos más oportuna es la de no ir a recibir la comunión en el momento que ésta se reparta y quedarse todo el mundo en pie en su asiento.
En una sociedad laica como la catalana, hay que diferenciar los actos religiosos propios de una determinada confesión, de los actos civiles donde participan representantes de las diversas religiones y creencias presentes en el país.
El formato previsto de un funeral en forma de misa católica no es entendido por nuestra sociedad como una ceremonia de Estado, por el contrario, nos puede sugerir más bien aquellos actos que corresponden a otra época en que la Iglesia y el Estado se confundían.
Imponer una celebración confesional, como es una misa, se puede llegar a interpretar como un intento de capitalizar el gesto solidario de la sociedad catalana con el dolor de los familiares de las víctimas de este dramático accidente, por parte de una religión concreta, la católica, aún a riesgo de violentar algunas conciencias.
Con esta decisión se corre el riesgo de parecer que se busca más la gloria mundana que no el espíritu de misericordia propio del anuncio evangélico de Jesús. Puede parecer que las víctimas no importen y que sólo se procure por la notoriedad de quien presidirá la ceremonia y la de la institución que preside en Barcelona.
El Gobierno de la Generalitat también es responsable, y nos duele que no haya hecho más para impulsar otro tipo de funeral y se haya supeditado al formato impuesto por la jerarquía católica. En este funeral Europa no verá representado un país moderno, sensible y respetuoso con la libertad de creencias.
Una ceremonia así no beneficia a nadie fuera de los que entienden que su religión goza de un estatus superior al de otras religiones y creencias, que hay que evidenciar y preservar. No beneficia a nadie, ni a la Iglesia, ni a la sociedad catalana, ni a sus instituciones, ni mucho menos a aquellos familiares de las víctimas que pueden sentir como sus convicciones no son tenidas en cuenta y se pueden encontrar violentadas por una imposición poco acertada y que tiene bien poco cristiana, de tolerante y de misericordiosa. Una imagen bien alejada de la que nos dejó el funeral celebrado en la catedral de Colonia, que a pesar de tener un sentido religioso evitó la preeminencia de ninguna confesión, tradición religiosa o creencias por encima de las otras.
Cuando muchos hemos celebrado que el Papa Francisco inaugurara el año de la misericordia, la imagen que la Iglesia catalana transmitirá al mundo será la de una institución con señales de egocentrismo e insensible a la conciencia y a las convicciones de las víctimas.
Si de la visita de Benedicto XVI a Barcelona quedó la foto de las religiosas limpiando el altar de la Sagrada Familia, de este funeral puede quedar la foto de la intransigencia religiosa, de la incapacidad de la cúpula católica de ponerse al servicio de una sociedad que quiere expresar sus sentimientos sin tener que identificarse con ninguna confesión religiosa en concreto.
Afortunadamente, la gran mayoría de los hombres y mujeres que formamos la Iglesia católica catalana entendemos nuestra fe de una manera diferente, por lo que vivimos este acontecimiento con vergüenza y dolor.
De nada han servido las peticiones y las notas de queja que determinados sectores de la iglesia católica, así como también otras iglesias cristianas con presencia en Cataluña, han hecho públicas estos días, es por ello que, ante la falta de respuesta positiva a estas peticiones por parte del arzobispado de Barcelona, hacemos un llamamiento a los católicos que participen en el funeral, así como a las autoridades civiles que estén presentes, a hacer patente, de una manera respetuosa con el sentido del acto, el malestar y el desacuerdo con su formato, y la manera que consideramos más oportuna es la de no ir a recibir la comunión en el momento que ésta se reparta y quedarse todo el mundo en pie en su asiento.
Barcelona, 26 de abril de 2015
Església Plural