Condenamos los atentados de París, y el ataque de Mali. No nos acostumbremos nunca al sufrimiento de los inocentes
(Jesús Bastante).- «No podemos estar invocando la paz y a la vez permitiendo la venta de armas masiva e indiscriminada». El portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, arrancó la rueda de prensa posterior a la Plenaria, con una condena del atentado de París, así como de los hechos que están teniendo lugar en Malí. «Todo recurso a la violencia tiene que ser condenado, es una perversión de Dios«, subrayó Tamayo, quien añadió que «nunca la imposición de ideas puede justificar la violencia».
«No nos acostumbremos nunca al sufrimiento de los inocentes«, apuntó el secretario general de la CEE, pidiendo a la comunidad internacional «sensibilidad para que se imponga la paz». ¿A través de la intervención militar contra el Estado Islámico? En este punto, el portavoz episcopal no quiso entrar, aludiendo a que su papel era el de establecer principios, aunque sí insistió en que «hay que abogar por los principios de injerencia humanitaria, proporcionalidad, y el derecho de defensa, siempre en el marco de las Naciones Unidas».
Sí quiso dejar claro Gil Tamayo la necesidad de «no confundir terroristas con refugiados», ni «refugiados con delincuentes». «Esta figura tiene un status jurídico, que responde a una conquista de los derechos humanos», subrayó el portavoz, criticando veladamente las palabras, entre otros, del cardenal Cañizares y el obispo Munilla. «Es un derecho humano que nadie sea perseguido, y buscar soluciones para preservar su vida y su derechos. No podemos generalizar por algunos indicios», apuntó, criticando los «radicalismos» y apostando por «la acogida y la integración» de refugiados e inmigrantes.
El portavoz episcopal también quiso defender a la comunidad musulmana, subrayando que «la inmensa mayoría de los musulmanes condenan esta blasfemia. Profanar el nombre de Dios con la violencia no puede hacerse, y no podemos generalizar ni poner en cuestión la fe sincera de tantos millones de personas. En esto tenemos que ser muy justos y delicados».
Para Gil Tamayo, los dos grandes peligros para la paz son «el laicismo, que quiere excluir el hecho religioso de la vida social y pública como si no existiera; y los fundamentalismos de aquellos que exacerban la fe hasta el punto de querer imponerla por la fuerza o utilizar el nombre de Dios para fines violentos. Eso no puede ser».
En otro orden de cosas, Gil Tamayo apuntó que «no va a haber ningún documento de la Plenaria» ante las elecciones generales, e incidió en la «lealtad institucional de los obispos» desde el Concilio Vaticano II a nuestros días. «La Iglesia está muy a gusto en nuestro sistema de libertades y convivencia democrática», señaló.
«No estamos ante un Estado laico que prescinde del hecho religioso, nuestro marco constitucional es aconfesional», recalcó el portavoz de la CEE, quien defendió la vigencia de los Acuerdos Iglesia-Estado.
Junto a estos temas, la Plenaria aprobó, finalmente, el Plan Pastoral de la CEE, la «hoja de ruta» de los obispos españoles, y que ha sido elaborado por una comisión de obispos, formada por Fernando Sebastián, Adolfo González Montes, Juan José Omella y Ginés García Beltrán, a la que se unió José María Gil Tamayo, con el objetivo de «poner a la Iglesia española en estado de misión evangelizadora». Entre los temas relevantes, estará la intención de la CEE de «evaluar cómo está evangelizando la Iglesia en España«.
Finalmente, y sobre el escándalo del Vatileaks, Gil Tamayo mostró su dolor por «traicionar la confianza del Santo Padre» y recordó las palabras de Blázquez de apoyo al Papa. «Además del hecho doloroso de las filtraciones y la deslealtad, lo que pone en primer plano es que la Iglesia está trabajando decididamente por la transparencia», concluyó.