Nuestro objetivo ha de ser 'vencer las causas estructurales de las desigualdades y de la pobreza', como pide el papa Francisco
(Pío García, en La Rioja).- Juan José Omella (Cretas, Teruel, 1946) recibe al periodista en su despacho del Seminario Diocesano. Es un hombre enérgico, de buena planta y voz poderosa. Habla a borbotones. Por encargo de la Conferencia Episcopal, ha dirigido un documento (Iglesia, servidora de los pobres) cuya presentación ha levantado cierto revuelo. Los periódicos titularon casi unánimemente: «La corrupción es un grave pecado». Pero hay más. Dice, por ejemplo, que no podemos seguir confiando en que el crecimiento económico, por sí solo, vaya a solucionar los problemas. Y remacha: «La inequidad es la raíz de los males sociales».
Dicen que el documento no guarda relación con la sobredosis de elecciones que nos viene encima, pero la fecha de presentación no parece inocente.
Bueno… En las últimas elecciones a la Conferencia Episcopal me encomendaron la dirección de Pastoral Social. Ya entonces dije que me parecía interesante preparar un documento que diera respuesta a esta situación. Y por eso se publica ahora. ¿Si puede ayudarle al votante? Pues probablemente. Y quizá también a los políticos, tengan o no sensibilidad cristiana. Me gustaría que la gente lo leyese porque, además, está escrito de manera sencilla.
Da la impresión de que, a veces, la voz de la Iglesia sobre los pobres se ha escuchado menos de lo que debiera. ¿Por eso habla de la necesidad de hacer autocrítica?
Lo de la autocrítica viene más bien porque quizá en algunos momentos no hayamos sabido responder cuando se estaba esperando la voz de la Iglesia como colectivo. Y digo como colectivo porque los obispos, de modo particular, sí hemos hablado en nuestras cartas pastorales, aunque quizá la sociedad esperaba más de nosotros. Por eso pedimos perdón. No obstante, la Iglesia siempre ha estado al lado de los más pobres y ahí está la labor de Cáritas.
¿La tarea de Cáritas, tan necesaria, no revela una carencia del Estado, que debería ocuparse más de los pobres?
El Estado no puede resolver todo. Nosotros hablamos de subsidiariedad: que el Estado ayude a que la propia sociedad actúe. No caigamos en pretender que el papá Estado nos solucione todo, porque eso es imposible.
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